31 May 2008

Crimen y castigo

Por Jaime Francisco Arimany Ruiz
Prensa Libre

Hace unas tres semanas, camino a mi ofi-cina, venía escuchando radio en mi automóvil; al cambiar de estación y pasar por una de ellas, escuché una narración que, por el tono afligido de voz, llamó mi atención. En ella, un locutor estaba informando que tenían amarrados a dos presuntos asaltantes y que les habían rociado gasolina.

También narraba que la autoridad policíaca estaba solo observando, pues era un número muy pequeño, en comparación con la turba que rodeaba a los supuestos criminales. De repente se escuchó un grito desgarrador, y el locutor, con voz a punto de llanto, informaba que le habían prendido fuego a uno de ellos, quien, en esos momentos, era devorado por las llamas.

También indicaba que el otro, en su desesperación, había logrado zafarse de sus ataduras y escabullirse de quienes lo tenían sujeto. En esos momentos lo perseguían y le daban alcance los captores, quienes no pudieron aplicarle la llama fatal, pues, ante el impacto de tan horrendo acto, gran parte de las personas presentes empezaron a dispersarse, lo cual aprovechó la Policía para intervenir y evitar su linchamiento.

Han pasado muchos días, se escribieron algunos artículos, pero no vi, por lo menos en un punto destacado de los medios, las declaraciones de aquellos que pregonan y responden con airados artículos, defensores de los derechos humanos y religiosos, estar en contra de la pena de muerte a través de la ley.

Pareciera que estas personas, indiscutiblemente con buenas intenciones, se oponen a una pena de muerte ordenada por los tribunales de justicia en contra de criminales que han tenido derecho a la defensa en juicio, pero no se pronuncian con la misma intensidad contra el asesinato cometido contra presuntos criminales, que no tuvieron el derecho de defenderse para demostrar su inocencia.

Es cierto que la pena de muerte en el sistema de justicia de un país no disuade a todos los criminales, pero estoy seguro de que la gran mayoría de potenciales secuestradores y asesinos si supiera que el sistema de defensa ciudadana de un país contempla la pena de muerte, se tiene un buen sistema policial, se va rápidamente a juicio y se aplica inmediatamente la pena, se abstendría de cometer su crimen.

Si no lo cree, ¿por qué los criminales la aplican para hacerse respetar o para convencer a sus contrincantes de no ingresar en su territorio, etc. etc.?

No podemos estar en desacuerdo con que si se tienen cárceles donde los criminales no se escapen y donde realmente reciban un castigo ejemplar, se puede lograr que desistan de sus aviesas intenciones, pues estar encerrado en una cárcel de máxima seguridad, de por vida, como algunas que hay en Estados Unidos, puede ser para muchos peor castigo que la pena de muerte.

Es indiscutible que la razón principal del castigo no debe ser la venganza por el delito, sino el ejemplo a los miembros de la sociedad, para disuadir a los criminales. Lo peor que le puede pasar a una sociedad es que los actos criminales sean ignorados.

La educación y la oportunidad de crecimiento económico, acompañado por principios sociales y religiosos establecidos por la mayoría de las sociedades, son los pilares que sirven de sostén a las mismas, para que sus integrantes vivan en paz y armonía.

28 May 2008

De los linchamientos

Por Sam Colop
Prensa Libre

Es muy fácil acusar que los linchamientos ocurren más en poblados “incivilizados”, es decir, en la mentalidad de otros, significa comunidades mayas. Sin embargo, el maestro Edelberto Torres Rivas nos ilustra que el primer linchamiento ocurrió en el parque central, cuando un lustrador le robó la cartera a otra persona, y estudiantes lo agarraron a patadas hasta matarlo. Aquí hay que agregar que otro acto de “civilidad” ocurrió en la Usac, en los años 80, cuando a un supuesto “oreja” lo quemaron. En otras palabras, lo “incivil” no deviene de pueblos indígenas.

Más para mal ejemplo, estos actos también ocurren en poblados indígenas. Si fue lo que otros llaman el “glorioso” Ejército de Guatemala que dio el ejemplo de quemar gente o si fueron los otros, el hecho es que estos actos ocurren. Son, por supuesto, actos salvajes, y no son exclusivos de pueblos mayas. Si de asesinatos hablamos, el Ejército de Guatemala se lleva la “medalla de honor” en asesinatos, masacres y otros crímenes de lesa humanidad. De eso hay sinvergüenzas y asesinos que se enorgullecen de esa entidad, que es un costo demás para el país. No hay manera de que a través de un gobierno supuestamente socialdemócrata las cosas vayan para adelante, más bien vamos de mal en peor.

Pero volviendo a los linchamientos, unos indican que éstos devienen de un ejemplo militar; lo más seguro es que sí, y algunas comunidades siguen con la “práctica” como si fuera “fiesta” quemar a un vecino. El “brazo tunco” de la justicia, como se identifica a la Policía Nacional, siempre está ausente, ya sea por miedo a los vecinos. Y hablando de matanzas, mañana se conmemora la masacre de Panzós, cometida por el supuesto “glorioso Ejército de Guatemala”, partida de asesinos que ahora algunos han sido contratados como sicarios de narcos.

Bueno, viene esto al caso, porque mañana se presenta en el Musac una exposición de fotografías, textos, pinturas de un autor guatemalteco, que también ha presentado su trabajo en Canadá, que de alguna manera recupera testimonios de las masacres, genocidios y violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado interno y como también de alguna manera puede ayudar a dar a conocer la historia de Guatemala a las nuevas generaciones.

Je wa kinbij apanoq: Nimko qe qxajilil o che kyim tuj q’oj, jatxix ttzajlenqe kyimlen tej kyul qe mos tuj tx’otx’ twitz paxil bix tej tpon be tuj qe tnam. O che aq’unan kyuwxix, o tz’el q’in kytx’otx’, bix o tz’el q’in qe kyawal, axtzun o bant kyij tej tzaj q’oj kyu’n qe sol kyuk’il b’etil tja’q’ k’ul, at qe xjal min tix kyil noqtzun tten o che kyub byo’nqe.

25 May 2008

La antítesis de la justicia

Por Kenia Herrera
Directora del Departamento de Capacitación del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala

Publicado en Prensa Libre

Los linchamientos en ningún momento pueden constituir una expresión de justicia de la sociedad, a pesar de que en algunos informes se haya considerado como una forma de “justicia por mano propia”.

El diccionario de la Real Academia Española define el linchamiento como “la acción de ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o reo”. Como se puede advertir, el contenido semántico de la palabra no hace referencia a ningún elemento de justicia, sino, por el contrario, refleja un acto de barbarie que niega a los ciudadanos el principio fundamental de sujeción a un “juicio previo” para poder sancionar a un reo o persona sospechosa de criminalidad.

Aun cuando para la ciudadanía los linchamientos puedan ser considerados como una modalidad de justicia social, frente a la incapacidad de las instituciones del Estado y sus autoridades para sancionar a los sospechosos por hechos criminales, es importante advertir que esta práctica atenta, incluso, contra quienes pretenden justificarlo.

En primer lugar, niega el derecho a un juicio previo a la sanción, que se constituye como la base fundamental para evitar la arbitrariedad y anarquía dentro de la sociedad; en segundo lugar, quienes admiten estos actos pueden, incluso, llegar a ser víctimas, con lo que generan mayor inseguridad de la que se pretende reprimir.

En el contexto guatemalteco, en la mayoría de los casos la práctica de los linchamientos parte de la simple sindicación de la comisión de un hecho considerado como delictivo. Una persona o grupo de personas persigue y detiene al sospechoso, a fin de someterlo a agresiones físicas, que incluso han llegado a producir la muerte.

Los actos de barbarie producidos por el tumulto que participa del linchamiento han llegado a mostrar alto grado de crueldad y desprecio a la vida.

Tales actos de desprecio a la integridad de las personas se han justificado en asaltos, atropellos por vehículo, hecho político, brujería, hurtos y robos. Dicho en otras palabras, el robo o hurto de una cosa se cobra con el sufrimiento y la vida del supuesto delincuente.

Sin duda, la ineficiencia del sistema de justicia constituye uno de los factores centrales que han sido esgrimidos para justificar los linchamientos. Sin embargo, prácticas de esta naturaleza solamente acentúan el grado de ingobernabilidad del país y la incapacidad de la sociedad para establecer mecanismos pacíficos que coadyuven a la reconstrucción del tejido social.

Los linchamientos, un fenómeno social

Por Mildred Luna Lazo de Espina
Coordinadora del Programa Educativo del Organismo Judicial

Publicado en Prensa Libre

Los linchamientos no son nuevos. En la historia se les conoce desde tiempos inmemorables. Su nombre se debe a un coronel norteamericano llamado Charles Lynch, quien organizó a ciudadanos destacados de la región de Virginia para que actuaran contra unos conspiradores pro británicos, en 1780.

A partir de este hecho se derivó el verbo linchar, y el sustantivo linchamiento, hoy universalmente aceptados. El concepto de linchamiento conlleva básicamente dos ideas: dar muerte a un sospechoso o un reo sin el debido proceso y en forma tumultuaria; es decir, en masa o en grupos numerosos de personas.

En este fenómeno inciden diversos aspectos: sociales, psicológicos, económicos, políticos y culturales, y, paradójicamente, luego de la firma de los acuerdos de paz en Guatemala, en 1996, empieza a tomar notoriedad.

Los linchamientos ocurren como reacción emocional de un grupo de personas ante un hecho delictivo, por lo general, promovido por líderes que instan a hacer una “justicia de urgencia”, sin considerar que esta acción les lleva a cometer un delito grave.

Se ha demostrado que el linchamiento afecta gravemente la salud mental y emocional de los habitantes, fomenta la cultura de violencia y la inseguridad y daña la imagen local, que repercute en la visita de turistas nacionales y extranjeros, y, en algunos casos, crea un ambiente de anarquía.

Desde el año 1999 surge el Programa Educativo del Organismo Judicial, dirigido a la población guatemalteca, y cuyo objetivo principal es dar a conocer y fomentar en la población los aspectos relacionados con derechos y deberes de las personas; mecanismos formales y alternativos de resolución de conflictos, y propiciar la confianza en la efectividad y moralidad del sector justicia; entre sus específicos: prevención de delitos, faltas y transgresiones a la ley.

El Programa Educativo cuenta con el subprograma de Prevención de Linchamientos, dirigido a los adultos, cuyo objetivo es contribuir a la educación y concienciación de la población, para evitar la participación en este fenómeno social.

En los procesos formativos, capacitaciones, talleres y encuentros entre las autoridades judiciales y los líderes comunitarios, se orienta a las personas en el conocimiento básico de las leyes, los derechos y obligaciones del ciudadano y se fomenta la necesidad de buscar el apoyo de las autoridades ante la comisión de un delito o falta cometidos por una o varias personas.

Este subprograma es una propuesta de solución al fenómeno, que bajo ningún concepto debe ser aceptado por la sociedad guatemalteca, no solo por ser una negación a la aplicación de la justicia y no permite el estado de Derecho, sino, primordialmente, porque atenta contra la vida del ser humano.

La cultura de hacerse justicia por mano propia

Por Gabriela Barrios
Prensa Libre

Edelberto Torres-Rivas es doctor en Sociología, dirige el programa de maestría de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y es asesor en temas de desarrollo humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

De 1998 al 2002 documentó el fenómeno de los linchamientos, y lo analizó como un efecto de la posguerra.

“Es en el interior de esos escenarios en los que no se han desmontado totalmente los mecanismos del horror en donde ocurren los linchamientos en Guatemala”, señaló en el 2002.

Seis años más tarde, el fenómeno sigue presente en la sociedad guatemalteca y cobra fuerza con prácticas cada vez más crueles y despiadadas.

Sólo la semana pasada ocurrieron tres casos de linchamiento en dos días. Uno, en Chimaltenango, en donde un supuesto ladrón fue amarrado a un camión y arrastrado por las calles. Éste murió a consecuencia de las heridas. Un día después, en Sololá, un hombre y el supuesto jefe de la banda para la que éste trabajaba fueron juzgados y sentenciados a morir quemados. El ladrón salvó la vida, a pesar de las serias quemaduras, mientras que el supuesto líder de la banda se calcinó ante la mirada de más de 500 pobladores que impidieron que los bomberos y la Policía intervinieran.

Estos dos incidentes son parte de los 20 casos que el Programa de Prevención de Linchamientos, del Organismo Judicial, ha contabilizado en lo que va del 2008.

Torres-Rivas retoma el análisis de lo que él califica como una clase magistral de maldad para las futuras generaciones.

¿Cómo analiza los hechos ocurridos la semana pasada: tres linchados en dos días?

El fenómeno que a mí más me preocupa es que la población se acostumbre a ver actos de crueldad y no se inmute, tal como ocurrió en la época de terror en Francia. Allí veían la decapitación de los nobles, que morían en la guillotina, y aplaudían. El fenómeno de la muerte vista por la colectividad es un fenómeno viejo. Las masas se entusiasman por un contagio patológico en el que deshumanizan a la víctima y después la matan.

Han transcurrido seis años desde que usted publicó un análisis sobre los linchamientos, pero el fenómeno sigue presente. ¿Qué sucede, por qué en lugar de disminuir o desaparecer pareciera cobrar fuerza?

Este año ha habido un recrudecimiento de todos los fenómenos de violencia. El número de secuestros se ha duplicado, el número de robos de automóviles aumentó, los robos a los transportes de valores habían desaparecido, y recientemente vimos uno, perpetrado con todo el profesionalismo del caso.

Esto obedece al clima que crea la llegada de un nuevo gobierno, que pareciera aflojar la legalidad. En un ambiente así, en el que todos los delitos van en aumento, los linchamientos son también parte de ello. Es un fenómeno de violencia en aumento, pero es realmente muy grave.

En los casos de linchamiento difícilmente hay capturas o se señala a responsables; se culpa a la masa, y esto a la vez fomenta la impunidad.

Los linchamientos últimos tienen un rasgo distinto de los primeros que analizamos. Por lo que he leído, en éstos aparece siempre un liderazgo, son una o dos personas las que mueven todo, mientras que en los primeros era la masa la que actuaba. Lo que más me preocupa es que 500 o mil personas aplaudan eso, y si no lo celebran, al menos lo aceptan. Eso educa de una manera perversa el sentido de humanidad. La diferencia entre un animal y los hombres no es que aprendamos a leer, es el sentido de piedad. El sentimiento de piedad es netamente humano.

Un linchamiento es una clase magistral de maldad, y es terrible, por los niños y jóvenes que presencian eso.

¿Qué papel juegan las autoridades, que se limitan a observar y esperar a que la población les permita actuar?

Este fenómeno tiene una característica, y es que es muy contagioso. Cuando las masas están excitadas, puede ocurrir cualquier cosa. Un grupo señala a un individuo como el ladrón, y en un minuto todos lo creen. Cuando eso ocurre, no hay autoridad para la que sea posible controlarlo.

Siempre se dice que los linchamientos son la consecuencia de un sistema de justicia poco efectivo, pero ¿es esa una justificación?

No creo que esa sea la causa, porque si fuera así, primero debería agotarse la vía de la justicia y probar que no existió. La mayor parte de linchamientos ocurre en pueblos indígenas. En el estudio que se hizo no concluimos en que exista una relación entre comunidades indígenas y linchamiento, ni que esto sea parte de la cultura indígena, pero ocurre en una buena cantidad de municipios indígenas. ¿Será porque no hay suficiente cantidad de policías?, ¿será porque allí no se ha hecho justicia? Tampoco hay una relación directa entre las zonas donde hubo guerra y los lugares donde ocurren los linchamientos. Yo siempre recuerdo el dato de que el primer linchamiento que hubo en Guatemala ocurrió en el Parque Central. Un lustrabotas le robó la cartera a un señor, y un grupo de estudiantes que estaba allí, lo agarraron a patadas hasta matarlo. El primer linchamiento fue ladino, urbano, y ocurrió en la ciudad de Guatemala.

Entonces, ¿a qué obedecen?

Parecieran formar parte de una cultura en formación en Guatemala, que es ejercer justicia por mano propia, algo que en muchos sectores ya se viene haciendo, personas que mandan a matar al otro. Esto ocurre en una sociedad donde no hay justicia, donde el Estado es débil.

La primera justificación del Estado es darle seguridad a los ciudadanos, y si no la da, la sociedad se la toma, y es lo que está ocurriendo aquí. Los linchamientos son un reflejo pálido de las barbaries que ocurrieron en el pasado.

¿Observa diferencias —en cuanto a las motivaciones o las formas— entre los linchamientos que ocurren actualmente y los que analizaba hace 10 años?

Ahora aparecen con un liderazgo más organizado. Existen iniciativas personales, y es allí en donde tiene que haber responsables y deben ser juzgados. En cada linchamiento hay culpables. Salvo que me equivoque y la masa sea la que lo decida, en los linchamientos que han ocurrido recientemente hay culpables directos. Siempre hay alguien que tiene listo el tambo de gasolina y quien da el fosforazo...

¿Cómo definiría el perfil de quienes son linchados?

Por lo general son hechores de robos pequeños. Cuando el delito es grande es porque se robaron una vaca o un carro. Recuerdo del caso de una señora a la que lincharon porque se había robado un pañuelo... por un pañuelo la mataron. En Guatemala se castigan los delitos menores: un pañuelo, cinco pantalones, una bolsa de pan… ¿y los grandes delitos?, ¿y los grandes robos?

¿Qué queda por hacer, qué instituciones deben tomar la responsabilidad de trabajar para que algún día los linchamientos desaparezcan?

El Estado debe retomar una campaña de educación muy grande en el interior del país, pero hay dos instituciones que tienen en este momento la mayor eficacia, que son las iglesias Católica y la Evangélica.

Será clave dar a conocer en el interior del país que los linchamientos están siendo castigados, que el Organismo Judicial es la institución encargada de castigar ese delito.

Cifras del 2008

20
linchamientos han ocurrido del 1 de enero al 23 de mayo del 2008.

43
personas han sido víctimas de este flagelo; de ellas, 37 eran hombres, y 6 mujeres.

10
son los departamentos en los que este fenómeno ha ocurrido. De éstos, Quiché concentra el mayor número de casos, con 4.

Un problema que se repite

Cifras del Programa de Prevención de Linchamientos:

• 2004: 78 casos; 127 víctimas, con un saldo de 114 lesionados y 13 muertos (todos hombres).

• 2005: 61 casos; 126 víctimas, con saldo de 105 heridos y 21 muertos (una mujer y 20 hombres).

• 2006: 33 casos; 67 víctimas, con saldo de 54 lesionados y 13 muertos (una mujer y 12 hombres.

• 2007: 43 casos; 80 víctimas, con saldo de 66 lesionados y 14 muertos (una mujer y 13 hombres).

24 May 2008

Crímenes populares

Por Gonzalo de Villa
Prensa Libre

Ya desde hace años los índices de delincuencia en el país se han disparado hasta niveles insufribles para la población en general en todo el país. Ello hace que cuente con altos grados de aprobación entre la ciudadanía desesperada una serie de prácticas de combate al crimen que incluyen la limpieza social y los linchamientos.

Desde el año pasado, y por primera vez en mi vida, vivo en el interior del país y tengo responsabilidad eclesial en los departamentos de Sololá y Chimaltenango. Ambos departamentos fueron noticia la semana pasada a causa de linchamientos de delincuentes a manos de turbas enfurecidas. La crueldad con que los linchamientos ocurrieron alimenta el morbo popular, pero también aplaca la sed de justicia y, por qué no decirlo, también de venganza entre amplios sectores de la población.

Si los linchamientos recientes tuvieron lugar en las cabeceras departamentales, la limpieza social ha operado con bastante eficiencia en las áreas del sur del lago y en los municipios cafetaleros de Chimaltenango. Los linchamientos fueron noticia a nivel nacional, pero la limpieza social, que ha implicado el asesinato de docenas de delincuentes o presuntos delincuentes, ha pasado mucho más desapercibida para los medios de comunicación social.

La administración de justicia, tanto en su práctica como en su diseño institucional, no tiene capacidad para enfrentar los índices de criminalidad existentes en el país. La desesperación de la gente es evidente, y su falta de confianza en los mecanismos de administración de justicia lo es también.

Ello nos está conduciendo a un profundo deterioro en la convivencia social, pero también a una crisis de humanismo. “La vida no vale nada” era el título de una viejísima canción creo que mexicana. Pero que la vida no vale nada es la percepción que cada vez más gente tiene con respecto a la vida en el país. Son miles los crímenes que quedan en la impunidad más absoluta. Lo podemos lamentar y lo podemos sufrir como sociedad, pero ni la impotencia resignada ni la orgía episódica de violencia criminal para combatir el crimen constituyen soluciones adecuadas a nuestros gravísimos problemas de violencia.

El papa Juan Pablo II, en los principios de su pontificado, en su primer viaje a Irlanda, afirmó con fuerza profética que “la violencia es un mal, que la violencia es inaceptable como solución a los problemas, que la violencia es indigna del hombre. La violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano”. Esas palabras dichas hace casi 30 años enfrentaban el horizonte de una Irlanda del Norte dividida por siglos. Una generación después, Irlanda es un país ejemplar por la paz y la prosperidad conseguidas. Para nosotros esas palabras creo que deben marcar el norte. Extirpar la violencia de nuestra sociedad pasa por extirparla de nuestras mentes. Son demasiados en Guatemala los que creen que la violencia soluciona los problemas de violencia, y en verdad solo los agrava.

22 May 2008

Cuando el pueblo se burla de la ley

Por Sylvia Gereda
elPeriódico

La escena no es menos que terrorífica. Quizás una de las más impactantes y salvajes que he visto en mi vida. Un reportero de Chichicastenango me mostró un video grabado durante un linchamiento que tuvo lugar en Sololá. En la imagen aparece un hombre cuyas extremidades están ardiendo en llamas. De poco en poco, el hombre se quema, se retuerce en el suelo y lanza gritos de desesperación.

Este individuo, a quien el pueblo acusaba de ser ladrón, consiguió llegar vivo al hospital y días más tarde falleció en plena agonía. La saña de estos últimos linchamientos es evidente. Las poblaciones han tomado la justicia por sus manos porque el sistema de justicia es inoperante y porque el Estado de Derecho les importa un comino.

En Guatemala está demostrado que la población no teme a la Ley, la irrespeta. Pero también que la fuerzas de seguridad han colapsado en su intento por disuadir y controlar a la población en caso de disturbios y amenazas a la seguridad pública.

El pasado 8 de mayo, el presidente Álvaro Colom fijó el Estado de Prevención, que consiste en una serie de medidas para preservar la seguridad nacional. Sin embargo, según una interesante nota de prensa que publicó Alejandro Pérez, en elPeriódico; los índices de violencia que registran el Instituto nacional de Ciencias Forenses (Inacif) y el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) reportan un alarmante incremento de violencia durante este período, en relación con el mes anterior.

Por ejemplo, en abril de este año se registraron 93 muertes violentas, pero solo en el período del 2–13 de mayo los asesinatos ya habían superado la cifra de 114 individuos. Mientras que el Inacif reporta que en abril la morgue recibió 314 cadáveres por muerte violenta, y del 1 al 18 de mayo ya se registraban 211 homicidios con armas de fuego.

Lo que es peor, y evidencia más claramente el irrespeto absoluto hacia la ley, es el hecho de que este decreto prohíbe claramente las manifestaciones públicas. Sin embargo, en las últimas semanas se han reportado los más salvajes linchamientos de los que se tenga registro, particularmente en la cabecera departamental de Sololá y la aldea Bola de Oro en Chimaltenango.

Pero en Fraijanes también los vecinos hicieron de las suyas y realizaron una violenta protesta en contra el alza a la tarifa del transporte, que dejó como saldo más de cinco heridos.

Desafiando a las fuerzas de seguridad y al Estado de Prevención, los vecinos de la aldea Puerta del Señor salieron a las calles armados con machetes, palos, ondas y piedras, y consiguieron bloquear el tránsito por más de 12 horas, sin que ninguna fuerza de seguridad fuera capaz de disuadirlos o pararlos.

Aquel día fue memorable para los indefensos vecinos que al final fueron las víctimas de este bochinche. Las calles ardían y las barricadas se colocaban metro tras metro. La turba amenazaba a cualquiera que intentara acercarse y la población indefensa se refugió en sus casas mientras que los conductores debieron esperar largas horas en medio de un infernal tráfico.

Finalmente, la Policía lanzó gases lacrimógenos hasta que consiguieron que el grupo se disipara, solo los inconformes fueron capturados, los bochincheros huyeron.

Lo irónico del caso es que fue el párroco del lugar quien consiguió intervenir y dialogar con los vecinos para encontrar una solución a los conflictos por el alza del transporte; lo que nuevamente evidencia la incapacidad y la falta de autoridad de las autoridades y las fuerzas de seguridad.

Ilustrando estos casos aislados, todo apunta claramente a que decretar medidas como el Estado de Prevención no sirve absolutamente de nada, porque no se han implementado soluciones de fondos para resolver el gran problema de inseguridad y restaurar el Estado de Derecho.

Estamos viviendo en medio de una vorágine, de la ley de la selva, donde se aplica el lema de “sálvese quien pueda”, y mientras tanto vemos a un Gobierno que se estrena sin soluciones ni planes de mediano o largo plazo capaces de hacerle frente al flagelo de la inseguridad que nos tiene de rodillas.

20 May 2008

Ausencia del Estado y Violencia Colectiva en Tierras Mayas

Una aproximación cuantitativa al fenómeno de los linchamientos en Guatemala (1996-2002) *

CARLOS A. MENDOZA A. **

Resumen. De acuerdo con la Misión de las Naciones Unidas en Guatemala (MINUGUA), los linchamientos son una herencia del conflicto armado interno y el producto de los actuales niveles de pobreza en el área rural. El autor propone una explicación alternativa: los linchamientos son el resultado de la falta de capacidad del estado para proveer justicia y seguridad a la población, y están relacionados con la habilidad de las comunidades indígenas para solucionar problemas de acción colectiva y, de esta forma, proveer los bienes públicos que el estado no provee. En este libro, ambas hipótesis sobre las causas de los linchamientos son evaluadas por medio del análisis estadístico a nivel municipal de los 480 casos verificados por la MINUGUA entre los años 1996 y 2002. La evidencia empírica proporcionada por dicho análisis cuantitativo sobre este particular tipo de violencia colectiva en Guatemala revela que los principales factores explicativos son los siguientes: a) la ausencia del estado, pues a menor número de juzgados por cada cien mil habitantes, mayor probabilidad de que ocurra un linchamiento; y b) la solidaridad en las comunidades indígenas, porque a mayor porcentaje de población indígena, también es mayor la probabilidad de que ocurra un linchamiento. Las violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado interno tienen alguna importancia estadística, pero su efecto en la probabilidad de ocurrencia de los linchamientos es bajo. Los niveles de extrema pobreza no tienen importancia estadística para explicar los linchamientos a nivel municipal.


EDICION ELECTRONICA DISPONIBLE AQUI



* El autor agradece y reconoce los valiosos comentarios y sugerencias proporcionados por Richard Adams, Santiago Bastos, Timothy Carter, Frances Hagopian, Wolfgang Krenmayr, Rory McVeigh, David Nickerson, y Luis Pásara a versiones anteriores de este ensayo. También agradece el apoyo financiero para la investigación proporcionado por la Universidad de Notre Dame por medio del Departamento de Ciencia Política y la Graduate Student Union (Robert E. Gordon Conference Presentation Grant).

** Carlos Antonio Mendoza Alvarado es Centroamericano, nacido en Guatemala. Actualmente es candidato a doctor en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos de América. Coeditó con Edelberto Torres-Rivas el volumen titulado Los Linchamientos: ¿Barbarie o Justicia Popular?, publicado por la FLACSO (Guatemala, 2003).

Vuelven los linchamientos: mi propia reflexión

Carlos A. Mendoza

Es lamentable que nuevamente ocurran casos de linchamiento en Guatemala. Esta vez fuimos testigos por medio de la radio de cada detalle de la violencia colectiva desatada en Sololá. Escuchamos los gritos de la turba, y los gritos de sus víctimas. Nos enteramos del fracaso de la Policía, de la Iglesia, y de las autoridades indígenas, para evitar un episodio más de “justicia popular”.

Otra vez aparecen columnas de opinión y se organizan mesas redondas para discutir el fenómeno. Pero me frustra que se hagan afirmaciones sin fundamento empírico, como que si nada se hubiese aprendido de los 577 casos documentados por la MINUGUA entre 1996 y 2003.

No se han repetido con tanta insistencia los estribillos de las explicaciones de la Misión de Naciones Unidas. Pero ha ocurrido algo peor: se ha retrocedido. Ahora se dice que los linchamientos pueden ocurrir en cualquier parte del país. Que es lo mismo en las zonas urbanas que en las rurales, y que da igual si las comunidades son indígenas o ladinas.

Eso es un error. Si en algo he podido contribuir con mi estudio independiente sobre los linchamientos, es en esclarecer un poco el papel de las variables asociadas con el fenómeno. Este es un problema muy serio como para dejarse sesgar por lo políticamente correcto. Es necesario un esfuerzo de objetividad en el análisis de la evidencia empírica.

Así que no debe ignorarse la importancia de la variable étnica. Sobre la cual llamaron la atención Adams y Bastos en el 2003, con su libro sobre "Las relaciones étnicas en Guatemala, 1944-2000" (CIRMA, pp. 173-179).

Diversos investigadores han concluido que la tasa anual promedio de muertes por linchamiento está correlacionada de forma proporcional, y fuertemente, con el porcentaje de población indígena en cada departamento del país (1). De igual forma es cierto, e interesante, que la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes está correlacionada de forma inversamente proporcional, y fuertemente, con el porcentaje de población indígena en cada departamento.

Si les interesa, he replicado el ejercicio de Adams y Bastos (tabla p. 179) con datos más recientes: TABLA AQUI

(1) CIEN (2001) Magnitud y Costos de la Violencia en Guatemala, Adams y Bastos (2003), Mendoza (2003) "Violencia colectiva en Guatemala: una aproximación teórica al problema de los linchamientos" y, recientemente, PNUD (2007) Informe estadístico de la violencia en Guatemala.

19 May 2008

Regresan los linchamientos: de nuevo el horror

Por Víctor Gálvez Borrel
Siglo XXI

Albert Camus (filósofo franco-argelino, Premio Nobel de Literatura, 1957), decía que el verdadero problema de la filosofía era el suicidio: establecer si la vida merecía o no la pena, era la gran cuestión de la existencia. Parafraseando a Camus, podríamos afirmar que el gran problema de la justicia son los linchamientos. Marcan el límite de la confianza humana en el Estado y nos regresan a la barbarie, anterior a la existencia misma de lo público.

Según informaciones de prensa, en lo que va del año los linchamientos suman más de 30 en Guatemala. El saldo es ya de tres muertos. Los más macabros fueron los presuntos ladrones quemados con gasolina, el 15 de mayo en la cabecera de Sololá (uno falleció, después de arder durante media hora, en el cementerio de la población). La noticia se transmitió en vivo por un radionoticiero. Y el 14 de este mismo mes, en la aldea Bola de Oro, Chimaltenango, otro supuesto delincuente fue capturado, vapuleado y arrastrado por un camión, hasta su muerte. En el caso de Sololá, fueron infructuosas las intervenciones de la PNC, la mediación de los ancianos mayas, de la Iglesia católica y de los cuerpos de socorro, frente a la turba.

Ya mucho se ha dicho sobre la cultura de la muerte, que se ha difundido a sus anchas en el país; la influencia del reciente conflicto armado; la coincidencia entre las poblaciones en las que se registra el mayor número de linchamientos, y aquellas en donde hubo excesos y abusos de poder de patrulleros y ex comisionados militares; el estímulo de ciertos líderes que promueven linchamientos, etc.

El problema sigue siendo el mismo: la pérdida de confianza en la labor del Estado para impartir justicia y, sobre todo, para garantizar la seguridad ciudadana y prevenir el delito. Y a pesar de los esfuerzos de organizaciones sociales y programas de resolución y transformación de conflictos, para disminuir las tensiones y atenuar el recurso a la violencia, subsiste la sensación de que esta última está desatada y ya es poco lo que se puede hacer para controlarla. Frente a este panorama, quienes sufren directamente, presencian hechos delictivos, o tienen la convicción de la culpabilidad de determinadas personas, se ven confrontados con tres dilemas. Uno es entregarlas a la PNC (para que salgan rápidamente por falta de pruebas o, quizás peor, para que se hundan más en el laberinto del crimen en los centros de detención, si salen condenados). El otro es simplemente dejarlos libres. El tercero, lo que sucede con los linchamientos, en los cuales sin medir mucho la relación entre la magnitud del hecho cometido y la pena que se impone, ni la verdadera culpabilidad o inocencia, la personalidad de masas se desborda y la bestia ancestral aflora, produciéndose lo que los medios de comunicación están recogiendo cada día más: crímenes colectivos, como los de Chimaltenango y Sololá.

La situación es patética, porque las opciones, como ya se señalaron, siguen siendo limitadas. Y otro elemento que resulta aún más preocupante, es la reacción silenciosa de lo que quizás sea ya una opinión pública cada vez más numerosa: quienes están de acuerdo con los linchamientos, bajo la pavorosa frase "está bueno que los maten". Esto, sin pensar que un mal día, ellos también podrían verse envueltos en un linchamiento, pero como víctimas, consecuencia de alguna equivocación o mala interpretación (como ya sucedió en linchamientos por error, tal el del turista japonés en Huehuetenango, hace varios años, confundido con un “roba niños”).

Reflexión sobre los linchamientos (2)

Emisoras Unidas

Felipe Valenzuela (FV): un mensaje dice que se aplica "Justicia Maya"

Alvaro Pop (AP): la Justicia Maya no contempla pena de muerte. La organización contra la inseguridad puede darse en cualquier parte

Claudia Paz y Paz (CP): en las regiones indígenas es donde hay menor tasa de muertes violentas

FV: ¿Qué opinan sobre el efecto del espectáculo público de los linchamientos?

CP: vergüenza en los adultos y miedo en los niños

Juan Luis Font (JF): ¿Cómo cambiamos?

AP: se necesitan más recursos, aprobar ciertas leyes, ...

FV: no es sólo cuestión de recursos financieros

CP: los pocos recursos que hay se mal utilizan

FV: se libera pronto a los delincuentes, esto molesta a la gente

CP: se necesita ley de carrera, crear policía de investigación criminal, y crear más acceso (infraestructura): "llega la justicia hasta donde llegan las carreteras"

JF: linchamientos no se producen en las zonas más remotas, han habido casos en zonas urbanas

AP: pueden ocurrir en cualquier lugar

FV: un oyente opina que el Derecho Maya es una aberración

CP: en Guatemala conviven diversos sistemas jurídicos

AP: en lugar de atacarnos, se debe reconocer que hay un desafío en el sistema de justicia

JF: ¿Debería surgir mesa que aborde este problema?

CP: existe mesa del Organismo Judicial que trabaja en sensibilización. Pero está en juego derecho a la vida, hay necesidad de aprobar nueva ley de armas y municiones

AP: hay esfuerzos importantes, pero también hay que sensibilizar a los funcionarios

NOTA: esta no es una transcripción, son las ideas principales de los participantes, tomadas al momento en que las emitían. CM.

Reflexión sobre los linchamientos (1)

Emisoras Unidas

Mesa redonda con Claudia Paz y Alvaro Pop, como invitados, y Felipe Valenzuela y Juan Luis Font, como entrevistadores.

Claudia Paz y Paz (CP) dice que los linchamientos no son justicia, sino venganza.

Alvaro Pop (AP) habla sobre la necesidad de "imponer Estado".

CP dice: ¿Qué capacidad tiene la fuerza pública para mediar en este tipo de conflictos? Hace falta trabajar con la Policía Nacional.

Felipe Valenzuela (FV): la gente dice que hay que preocuparse por las causas de los linchamientos, y no por los que linchan.

Juan Luis Font (JF): en Haití se logró crear una fuerza especial para detener linchamientos.

CP: con promulgar una ley no se resuelven los problemas. Se necesita que las leyes se cumplan, que se apliquen.

FV: el problema es que no hay justicia pronta y cumplida.

CP: ¿Qué pasa con el sistema de justicia? No se puede renunciar a la vigencia del Estado de derecho. Hay que condenar estos hechos. Pero es innegable que el sistema de justicia no funciona.

AP: el caso de los Japoneses nunca se investigó sobre los rumores de robos de niños. Mucho de eso resultó ser cierto y lo vemos con lo de las casas cuna.

16 May 2008

Queman a presuntos ladrones en Sololá

Por Edgar René Sáenz, Angel Julajuj y César Pérez
Prensa Libre

Un presunto ladrón fue linchado, y otro vapuleado, por un grupo de pobladores de esta ciudad que los señaló de integrar una banda de asaltantes.

El occiso fue identificado como Héctor Antonio Cáceres Cabrera, de 32 años, alias el Tosh, quien murió en el Hospital Nacional de Sololá, debido a múltiples heridas y quemaduras de tercer grado.

El vapuleado se identificó como Jesús González Meletz, 25, alias el Manía, quien fue llevado al Hospital Nacional de Chimaltenango.

Todo comenzó a las 8.30 horas, cuando varios vendedores sorprendieron a Meletz cuando robaba pantalones de un negocio. Los comerciantes, que están organizados, hicieron sonar silbatos para alertar a otros vendedores, y lograron coparlo.

Al grupo de vendedores se unieron cientos de vecinos, quienes comenzaron a golpear a el Manía. A eso de las 9 horas, éste confesó que pertenecía a la banda de el Tosh, por lo que la turba llegó a la casa de Cáceres y lo sacó a la fuerza.

A los dos presuntos ladrones los dejaron únicamente con ropa interior, y los obligaron a caminar por las principales calles de la localidad, mientras los vecinos los golpeaban.

El grupo de personas decidió llevar a los dos hombres al cementerio de la localidad, para someterlos a un juicio comunal.

Condenados a muerte
A las 9.45 horas los vecinos se aglomeraron en el camposanto, y, tras escuchar los testimonios de los vendedores, la multitud decidió que los dos hombres debían morir quemados.

Varios pobladores rociaron gasolina en los pies de el Tosh y el Manía, y les prendieron fuego.

Ambos comenzaron a pedir auxilio, pero nadie se les acercó. El Manía empezó a rodar sobre la tierra, logró apagar las llamas, se levantó y escapó de la turba.

En ese momento, unos 30 agentes de la Policía Nacional Civil avanzaron entre la multitud, y utilizaron gas lacrimógeno para dispersar a los inconformes. Así, lograron rescatar a González. La autopatrulla Sol-045 fue apedreada por la multitud.

Eso impidió que la Policía también pudiera rescatar a Cáceres, que aún con vida, pedía que alguien lo ayudara, y apagara las llamas.

Santos óleos
A las 10.45 horas un sacerdote de la Iglesia El Calvario, Regino Magzul, llegó al lugar para darle los santos óleos a Cáceres y, minutos después, los vecinos accedieron a que Bomberos Voluntarios le dieran los primeros auxilios.

Los socorristas trasladaron a el Tosh al hospital sololateco; pero éste murió antes de que lo ingresaran.

Médicos confirmaron que Cáceres tenía quemaduras de tercer grado en la piernas y parte del tórax, a tal grado que los huesos de las extremidades inferiores estaban expuestos.

Roberto Vega, jefe de operaciones de la Policía Nacional Civil, refirió que los pobladores no les permitieron dialogar para evitar el linchamiento, y que la falta de personal les obstaculizó rescatar a Cáceres.

Record delictivo
Historial delincuencial de el Tosh en Sololá

Según la Policía, a Héctor Antonio Cáceres Cabrera, alias el Tosh, le aparecen 51 ingresos en la cárcel.

Ha sido acusado de robo, extorsión, portación ilegal de arma de fuego y estafa, entre otros delitos.

Era sindicado de liderar la banda delincuencial denominada los Toshes, que opera en el casco urbano de Sololá.

Galería de Fotos AQUI

Caso reciente
César Adolfo Chiroy Silva, de 32 años, fue linchado, el miércoles último, por un grupo de vecinos de la aldea Bola de Oro, Chimaltenango que lo acusaban de haber robado Q100 mil en una vivienda.

Chiroy y otros siete hombres llegaron en dos vehículos a la casa de Ovidio Velásquez, ingresaron a la fuerza, amarraron a los moradores, robaron dinero en efectivo y joyas, y huyeron.

Uno de los carros se chocó y los vecinos, que perseguían a los delincuentes, coparon a Chiroy a quien golpearon, ataron a la parte trasera de un camión, y lo arrastraron varios metros. Éste murió después en el hospital chimalteco.

Habitantes de Sololá linchan a presunto ladrón

Por Lucía Escobar
elPeríodico

Un hombre linchado y otro herido de gravedad fue el saldo del incidente suscitado ayer por la mañana en el municipio de Sololá. El hecho fue transmitido en vivo por varias emisoras de radio.

Héctor Antonio Cáceres, de 33 años, murió cuando era trasladado al Hospital Nacional de Sololá; mientras Jesús Bocel Meletz, de 21 años, fue internado con quemaduras de gravedad en el Hospital de Chimaltenango.

Según algunos testigos que no quisieron identificarse, la turba sorprendió robando in fraganti a Bocel Meletz, lo desnudaron y llevaron amarrado por aproximadamente siete cuadras hasta el lugar donde lo obligaron a denunciar a sus cómplices. Luego, un grupo de vecinos fue directamente a la casa de Antonio Cáceres para sacarlo y vapulearlo, acusado de robo y extorsiones.

Nada se pudo hacer
Personas de la Iglesia Católica, Bomberos Voluntarios y otros líderes locales intentaron calmar los ánimos de los manifestantes, pero fue imposible. Finalmente se pudo salvar a Meletz porque se tiró dentro del picop de la Policía Nacional Civil, ya ardiendo en llamas y fue trasladado al hospital. Inmediatamente, la turba se dispersó, solo algunos niños merodeaban por el lugar.

A eso del mediodía, agentes del Ministerio Público terminaban de levantar las últimas evidencias que quedaban frente al Cementerio General, en el barrio San Bartolo, lugar donde fueron golpeados y agredidos los dos ciudadanos acusados de robar pantalones en el mercado central.

Rosibel Manchamé, fiscal del MP, comentó que ha sido difícil recabar pruebas y declaraciones, ya que la mayoría de gente dice que no vio nada. Los locales cercanos al lugar donde sucedieron los hechos, cerraron sus puertas, bajaron las persianas y se fueron para eludir el interrogatorio.

“A mí me vinieron a avisar que cerrara, pues venía la turba, yo no vi nada”, comentó Luis Cotí, dueño de la tienda La Casita de Mi barrio, ubicada un costado del cementerio. “Ustedes, los periodistas, son cómplices, porque también son como ellos y los defienden, solo vienen a sacarnos información”, acusó el vecino a reporteros de elPeriódico. Periodistas locales también fueron agredidos por estar transmitiendo en vivo los hechos.

El agente Paz Lajuj, de la Comisaría de Sololá, refirió que no hubo detenidos pues la población se opuso.

Autoridades de la Alcaldía Indígena de Sololá intentaron mediar entre los pobladores, pero no fueron escuchados, y declararon que esto no era “justicia maya”, ya que no hubo un procedimiento ni un juicio público ni ninguna de las características del derecho consuetudinario.

Foto de Nuestro Diario


Antecedentes
Hace menos de tres meses, los pobladores de Sololá se levantaron en una manifestación de más de 3 mil personas, que exigían justicia, específicamente el encarcelamiento de banda de presuntos delincuentes, conocida como “Los Noj”. En esa ocasión, los vecinos quemaron cuatro inmuebles pertenecientes al presunto líder del grupo acusado de secuestro y extorsión. Hace poco, trascendió en las noticias locales que dicho delincuente ya había salido libre, a pesar de las advertencias de la población que no querían verlo en las calles. Según algunos vecinos, esta situación contribuyó a que los pobladores decidieran tomar la justicia por sus propias manos.

15 May 2008

Vecinos de Sololá linchan a presuntos asaltantes

Emisoras Unidas

Una enardecida turba capturó y quemó vivo hoy a un presunto ladrón en Sololá, informaron las autoridades.

Según la Policía Nacional Civil (PNC), más de 300 pobladores de Sololá capturaron hoy a dos delincuentes que habían perpetrado un asalto en el mercado del lugar y luego de arrastrarlos y golpearlos, los llevaron al cementerio y les rociaron gasolina.

"Los revoltosos le prendieron fuego a uno, que ya murió", explicó el oficial de la PNC, Roberto Vega, y señaló que el otro delincuente capturado aún está con vida.

La víctima mortal ha sido identificada como Héctor Cáceres, apodado el "manía", integrante de una banda de asaltantes que opera en Sololá y conocida como "Los Toshos", según las autoridades.

Foto del Diario La Hora



Este hecho se suma al linchamiento de un hombre registrado ayer en Chimaltenango.

Los enardecidos indígenas de la aldea Bola de Oro, capturaron al hombre, no identificado, al que acusaron de haber asaltado una tienda de esa comunidad.

"Lo agarraron por la fuerza y se lo llevaron a la plaza de la aldea Bola de Oro, en donde los golpearon hasta dejarlo inconsciente", dijo la PNC.

La víctima, de unos 31 años de edad, junto a otros cuatro hombres que escaparon en un vehículo, al parecer, asaltaron una tienda de esa aldea y amenazaron de muerte a sus propietarios.

Según estadísticas de organizaciones humanitarias locales, el año pasado fueron linchados unos once hombres y una mujer, en diferentes puntos del país, mientras que otros siete se salvaron de morir de esa forma.

La ausencia de las fuerzas de seguridad en las comunidades apartadas del país, así como la desconfianza de la población en el sistema de justicia de Guatemala son, según expertos, las principales causas de los frecuentes linchamientos.

Linchan a dos en Sololá

Por Mario Cordero
La Hora

Con la presencia de al menos 500 vecinos de la cabecera departamental de Sololá, hoy se vapuleó a dos supuestos delincuentes; uno de ellos murió tras varios minutos de arder en llamas, mientras que el otro logró escapar en un picop de la Policía Nacional Civil (PNC).

Pasadas las nueve de la mañana, un grupo de vecinos del barrio El Carmen, en Sololá, Sololá, capturó a Jesús González, más conocido como "El Manía". Los vecinos lo acusaban de robo, estafa y extorsión, en contra de ellos.

Ante las amenazas de linchamiento, "El Manía" confesó el nombre de un supuesto compañero de delito. Acto seguido, la turba enardecida también fue tras Héctor Cáceres, alias "El Tosh".

El destino de los dos supuestos delincuentes fue discutido entre los vecinos. En medio de las conversaciones, el grupo de ancianos mayas de la comunidad intentó mediar ante el conflicto.

Sin embargo, los vecinos no se encontraron en la mejor disposición, y enojados por tantos crímenes que habían sufrido, decidieron trasladar a los dos sospechosos de los crímenes, al cementerio de la localidad, ubicado a pocos metros del barrio donde se encontraban.

Para movilizarlos, los vecinos los empujaban y golpeaban, recriminándoles por sus supuestos delitos. Mientras se trasladaban al lugar referido, los vecinos impidieron la llegada de autoridades de seguridad y también de los cuerpos de socorro.

También, coaccionaron a los periodistas que se encontraban en el lugar cubriendo la noticia, indicándoles que debían cesar de transmitir la noticia.

Pese a ello, un corresponsal de Emisoras Unidas, Ángel Julajú, logró transmitir el evento, exponiendo su vida, ya que le habían advertido que no lo hiciera.
Éste relató que los dos supuestos criminales, tras ser ablandados a golpes, fueron rociados con gasolina y posteriormente les prendieron fuego.

"El Manía" fue el que más sufría por las llamas; los vecinos no pudieron impedir que éste estuviera dando saltos y corriendo por todas partes; esta situación le permitió estar fuera del alcance de los linchadores.

Un picop de la PNC, que intentaba ingresar al lugar para imponer el orden, pasaba por ahí. "El Manía" aprovechó para lanzarse a la palangana del automotor, y de esa manera los agentes se lo llevaron.

La turba se concentró en la radiopatrulla, impidiéndoles el paso y agrediéndoles, para que no se llevaran al supuesto delincuente. Los vecinos continuaron la trayectoria del picop policial. Por esa razón, los linchadores dejaron descuidado al otro sospechoso, "El Tosh". Éste, por varios minutos, fue quemado por las llamas, sin que nadie de los que se habían quedado le ofreciera ayuda.

Por casi media hora fue consumido por las llamas, hasta que la gasolina se consumió. Tiempo después, los socorristas intentaron salvarle la vida, pero las quemaduras y los golpes habían sido muy fuertes, por lo que dejó de existir.

El otro linchado, "El Manía", fue trasladado a la Emergencia del Hospital Roosevelt, en la ciudad capital. Su cuerpo había sufrido fuertes quemaduras, pero no tantas como su supuesto compañero de crimen.

Con este incidente, ya es el segundo consecutivo que se realiza en el país, ya que ayer ocurrió un hecho similar en Chimaltenango, en donde César Adolfo Chiroy Silva fue acusado de robo de cien mil quetzales de una vivienda.

Queman vivo a supuesto delincuente en Sololá

Prensa Libre

Pobladores de la cabecera departamental de Sololá quemaron vivo hoy a un hombre sindicado de ser integrante de una banda delincuencial.

El hombre identificado como Héctor Antonio Cáceres, alias El Tosho, fue detenido junto a Jesús González, alias El Manía, en el barrio El Carmen, del citado municipio.

Los sujetos fueron desvestidos y golpeados, además les fue cortado el cabello, presenció un corresponsal de Prensa Libre.

Los bomberos acudieron al lugar y al comprobar que el hombre aún estaba vivo lo trasladaron al Hospital Nacional de Sololá donde falleció.

Agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) llegaron a contener la situación y lograron rescatar al segundo hombre que escapó de ser quemado.

Los agentes de la PNC fueron atacados por la turba que intentaba quemar al segundo supuesto delincuente.

Corte Suprema de Justicia repudia los hechos

Emisoras Unidas

Más reacciones de las autoridades:

Un magistrado de la CSJ repudió el linchamiento en Sololá y anunció que trabajan en propuesta para garantizar que la justicia sea pronta.

Dice que ampliarán competencias de los Jueces de Paz. Y que los juicios serán cortos, rápidos. El proceso penal de delitos comunes (no graves) se realizará en los lugares donde los mismos ocurran y no durarán más de 30 días.

Víctima ha fallecido: reporte del Hospital de Sololá

Fredy Mogollón
Emisoras Unidas
Sololá

11:10 am. Héctor Cáceres ha fallecido. Jesús González fue trasladado a la capital.

Derecho Maya, Derecho Consuetudinario

Felipe Valenzuela
Emisoras Unidas

Antropólogo Celso Lara explica sobre Derecho Maya. Se basa en la tradición oral, en el derecho consuetudinario, que viene desde tiempos inmemoriales.

Permite que sean los propios pobladores los que castiguen a los miembros de las comunidades que están en contra de determinadas formas culturales, según la tradición oral. No contempla la pena de muerte. Es un castigo que imponen los ancianos.

Viene de la costumbre. Es la comunidad por medio de sus dirigentes los que lo administran. Contempla castigos que exponen al individuo ante la comunidad para que todos sepan que es un ladrón, por ejemplo. Es un señalamiento de la sociedad sobre el delincuente. El individuo humillado se va de la comunidad, de forma voluntaria o punitiva. La muerte es fruto de la descomposición social.

Linchamiento se puede dar en cualquier lugar.

Informe de la Policía

Fredy Mogollón
Emisoras Unidas
Sololá

Las víctimas fueron capturadas en el mercado municipal. La turba estaba conformada por unas 500 personas.

La PNC logró rescatar a "el Manía". Se le trasladó a la ciudad capital por la gravedad de sus heridas.

La PNC pone grupo anti-motines frente a sus instalaciones para evitar ataques contra la sub-estación.

Policía dice que si no se presentan cargos contra los presuntos delincuentes, se les va a dejar en libertad.

Reacciones

Felipe Valenzuela
Entrevistas del Patrullaje Informativo de Emisoras Unidas

Willy Melgar, de la Corte Suprema de Justicia, informa que el linchamiento no está tipificado en el Código Penal.

Según sus registros, en el 2008, van 15 casos linchamientos, con saldo de 30 víctimas, 27 hombres y 3 mujeres. De los cuales 3 han fallecido.

Habla de programa educativo del Organismo Judicial. Dice que gente quiere "Justicia Pronta y Cumplida". Pero debe respetarse principo de presunción de inocencia.

Pide que Congreso reforme Código Penal y que aumente las penas.

Diputado Oliverio García Rodas habla sobre proyecto de ley impulsado por diputado Baudilio Hichos. Dice que cuando se produce muerte por linchamiento eso es un delito. No es sólo un fenómeno social. Es homicidio o asesinato. Así que sí hay figura penal.

En iniciativa de ley se habla de premeditación, alevosía y ventaja, pero la turba no necesariamente piensa con anticipación lo que va a hacer. También dice el diputado que "cuando el Estado no cumple con su obligación, de sancionar a los delincuentes, las personas recuperan poder punitivo que le han delegado al Estado".

Luis Ramírez, del Inst. Comp. en Ciencia Penales, dice que linchamientos no es un fenómeno exclusivo de Guatemala. Pone de ejemplo a los EEUU. Dice que no se trata de vacío legal. Sí hay que cambiar Código Penal, pero es más bien tarea de prevención del delito y de mecanismos alternativos de resolución de conflictos. Dice que no es justicia indígena. Puede darse en otros escenarios. Dice que es problema de anomia. No hay nada que contenga la violencia y esta se desborda, siendo aprovechada por grupos hegemónicos.

Gente (oyentes de la radio) dice: "Esta es la verdadera justicia". Felicitan a la gente en Sololá. ¡Qué se castigue a los delincuentes, y no a los linchadores!

Diputado dice que la gente desconfía en sistema de administración de justicia. Por lo tanto hay que hacer funcionar el sistema. No se justifica el linchamiento pero se entiende. Se necesita Código Penal moderno.

Ramírez dice no vamos en la dirección correcta. La justicia es un valor, por lo tanto no se hace justicia linchando a las personas. Se necesita hacer efectiva la investigación criminal. De eso depende la justicia. El Ministerio Público necesita controlar mejor su política criminal.

Más detalles sobre el caso de Sololá

Ángel Julajú y Fredy Mogollón
Emisoras Unidas
Sololá

10:25 am (en Guatemala). La gente curiosa llega a ver a Héctor Cáceres, "el Tox", la persona linchada.

Se hace presente la Iglesia Católica. Llegan los Bomberos Voluntarios. No están presentes ni la Policía ni el Ministerio Público.

Se supone que la turba estaba conformada por vendedores del mercado, quienes eran extorsionados por los supuestos delincuentes.

Parece que la víctima aun no ha fallecido.

Bomberos acuden a levantar el cuerpo. Se facilitó labor de bomberos con retiro de la PNC. Se trasladará al Hospital Nacional de Sololá.

¿Castigo Maya? ¿Justicia Popular?

Empieza el Patrullaje Informativo de Emisoras Unidas

10:13 am. Manía y Tox son linchados en Sololá. Radio lo describe como "Castigo Maya".

Segundo caso de "justicia popular" en dos días. Ayer hubo linchamiento en Chimaltenango. Ver POST abajo.

No hubo captura, sino rescate de víctima

Ángel Julajú
Emisoras Unidas
Sololá

10:00 "El Manía" se salvó lanzándose a la palangana del pick-up de la PNC. No se trataba de un miembro de la turba.

Los miembros de la turba evitan que entren los bomberos. Consiguen más gasolina para terminar de quemar a "el Tox". Un hombre de unos 20 años de edad.

Ahora ingresan otro periodistas con cámaras fotográficas.

Fracasó la mediación de la Municipalidad Indígena.

A los presuntos delincuentes se les acusa de extorsionar a la población.

Enfrentamiento con la Policía

Ángel Julajú
Emisoras Unidas
Sololá

9:55 am Ahora los pobladores se enfrentan con la PNC. La Policía hace disparos al aire para dispersarlos.

Los Policías han sido atacados por evitar que el otro presunto delincuente sea quemado por la turba.

Se sigue quemando el otro presunto delincuente, llamado "el Tox". Pero sigue con vida.

La población amenazó también al reportero, por estar transmitiendo en vivo el linchamiento.

La PNC capturó a uno de los miembros de la turba.

Todo esto ha ocurrido en El Cementerio, San Bartolo, Sololá.

Hay llanto de las personas. Unos lamentan la situación, otros admiran a los que tomaron la decisión de linchar a los presuntos delincuentes.

Los queman en Sololá

Ángel Julajú
Reportero corresponsal de Emisoras Unidas

Sololá, Sololá. A las 9:42 am, la turba les ha rociado gasolina a los presuntos delincuentes, quienes intentan escapar.

Pero la población está enardecida, intentando prenderles fuego.

9:45 am han logrado quemarlos (reportero llora al ser testigo del hecho). Uno ha escapado. El que quedó ya está calcinado, en agonía.

Hasta ahora llega la Policía. Los miembros de la turba se dan a la fuga...

Recapturan al que había escapado, llamado como "el Manía".

La Policía sólo está observando.

Los bomberos intentan ingresar, junto con los policías.

Los pobladores tiran piedras y palos contra la PNC, que no hace nada para dispersarlos.

Linchamiento en Sololá

La radio Emisoras Unidas está transmitiendo en directo un caso de linchamiento en Sololá.

Informan que los presuntos delincuentes han sido golpeados, desnudados, y rapados (les cortaron el pelo muy cortito).

La población dice que ya están cansados de tanta delincuencia. Parece que la Municipalidad Indígena del municipio está mediando.

Veremos qué pasa.

Escuche la radio AQUI presione donde dice "Radio en línea"

Linchan a asaltante

Por César Pérez
Prensa Libre

Chimaltenango. César Adolfo Chiroy Silva, de 32 años, fue linchado por un grupo de vecinos de la aldea Bola de Oro, acusado de haber robado Q100 mil en una vivienda de esa localidad.

Todo empezó a eso de las 9.30 horas de ayer, cuando un grupo de hombres armados ingresó a la vivienda de la familia de Ovidio Velásquez, ubicada en la entrada a esa aldea.

Los delincuentes amarraron a los propietarios, entre ellos mujeres y niños, robaron el dinero y un lote de joyas, y huyeron en un carro y un picop, con rumbo hacia el casco urbano chimalteco.

Uno de los propietarios logró desatarse y alertó a sus vecinos, quienes siguieron a los asaltantes en un picop y una motocicleta.

Los ladrones empezaron a dispararle a la gente que les perseguía; pero, al llegar a Puerta Blanca, uno de los vehículos de los maleantes se estrelló contra un autobús.

Los cuatro delincuentes se bajaron del carro accidentado, y tres de ellos abordaron el picop, pero Chiroy no pudo escapar y fue copado por los comunitarios que los seguían.

Le proporcionan golpiza
A eso de las 10 horas, los pobladores comenzaron a vapulear a Chiroy, a quien le propinaron una golpiza, después lo amarraron a la parte trasera de un camión, y lo arrastraron por algunos metros en el asfalto.

A las 11.15 horas, el supuesto ladrón confesó que entre los delincuentes había un vecino de Bola de Oro. Ofreció revelar la identidad de sus cómplices, y los comunitarios se lo llevaron a una vivienda de esa aldea, en donde volvieron a golpearlo.

Los vecinos aseguraron que a las 12.30 horas, Chiroy ya había revelado nombres y direcciones de los otros delincuentes, por lo que accedieron a liberarlo.

Bomberos Municipales llevaron a Chiroy al Hospital Nacional de Chimaltenango, pero murió minutos después de haber sido ingresado, debido a la gravedad de las heridas que presentaba.

Robbyn Solares, jefe de la Policía, expresó que investigarán el robo en la vivienda y el linchamiento de Chiroy.

Galería de fotos AQUI

14 May 2008

Vapulean a asaltantes

Por Jimmy Ren
Prensa Libre

Santa Cruz del Quiché. El lunes último por la noche, pilotos de mototaxi vapulearon a tres individuos, a quienes señalan de extorsionarlos, cuando los sorprendieron en el momento que asaltaban a otro piloto. [Ver POST anterior]

Los presuntos ladrones fueron identificados como Pedro Pol Ventura, de 47 años; Carlos Roberto Mejía Tol, 18, y José Luis Lares López, quien no proporcionó su edad.

Todos son originarios de Chichicastenango, y se dedicaban a asaltar a transeúntes y mototaxistas a inmediaciones de las ruinas de Gumarcaah, por lo que los pilotos ya los habían reconocido.

Luego de ser vapuleados, dichos individuos fueron rescatados por agentes de la Policía Nacional Civil, con heridas de consideración.

13 May 2008

Vecinos se unen contra la violencia

Por A. Ixcot, E. Paxtor, Á. Julajuj y A. Echeverría
Prensa Libre

Vecinos de la cabecera departamental de Totonicapán organizan patrullajes para contrarrestar la delincuencia ante la ineficacia de la Policía Nacional Civil (PNC). Mientras, en Sololá, pobladores consideran hacer lo mismo.

Ante un reciente repunte de robos y asaltos, residentes de cuatro zonas crearon grupos de seguridad comunitaria. Uno de éstos en un sector de la zona 1, conocido como Palín.

Desde la semana pasada, en varias calles del casco urbano fueron colocadas mantas en la que se pueden leer consignas como: “Palín en contra de la delincuencia” y “Estamos organizados contra la delincuencia”.

“La iniciativa surgió debido a que la PNC no brinda seguridad, y varios de sus miembros han sido cómplices de delincuentes”, destacó Carlos Ariel Baquiax Socop, líder comunitario de la zona 1.

Mario Chaj, gobernador, sugirió a estas comisiones de seguridad que trabajen apegados a ley. “La idea es evitar que se cometan excesos como linchar a detenidos, y los dejen en manos del sistema de justicia”, expresó.

Sin embargo, Baquiax Socop sostuvo que los grupos de vecinos toman justicia con mano propia, a causa de la debilidad de ese sistema. “En muchas ocasiones el ladrón sale y sigue haciendo de las suyas”, expuso.

El 15 de abril pasado, un ladrón fue vapuleado y entregado a la PNC. Días después, recobró la libertad.

“Este pueblo era pacífico, pero ahora no dormimos tranquilos. Lastimosamente hay que actuar así, para que sepan que estamos organizados”, manifestó un vecino.

La ineficacia policial puede originarse en que sólo 150 miembros son delegados para esa ciudad, con más de 400 mil habitantes.

Élfego Esquité, jefe de operaciones de la PNC, calificó de positivo el trabajo de las juntas, pero mencionó que deben funcionar como apoyo a esa institución.

Sololá
Mientras, pobladores de varias comunidades de la cabecera departamental de Sololá se quejaron del aumento de secuestros, robos y extorsiones.

Vicente Palax Iboy, refirió que es peligrosos caminar en calles oscuras después de las 18 horas.

Líderes comunitarios y autoridades comenzaron la integración de comités de seguridad ciudadana, en caseríos y aldeas del sector.

Miguel Pablo, líder de lugar, expuso que en estos últimos meses se han registrado más hechos delictivos. “Es urgente integrar grupos para velar por la seguridad”, argumentó.

Chiquimula
En tanto, en Ipala, Chiquimula, el incremento de violencia ha alcanzado incluso a miembros de la PNC. En fecha reciente, fue muerto a balazos el subinspector Geovanni Cheguén Bernard, quien seis días antes había sido trasladado a ese lugar como jefe de la subestación.

“Los asesinatos nos tienen en las primeras páginas de los periódicos”, comentó Jorge Reyes, residente del lugar.

Mario Bojórques, otro de los pobladores, expresó que los crímenes se cometen en esa región a cualquier hora del día.

Manuel Cordón Dubón, oficial I de la PNC, indicó que la mayor parte de los homicidios se comenten allí por narcotráfico o por venganzas personales.

Sin embargo, alto porcentaje de criminales no son detenidos por la PNC.

Pilotos de mototaxis vapulean a presuntos ladrones en Santa Cruz del Quiché

¡Apareció algo, pero en otro departamento!

Prensa Libre

Tres hombres acusados de extorsionar y asaltar a los pilotos de los mototaxis en Santa Cruz del Quiché, fueron vapuleados anoche por los mismos pilotos.

Estas personas fueron identificadas como Pedro Pol Ventura, de 47 años; Carlos Roberto Mejia Tol, de 18; y José Luis Lares López, quien no suministró su edad.

Los tres son originarios de comunidades de Chichicastenango y se dedicaban a asaltar a transeúntes y a pilotos de los mototaxis a inmediaciones de las ruinas de Gumnarcaah, por lo que los mismos taxistas ya los tenía identificados.

Según uno de los pilotos que no quiso identificarse, reconocieron el picop que utilizaban para cometer sus fechorías y le dieron seguimiento hasta detenerlo, el mismo era conducido por Pedro Pol Ventura quien informó en donde se encontraban sus compañeros, minutos después los capturaron a todos en la zona 4 de Santa Cruz del Quiché, luego se convocó a más de 50 pilotos quienes entre todos les dieron una gran golpiza.

Los sujetos fueron rescatados por agentes de la Policía Nacional Civil, y debido a las heridas que tenían fueron trasladados al hospital nacional Santa Elena de Santa Cruz.

Según los presuntos delincuentes había llegado a Santa Cruz a realizar diversas diligencias ya que son comerciantes y adujeron que probablemente los confundieron con otras personas.

12 May 2008

Casos recientes en Guatemala

Carlos A. Mendoza

Hoy, 12 de mayo 2008, Emisoras Unidas reporta dos casos más de turbas que golpearon a presuntos delincuentes en San Marcos y Retalhuleu. El fin de semana también reportaron otro caso. Como lo mencioné anteriormente, no encuentro los casos en los medios escritos presentes en Internet.

Si alguien tiene acceso a los periódicos Al Día y Nuestro Diario, que cubren la llamada "nota roja", le agradeceré las referencias.

06 May 2008

Me preocupa Rabinal

Carlos A. Mendoza

Hoy Prensa Libre publicó un artículo sobre la delincuencia, la ausencia del Estado (poca presencia de la Policía) y la percepción de los vecinos en Rabinal, Baja Verapaz.

Artículo en Internet: "Viven atemorizados en Rabinal"

Todos los factores están presentes para que surja la violencia colectiva en forma de linchamientos. ¿Por qué no ha surgido hasta el momento?

Según la hipótesis de MINUGUA, el conflicto armado y la pobreza, en Rabinal deberían ser frecuentes los linchamientos. Sin embargo, de 1996 a 2002 únicamente se regristraron dos casos de formación de turbas, pero nadie perdió la vida debido a un linchamiento, sólo hubo dos heridos (según informes de la propia MINUGUA).