Por Sam Colop
Prensa Libre (06 may 06)
Hace más de 15 días fueron dos las personas linchadas en Sumpango, Sácatepeques, y ahora fueron tres en Santa Polonia, Chimaltenango. Estos hechos, por supuesto, son repudiables desde todo punto de vista; pero también evidencian una total desconfianza en el sistema de justicia.
En el caso de Santa Polonia, conforme a informaciones de prensa, la ausencia del Estado fue tal, que la PNC se concretó a tratar de convencer a los vecinos a no cometer el ilícito; pero “desde lejos”. Tanto el juez de Paz como el fiscal del MP no se hicieron presentes por temor, y los restos de los calcinados fueron recogidos por trabajadores del Juzgado de Paz.
En el caso de Sumpango, según esa misma información, los fiscales no han ingresado en el pueblo por miedo a la reacción de los habitantes, y el director de la PNC reconoce que las fuerzas de seguridad han sido rebasadas; pero no oculta que el grupo de agentes encargados para disuadir a las personas en estos casos, se encontraba efectuando un desalojo en San Marcos.
Conforme a vecinos de Tecpán, en esa ruta donde ocurrió el linchamiento, los asaltos son constantes, y en una versión de lo ocurrido, se dice que ese miércoles, pasajeros de una camioneta fueron asaltados de nuevo. Que habiendo llegado la camioneta a su destino, los hombres de la aldea ya hartos de esos actos, abordaron el mismo transporte y regresaron al lugar de los hechos donde para colmo, los supuestos mismos asaltantes quisieron robar de nuevo a otros supuestos pasajeros, llevándose la sorpresa de que éstos iban en busca de ellos.
Los medios tienen otras versiones, pero corresponde al MP determinar la veracidad de lo ocurrido. La desconfianza de la población hacia el sistema de justicia en general, se corrobora con otro hecho. Hace unos meses en aquella región, según me comentaron, dos jovencitas fueron violadas, ellas reconocieron a los agresores; se presentó la denuncia, pero en menos de una semana los señalados estaban en libertad.
Los linchamientos, coincidentemente, ocurren, en su mayoría, donde la campaña contrainsurgente durante el pasado conflicto armado, llegó a su más alto grado de salvajismo. A ello se suma el actual fracaso estatal para brindar seguridad y justicia. De esa cuenta, es inaceptable tildar -aunque no se dice explícitamente- a esas comunidades indígenas como únicas responsables de llegar a estos extremos. En la capital, como sabemos, incluso se puede terminar muerto por bocinar a tripulantes de otro vehículo.
E K’O LO JUJUN kiyoq’ apan qawinaqil rumal ri kamisanik taq ri’; necher man kichomaj taj chi pa kitinamit xukuje’ kekamisax winaq xaq che ubanik.
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