29 May 2006

Causas de los linchamientos en Guatemala

El miércoles 3 de mayo del 2006 se presentó en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA, San Salvador) el trabajo de investigación de Carlos Mendoza, titulado: Causas de los linchamientos en Guatemala: ¿Barbarie o Justicia Popular?

Para ver presentación en MS-PowerPoint ir a la siguiente dirección de Internet:

AQUI

Dicha presentación se benefició de los comentarios dados por Elin Ranum, investigadora del IUDOP, quien trabaja el tema de las maras en Guatemala.

Para leer sus comentarios, ver el siguiente post.

Comentarios a la presentación

Por Elin Cecilie Ranum
Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP)

Comentarios a la presentación "Linchamientos: ¿Barbarie o Justicia Popular?" de Carlos A. Mendoza

Primero quisiera agradecerle a Carlos por su excelente presentación, que nos ayuda a mejor entender un fenómeno tan complejo y atemorizador que es el fenómeno de los linchamientos, y también agradecerle por invitarme a comentar su trabajo.

Con esta presentación, Carlos ha atraído nuestra atención hacia lo que quizás es el ejemplo más brutal y cruel de los problemas que enfrentar varios países latinoamericanos, muchos de ellos se encuentran en una transición de regímenes autoritarios a la democracia, y de la guerra a la paz tal como es el caso de Guatemala y El Salvador. En estos países la violencia del pasado ha sido remplazada por otro tipo de violencia que ha llegado a niveles tan extremos que ya es la mayor preocupación de los ciudadanos en estos países, y también ha llegado a tener expresiones muy extremas. La violencia se ha convertido en algo que se podría llamar una “hoguera de historia colectiva” para retomar las palabras de Eduardo Galeano. La seguridad pública, según el mismo autor, se ha convertido en una “obsesión pública”, lo cual facilita ciertas acciones y actitudes entre los ciudadanos tal como lo que hemos visto en esta presentación. Los linchamientos son un escenario de temor de la sociedad de posguerra, es el escenario de las masas que se juntan para castigar a un supuesto delincuente o amenaza a la seguridad e integridad de la comunidad, personas que en muchas ocasiones han sido inocentes... Creo al escuchar historias de violencia colectiva y de las masas que se juntan y matan a otras personas, todos nos hemos preguntado: ¿qué es lo que hace que la gente llega a estos extremos? Son historias que nos asustan. Nos asustan precisamente porque no las entendemos, no sabemos lo que hay atrás de estas historias de barbarie y de horror que con cierta frecuencia llaman nuestra atención al hojear los periódicos. Al escuchar de estos historias, quizás algunos piensan que la gente ya está harta de tanta violencia, la gente está frustrada... a lo mejor estos pensamientos no son tan equivocados, pero no explican lo que hay atrás de este fenómeno... Por esa razón, la exposición de Carlos es de mucha importancia y creo que nos ha dado a todos un mejor entendimiento de algunos factores que pueden explicar porque se llega a haber acciones tan extremas como son los linchamientos.

Carlos ha enfatizado la importancia de revisar las explicaciones anteriores y probar la importancia de otros factores para encontrar nuevas respuestas y explicaciones a los fenómenos que nos preocupa a todos. Hemos visto que si bien el legado de la guerra y las violaciones de los derechos humanos que se dio en Guatemala durante la guerra civil tiene cierta influencia en el fenómeno de linchamientos, hay otros factores que parecen ser más importantes. El legado de la guerra posiblemente hace la violencia más cruel, pero no explica su surgimiento. Se ha cuestionado la hipótesis tradicional en Guatemala, manejada principalmente por MINUGUA, agregando nuevas variables y se ha subrayado dos factores importantes: La falta de un estado de derecho y la poca presencia del estado en muchas zonas del país; e importantes características de la cultura indígena que ayudan a explicar ciertas formas de acción colectiva, que en este caso se expresa como violencia colectiva. Es una cultura con alta capacidad de organización, y donde la acción colectiva ha sido un mecanismo de supervivencia, es una cultura cuyo capital social en términos de solidaridad, sentimiento de comunidad, colectividad, organización y acción parece ser fuerte, y hemos visto como el capital social puede llegar a tener expresiones negativas...

Con base en una investigación científica donde se aplica una metodología que a mi juicio es muy valiosa a parte de ser novedosa en este tema y nuestros países. Esta metodología permite hacer un análisis cuantitativo para establecer la importancia de los diferentes variables sin perder o ignorar datos, este estudio ha sido muy enriquecedor en términos de ampliar la hipótesis tradicional sobre este fenómeno en Guatemala, agregando nuevos factores cuya importancia resulta ser mayor que los factores subrayados en estudios pasados. Esto no solamente genera un mejor entendimiento sobre el fenómeno, sino que también facilita la tarea de elaborar propuestas de políticas para prevenir estos casos.

La inseguridad y altos niveles de violencia parecen ser factores subyacentes, sin embargo no se queda de todo claro cual es el origen de la inseguridad, ni que tan afectadas por la violencia son las comunidades donde se han dado casos de linchamientos. Creo que sería interesante ver el sentimiento de inseguridad y su origen versus los de facto niveles de violencia, así como su importancia como variables. Otro punto que ojalá pueda desarrollarse un poco más en un futuro estudio son más detalles sobre los casos donde se repiten los linchamientos, cuales son los variables con mayor peso, si los linchamientos ayuden a reducir los niveles de seguridad, si las personas son más propensas a participar en linchamientos cuando ya se han dado una vez, y el impacto de difusión de los linchamientos. De igual manera hubiera sido interesante conocer más estudios de caso para enriquecer los resultados de la investigación cuantitativa, sobre todo buscando respuestas de qué tanto son los linchamientos respuestas espontáneas o qué tanto son ya acciones más planificadas y organizadas.

Este fenómeno de los linchamientos puede parecer ser ajeno a la realidad salvadoreña. Aquí tenemos violencia, pero linchamientos no tantos... No obstante, aunque el fenómeno de linchamiento no se haya manifestado en la misma manera en El Salvador, vale la punta retomar un punto importante de esta presentación: Que los ciudadanos toman la justicia por sus propias manos. La diferencia es que eso se da en una forma más discreta e invisible que en Guatemala. Y esto es una práctica muy respaldada por los salvadoreños.; la mitad de la población acepta estas acciones, y está a favor de organizar grupos vecinales armados para defenderse.

Un punto del trabajo de Carlos Mendoza que me llamó mucho la atención es la separación de la sociedad entre “ellos” y “nosotros”, o los “malos” y los “buenos”. Esto genera que la gente muchas veces piense que tienen el derecho de juzgar sobre otras personas, lo cual puede llegar a un nivel donde los “buenos” se sienten con el derecho de decidir que tipos de derechos merecen tener los “malos”, llegando al extremo de tener el derecho de quitarles la vida a los “malos”. Esta separación también puede ser usada para generar apoyo a políticas extremas o represivas de control o de seguridad, donde se acepta que se violan los derechos de los “malos” precisamente porque esto da una sensación en los “buenos” de que su seguridad incrementa.

Esto a su vez refuerza la actitud que mencioné hace poco. El hecho tomar la justicia en sus propias manos. Lo que se ve en El Salvador, no son las masas que participan en una turba o en un linchamiento, sino que se da en una forma más discreta y silenciosa donde alguien manda a matar a alguien etc. Quizás el caso más extremo aquí es el caso de las pandillas, donde los pandilleros han dejado de ser “personas” por el hecho de que se ha generado una percepción colectiva de que los pandilleros son los “malos” de la sociedad y son una amenaza a la seguridad de los demás, los “buenos”. Esto ha llevado a una situación de algo que se podría llamar “desconexión moral” donde la gente desconecta el moral y las normas cuando no sea conveniente aplicarlos. Esto se ve cuando la gente aplauda cada vez que se muere un pandillero. La gente lo aplauda, lo aprueba, y no lo denuncia. En esta manera, la gente se convierte en cómplices de los asesinatos, en cómplices del hecho de que alguien le quita la vida a alguien. No son participes en la forma que se da en el caso de los linchamientos, donde la muerte ocurre como resultado de una acción colectiva. Pero son participes en una muerte que ocurre como resultado de una aceptación colectiva de que los “malos” de la sociedad no tienen el mismo derecho a la vida como los “buenos”.

Como en Guatemala, la falta de un estado de derecho, la poca presencia del estado, la falta de acceso al sistema de justicia y la incapacidad del estado de garantizar seguridad a los ciudadanos en El Salvador son factores que ayudan a generar estos valores. La incapacidad del estado de brindar seguridad impide la construcción de una cultura política democrática, ya que refuerza actitudes autoritarias, reduce la confianza en el sistema judicial y otras instituciones del estado, reduce el apoyo a la democracia, y el respeto a los derechos individuales de los demás. Estas son valores que se ven en los salvadoreños, y que aunque no se expresen en la misma forma extrema y no generen el mismo escenario de terror como los linchamientos, son valores que ponen en peligro la gobernabilidad, dificultan el proceso de democratización del país, e impiden la construcción de la paz ciudadana.

Una lección muy importante que vale la pena retomar de esta presentación es precisamente la necesidad de fortalecer el estado, su presencia y trabajar para construir un estado de derecho, ya que esto parece ser un factor determinante por lo cual la gente llegue al extremo de decidir quien tiene el derecho de vivir o no, expresada en una forma de acción colectiva como los linchamientos, o por medio de una aceptación colectiva que se ve aquí en El Salvador también.

Para terminar, quiero felicitarle otra vez a Carlos por este trabajo. Creo que es un aporte muy importante, ya que señala graves debilidades de los países y ayuda a ilustrar algunos problemas que muchos países, no sólo Guatemala y El Salvador, tienen que enfrentar en la transición de la guerra a la paz y de regímenes autoritarios a la democracia. Muchas gracias.

Miércoles 3 de mayo del 2006.
Universidad Centroamericana (UCA) “José Simeón Cañas”
San Salvador, El Salvador.

Linchamientos y otros tipos de violencia: panel-foro

En el IV Seminario Interuniversitario “Economía para la Política”, organizado conjuntamente por el Centro para el Análisis de las Decisiones Públicas (CADEP) y diez universidades participantes (llevado a cabo del 21 al 23 de marzo del 2006 en la ciudad de Guatemala), se realizó el panel-foro titulado: Políticas Públicas, ¿causa o disuasivo de la violencia y el terrorismo?

Para ver el video ir a la siguiente dirección de Internet:
http://www.newmedia.ufm.edu.gt/pagina.asp?nom=cadeppoliticaspublicasterrorismo

19 May 2006

Linchamientos y feminicidio

Por Margarita Carrera
Prensa Libre (19 may 06)

Lo más infame de los linchamientos es que aquellos pueblos que fueron víctimas de la guerra sucia se están convirtiendo en victimarios que creen tener el derecho de señalar, juzgar, torturar y quemar vivos a los sospechosos de cometer algún delito.

En el último linchamiento participaron casi mil personas del caserío La Vega, aldea Chiquej, Santa Apolonia, Chimaltenango.

Ahí se linchó a tres hombres acusados de ser asaltabuses. Una de las víctimas fue el agente de Policía Nacional Civil Nery Antonio Contreras, quien “estaba de descanso y salió a divertirse con dos amigos que seguro fueron confundidos”.

Días antes se había linchado a un hombre y a una mujer en Sumpango porque se creyó que eran robaniños. Me parecía que, en anteriores linchamientos, no participaban mujeres, sólo varones.

Pero este último en Sumpango, trajo abajo mi suposición.

Mujeres, acompañadas de niños, daban garrotazos a los sospechosos. Lo peor fueron los aplausos y la alegría al ver cómo morían el hombre y la mujer después de rociarlos con gasolina.

¿Hasta dónde llega el crimen y la barbarie en Guatemala? El Estado de Guatemala deberá ahora informar al Comité Contra la Tortura de la ONU la razón por la que ocurren los linchamientos; asimismo, las medidas que se adoptan que, como es fácil comprobar, hasta ahora han sido escasas y en extremo débiles.

¿Somos un “paraíso para asesinos” como nos acusa la cadena de televisión BBC? Amarga pregunta que tiene una inmediata respuesta: sí, somos un país para asesinos. ¿Y dónde están las autoridades para impedir que éstos sigan matando a diario?

Porque parece que no hay autoridades responsables, tampoco asesinos, sólo asesinados y asesinadas. Muchas veces no se logra identificar a las mujeres a quienes se ha violado y dado muerte con saña.

En un vídeo que dura 58 minutos, la BBC graba a Francisca López cuando, al ir a recoger el cuerpo de su hija de 13 años, recibe las ropas ensangrentadas que vestía (una prueba que debería guardar la Policía).

¿Pero para qué si aquí nada se investiga y nadie es culpable? Sobre las violaciones, el documental resalta que en Guatemala un violador puede evadir la cárcel si se casa con la víctima. ¡Y esta ley sigue vigente!

Y aún más vergüenza para Guatemala: en la última parte del documental, la periodista Portenier logra hablar con el presidente Óscar Berger cuando salía de un acto donde condecoró a Efraín Recinos.

Al decirle que este año Guatemala podría cerrar con más de 600 mujeres asesinadas, Berger le responde que es muy pesimista y que debiera ser más optimista. ¡Eso se llama ser un buen gobernante! Sólo le faltó decir que con el programa Guateámala todo se arreglará y tendrá un final feliz.

10 May 2006

Acto de barbarie

Por Haroldo Shetemul
Prensa Libre (10 may 06)

¿QUÉ SUCEDE CUANDO los pacíficos habitantes de una población rural se transforman en los verdugos de quienes consideran delincuentes y sin mediar juicio alguno los golpean hasta la muerte? ¿Cómo se le puede lanzar gasolina y un fósforo a un ser humano para que arda, mientras la multitud fascinada mira cómo se va el hálito de vida? En la mente de los niños que han presenciado este espeluznante espectáculo quedarán grabadas esas imágenes que muestran la falta de valor de la vida, en un país acostumbrado a resolverlo todo a balazos, golpes y fuego.

LA PROCURADURÍA de los Derechos Humanos reportó que de enero de 2005 a la fecha han ocurrido 57 linchamientos. En el más reciente, ocurrido en la aldea Chiquex, Santa Apolonia, Chimaltenango, tres infelices acusados de haber asaltado un autobús fueron victimados por la multitud, pero llama la atención la impotencia de las autoridades. Sólo cuatro agentes policiales intentaron detener a la plebe, mientras que el auxiliar del procurador, el fiscal del Ministerio Público (MP) y el juez se habían ido por temor a ser también asesinados. El director de la PNC reconoce la imposibilidad de que sus fuerzas impusieran el orden, ya que el grupo disuasor de protestas estaba en San Marcos en un desalojo.

ES LA PLENA CERTEZA de la debilidad del Estado, es la ausencia de autoridad. Y frente a la indefensión ciudadana, la respuesta de las masas es la aplicación de la supuesta justicia popular. ¿Pero será realmente justicia lo que llevan a cabo esas hordas? La antigua Misión de las Naciones Unidas en Guatemala (Minugua) publicó un informe sobre los linchamientos en diciembre del 2000, en el que señalaba que esa práctica socava la vigencia de los derechos humanos básicos, como el derecho a la vida, a la integridad, a la libertad y al debido proceso legal. Aseguraba que los linchamientos ponen en entredicho el monopolio del Estado en el uso legítimo de la fuerza.

SEGÚN LA MINUGUA, la mayoría de linchamientos se habían producido en Quiché, Alta Verapaz, Guatemala, Huehuetenango, Sololá, San Marcos, Petén, Chimaltenango y Quetzaltenango. Afirmaba que en la mayoría de esos departamentos el conflicto armado tuvo mayor impacto y las estructuras contrainsurgentes estaban más implatadas. Además, esos lugares tienen los índices de desarrollo humano y de exclusión social más desfavorables. Señalaba que comprobó que la mayoría de linchamientos eran instigados por personas que pertenecieron a estructuras de control político y social en el conflicto, como los ex patrulleros civiles y los comisionados militares.

LO ANTERIOR SIGNIFICA que estamos ante un fenómeno social con dos vertientes: el conflicto armado dejó su marca en función de resolver los conflictos por la vía de la fuerza y la muerte, y los agentes que ejercían el poder fáctico aún pueden controlar a las multitudes en acciones violentas. Asimismo, la presunta justicia popular es un acto criminal, en el que se cometen actos tipificados en el Código Penal, como el delito de muchedumbre, asesinato, lesiones, detención ilegal, allanamiento, amenazas, daños contra bienes materiales, sedición, incitación pública, atentado, resistencia y desorden público.

NO SERÁ TAREA fácil modificar esas estructuras informales de poder incrustadas en la población. Sin embargo, mientras el Estado más se tarde en hacer presencia real y de impulsar una campaña de concienciación, la situación puede volverse más incontrolable. La Minugua señalaba la ausencia de una política estatal contra el crimen, que incluía la prevención y la intervención en situaciones de crisis, como un factor de la debilidad estatal. Además, llamaba la atención de que la PNC y el MP no efectuaban investigaciones para castigar a los responsables de los linchamientos, pero también los juzgados los dejaban libres debido a la presión de los vecinos. Por eso, insisto, en tanto el Estado continúe ausente o debilitado, será muy difícil poner fin a esa práctica salvaje.

08 May 2006

Urge una cruzada contra los linchamientos

Editorial de Prensa Libre (08 may 06)

Los guatemaltecos respetuosos de la vida humana se sintieron conmovidos al enterarse de que en la provincia, esta vez en Santa Apolonia, Chimaltenango, una turba linchó a tres personas en circunstancias que son francamente preocupantes, lo que obliga a realizar una cruzada nacional en contra de esos delitos tumultuarios, que debería ser encabezada y coordinada por las iglesias, tanto la católica como las evangélicas.

Según las informaciones de la Policía, desde 1996 han ocurrido aproximadamente unos 400 casos. Cifras oficiales señalan que en este año nueve personas han muerto en hechos similares, que han ocurrido en número de 32 en diversos lugares del territorio nacional, como Palín y Sumpango, donde sufrieron la misma suerte un hombre y una mujer a quienes los pobladores calificaron de robaniños.

Lo primero que salta a la vista es la necesidad de evitar que se repitan estos hechos. Pero es imposible que las autoridades puedan hacerlo por razones que comienzan desde la notoria escasez de agentes policiales, pero además porque aun cuando cada poblado nacional tuviera suficiente número de ellos, les sería imposible enfrentarse a turbas como los 1,500 vecinos que se arremolinaron durante la noche con el objetivo de tomarse justicia por su propia mano y de esa forma asesinaron a sus tres víctimas.

Es indudable que este crimen tumultuario fue el resultado de la desesperación de los vecinos por la multiplicidad de hechos delictivos que sufren en sus casas, camino a sus trabajos y en los autobuses extraurbanos, pero especialmente por la impunidad con que los delincuentes coronan sus hechos en todas las partes del país, hecho que este periódico ha señalado numerosas veces.

No significa esto que necesariamente hayan sido culpables de los asaltos los dos hermanos y el policía nacional que fueron quemados vivos. Sólo explica que la acción violenta tumultuaria tiene una explicación pero jamás una justificación, porque aun cuando hayan sido culpables, la forma de castigarlos es a través de la aplicación de las leyes.

Un elemento agravante del hecho es que los asesinos impidieron que bomberos y policías intentaran salvar a los tres hombres, que quedaron carbonizados.

Se debe entonces organizar un esfuerzo de convencimiento, basado en los principios religiosos, que son comunes en cuanto al respeto de la vida humana. Las iglesias tienen en este tema una oportunidad de utilizar su capacidad de influencia y de convocatoria para expresar que quienes profesan el catolicismo o cualquiera de las demás versiones de las enseñanzas cristianas, no pueden jamás justificar hechos como estos, cuyos autores se colocan muy lejos de los principios religiosos.

El esfuerzo de las iglesias debe ser apoyado por el Gobierno, a través de una masiva campaña de publicidad que se realice sobre todo, pero no exclusivamente, en los medios audiovisuales.

Es un tema de importancia nacional, más allá de las divisiones de cualquier índole, porque al no saberse en el extranjero las razones de estos hechos, los guatemaltecos quedamos como trogloditas.

06 May 2006

Siguen los linchamientos

Por Sam Colop
Prensa Libre (06 may 06)

Hace más de 15 días fueron dos las personas linchadas en Sumpango, Sácatepeques, y ahora fueron tres en Santa Polonia, Chimaltenango. Estos hechos, por supuesto, son repudiables desde todo punto de vista; pero también evidencian una total desconfianza en el sistema de justicia.

En el caso de Santa Polonia, conforme a informaciones de prensa, la ausencia del Estado fue tal, que la PNC se concretó a tratar de convencer a los vecinos a no cometer el ilícito; pero “desde lejos”. Tanto el juez de Paz como el fiscal del MP no se hicieron presentes por temor, y los restos de los calcinados fueron recogidos por trabajadores del Juzgado de Paz.

En el caso de Sumpango, según esa misma información, los fiscales no han ingresado en el pueblo por miedo a la reacción de los habitantes, y el director de la PNC reconoce que las fuerzas de seguridad han sido rebasadas; pero no oculta que el grupo de agentes encargados para disuadir a las personas en estos casos, se encontraba efectuando un desalojo en San Marcos.

Conforme a vecinos de Tecpán, en esa ruta donde ocurrió el linchamiento, los asaltos son constantes, y en una versión de lo ocurrido, se dice que ese miércoles, pasajeros de una camioneta fueron asaltados de nuevo. Que habiendo llegado la camioneta a su destino, los hombres de la aldea ya hartos de esos actos, abordaron el mismo transporte y regresaron al lugar de los hechos donde para colmo, los supuestos mismos asaltantes quisieron robar de nuevo a otros supuestos pasajeros, llevándose la sorpresa de que éstos iban en busca de ellos.

Los medios tienen otras versiones, pero corresponde al MP determinar la veracidad de lo ocurrido. La desconfianza de la población hacia el sistema de justicia en general, se corrobora con otro hecho. Hace unos meses en aquella región, según me comentaron, dos jovencitas fueron violadas, ellas reconocieron a los agresores; se presentó la denuncia, pero en menos de una semana los señalados estaban en libertad.

Los linchamientos, coincidentemente, ocurren, en su mayoría, donde la campaña contrainsurgente durante el pasado conflicto armado, llegó a su más alto grado de salvajismo. A ello se suma el actual fracaso estatal para brindar seguridad y justicia. De esa cuenta, es inaceptable tildar -aunque no se dice explícitamente- a esas comunidades indígenas como únicas responsables de llegar a estos extremos. En la capital, como sabemos, incluso se puede terminar muerto por bocinar a tripulantes de otro vehículo.

E K’O LO JUJUN kiyoq’ apan qawinaqil rumal ri kamisanik taq ri’; necher man kichomaj taj chi pa kitinamit xukuje’ kekamisax winaq xaq che ubanik.

Ineficacia de la autoridad

Por Lorena Seijo
Prensa Libre (6 may 06)

El siquiatra Rodolfo Kepfer considera que los linchamientos son una forma de manifestar la ineficiencia de la autoridad y un mensaje negativo para quienes los presencian, específicamente los niños.

¿Qué es lo que genera un linchamiento?

Primero, tiene que haber una percepción compartida de ineficacia de la autoridad y un convencimiento de que se está en tierra de nadie.

Se suele comentar que este tipo de crímenes son propios de comunidades alejadas, pero ya ha habido casos en la capital y municipios cercanos.

En Guatemala, tomar la justicia por mano propia es una tendencia general, un acto reivindicativo, de recuperación del control, la propiedad y la seguridad. Los linchadores eligen a una víctima como chivo expiatorio de todo lo que han acumulado, como ejemplificador.

¿Hay instigadores en los linchamientos o es una reacción espontánea de la masa?

Podríamos pensar que puede haber injerencias en crear ánimos de persecución, climas de expectativa y alarma, como lo que se comentaba de las iglesias y la Policía advirtiendo sobre robo de niños en Sumpango.

¿Pero es un fenómeno grupal?

Definitivamente, es un fenómeno grupal y operan, en general, inconscientemente. La característica es que no hay conciencia individual, el grupo está sin cabeza.

¿Qué se necesita para que se generen?

Lo que se necesita es un disparador. Bien sea porque el futuro linchado es un delincuente o porque así lo considera el grupo tras haberse propagado un rumor.

¿Pero los rumores pueden generarse por problemas personales previos?

Puede haber en algunos casos intereses en atribuir culpas o en dirigir el linchamiento. Recordemos que después nunca se aclaran los hechos.

¿Cómo debería actuar la Policía?

Lo lógico es rescatar a los implicados, pues ese es su trabajo. Además, debe proteger a las personas que se dejan llevar por el grupo, pero que en circunstancias normales no son violentas, de cometer una barbaridad.

¿Cuando el caso queda en la impunidad, cuál es el efecto?

Puede darse una oleada de más linchamientos, porque la impunidad justifica el hecho.

¿Se sienten culpables después los victimarios?

Sí, pero probablemente no quieran comentarlo más. Simplemente, hacen como si no hubiera ocurrido. Aunque en los observadores, sobre todo si son menores, puede generar un gran trauma.

¿Qué deberían hacer las autoridades?

Deben aplicarse medidas preventivas y solucionar las razones que generan el desgobierno.

El linchamiento no es justicia

Editorial de Prensa Libre (06 may 06)

Siete vidas humanas segadas en los últimos tres linchamientos ocurridos este año en el país exhiben los peligrosos niveles de intolerancia e irracionalidad que está alcanzando la vindicta pública.

Ante las deficiencias del sistema de seguridad y justicia, debido a lo cual el repunte de la criminalidad continúa imperturbable, las turbas se consideran investidas de la autoridad para castigar al delincuente, en un retorcimiento de los ideales de imparcialidad, equidad y respeto a la vida humana inherentes a toda sociedad civilizada y organizada.

A causa de la incapacidad del Estado para ejercer de manera apropiada el monopolio de justicia delegado por la sociedad, el miedo de las personas a la delincuencia se agiganta hasta convertirse en una patología colectiva cuyos resultados son la represión, sin mayor fundamento, de todo individuo visto como un delincuente potencial.

Ese miedo generalizado hacia el criminal y la arbitrariedad a para erradicarlo se convierten en un serio peligro para todos los guatemaltecos, porque de pronto cualquier ciudadano puede encontrarse en el lugar y en el momento equivocados, y ser víctima de la ira de la plebe, que en su arrebato no escucha ni da crédito a ningún argumento de descargo por parte del sospechoso.

El linchamiento es una infamia de contrastes, porque aquellos que se suponen honorables y justos devienen asesinos cuando lo practican , y escalan, en razón de su acto insensato y arbitrario, un nivel delictivo más grave que el de la víctima de su venganza. La responsabilidad de ese delito es dual con el Estado, porque la afrenta atribuida al supuesto delincuente, y su muerte, por lo general quedan impunes.

El Estado fomenta los linchamientos por su incapacidad de dar respuesta al temor público frente a la criminalidad. En el paroxismo por los riesgos que ello implica, el populacho vulnera el orden y asume la práctica de lo que supone es justicia, con las consecuencias nefastas que ahora se viven.

Si el Estado expresa preocupación por los linchamientos pero no hace nada por retomar su rectoría coactiva, coercitiva y punitiva, asume una postura hipócrita que agrava el criterio público de su debilidad. Esa retórica gubernamental adolece del mismo defecto de las iniciativas cosméticas y de poco valor, como el ofrecer sensibilizar respecto de aquel agravio, si no se acompaña de medidas resueltas para hacer funcionar la persecución y la sanción del delito.

Indudablemente, no es la especie de pax romana representada por la presencia policial en las calles la salida a esta crisis social, porque la subordinación al orden, de manera obligada, sólo se logra, precariamente, mientras haya vigilancia, debido a que persisten las causas sociales que originan la inseguridad. No cabe la respuesta violenta para alcanzar el ideal de justicia, tanto de parte del Estado como de particulares, porque en esos dos ámbitos su empleo es una manifestación extrema de irresponsabilidad e incompetencia.

Estado sensibilizará contra linchamientos

Por Coralia Orantes
Prensa Libre (06 may 06)

Una campaña de sensibilización masiva que permita explicar causas, efectos y evitar los linchamientos empezará la comisión nacional de prevención de ese hecho ilícito, integrada por instituciones del Estado.

Mientras se conocía de los hechos violentos ocurridos el miércoles recién pasado en Chiquex, Santa Apolonia, Chimaltenango, donde pobladores tomaron “justicia” por mano propia y segaron la vida de tres supuestos asaltantes, la Comisión Nacional para la Prevención de Linchamientos se reunía con la finalidad de buscar una respuesta a estos hechos.

Después de la discusión, se concluyó que debía emprenderse una campaña de sensibilización masiva que permitiera explicar los efectos y las acciones penales que se deben seguir.

Esta comisión es presidida por el Organismo Judicial (OJ) e integrada por la Secretaría de la Paz, la Comisión Presidencial de Derechos Humanos, el Consejo Nacional de Alfabetización, el Instituto Guatemalteco de Turismo y los ministerios de Gobernación y Educación.

También participan el Instituto de la Defensa Pública Penal, el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Defensoría Indígena.

El primer inconveniente que afronta la referida instancia es la obtención de recursos para lanzar la campaña de prevención de linchamientos. La semana próxima, ese será el punto a discutir.

También, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) acordaron que en el pleno del próximo miércoles evaluarán políticas específicas para juzgar y crear métodos para erradicar los linchamientos. Precisamente, la falta de justicia es la que ha salido a relucir luego del linchamiento en Chimaltenango y, días antes, en Sumpango, Sacatepéquez.

Reconoce ineficiencia

El presidente en funciones de la CSJ, Luis Fernández Molina, dijo que los linchamientos son una respuesta a la ineficiencia del sistema de justicia. “Es una fuerte llamada de atención a todos los responsables del sistema, y amerita una corrección en los procesos”, afirmó.

Desde 1999, el OJ desarrolla un plan de capacitación de líderes locales y pobladores, para evitar linchamientos.

Uno de los lugares que no se ha atendido es Sumpango, Sacatepéquez. Estadísticas de la CSJ dan cuenta de que este año ha habido 14 agresiones públicas, de las cuales 11 terminaron en linchamiento.

Los departamentos donde más se han registrado esos casos son Quiché, Alta Verapaz y Chimaltenango.

“Estos hechos ocurren por la falta de respuesta del sistema de justicia, por la inseguridad, pues la población no ha recibido solución del Ministerio Público, la Policía Nacional (PNC) y el Organismo Judicial”, opinó la activista pro justicia Helen Mack.

Ejecutivo, preocupado

El presidente Óscar Berger lamentó los linchamientos y prometió investigarlos a través de equipos de Inteligencia.

A la vez, el mandatario solicitó a las autoridades de la CSJ mejorar la aplicación de justicia.

“Es lamentable, y vamos a perseguir a aquellos que promueven y ejecutan los linchamientos, porque son hechos al margen de la ley”, advirtió Berger.

Indicó que espera que los Q15 millones que se van a invertir en juzgados móviles puedan mejorar la aplicación de justicia.

“La justicia debe ser pronta y cumplida, si no, no es justicia”, recordó el mandatario.

Carlos Vielmann, ministro de Gobernación, y Edwin Sperisen, director de la PNC, coincidieron en que es un tema “muy complejo”, y que las propias autoridades deben tomar precauciones, para no arriesgar más a la población.

El problema sirve como un llamado de atención a las autoridades de la CSJ, para que agilicen los procesos y garanticen la justicia que demanda la población, comentó Vielmann, al ser consultado durante el octavo Gabinete Móvil, desarrollado ayer en Cobán, Alta Verapaz.

Causa: la delincuencia

La delincuencia es una de las razones primordiales para que se produzcan los linchamientos.

El año pasado se logró llevar a 87 personas a los tribunales, sindicadas por este tipo de hechos, de los 68 casos que se produjeron.

Durante este año se han dado 14 linchamientos.

Los saldos son 11 personas muertas y 15 heridos.

El linchamiento no está tipificado como delito, por lo que las personas son señaladas de asesinato y lesiones graves, entre otros.

El OJ ha descubierto que existen 24 causas por las cuales las personas participan en estas ejecuciones; el primer lugar lo tiene el agobio que siente la población por la delincuencia.

Hasta el momento se han realizado 845 acciones preventivas en 222 municipios de todo el país.

Los departamentos más violentos son Quiché, Alta Verapaz y Chimaltenango.

En Guatemala se han producido 655 linchamientos, según Minugua.

De éstos sólo seis casos han sido llevados a juicio.

A los pueblos regresa la calma

Por Leonardo Cereser
Prensa Libre (6 may 06)

En la aldea Chiquex, Chimaltenango, y en Sumpango, Sacatepéquez, nadie diría que recientemente fueron golpeados y quemados vivos supuestos delincuentes, por los pobladores. Ambos pueblos fueron recorridos ayer, y lo que se percibió fue una aparente calma.

En Chiquex, los pobladores se abstienen de hablar con desconocidos sobre los hechos ocurridos el miércoles recién pasado, cuando tres presuntos asaltantes de buses, incluyendo un agente de la Policía Nacional Civil, fueron linchados.

“No sabemos nada”, “yo no estaba en la aldea”, o “¿para qué quiere la información?”, fueron algunas de las respuestas de los habitantes.

En el campo de fútbol donde fueron linchados el agente Nery Contreras Gutiérrez y los hermanos Carlos René, de 26 años, y César Méndez Siney, 25, alias Gallina y Checha, ayer sólo se observaban las cenizas. El vehículo donde éstos se conducían también fue quemado y ya había sido retirado.

Organizados

Un pastor evangélico indicó que la población está coordinada para hacer frente a la delincuencia, lo cual incluye vapulear y dar muerte a acusados.

A escasos dos kilómetros de ese lugar, los habitantes de San José Poaquil justifican los linchamientos. Algunos celebran el que haya sido reabierta la estación de Policía en febrero recién pasado, después de varios meses de haber permanecido cerrada, luego de que una turba expulsó a los agentes por haberse resistido a entregar a presuntos delincuentes a quienes se pretendía linchar.

“Aquí se realizan rondas de vigilancia, y cuando algún encargado de sector ve algo sospechoso, suena un gorgorito y todos se ponen alerta”, dijo Manuel Tartón, alcalde.

“A mi hijo lo golpearon los de seguridad, por estar con unos amigos en la noche, y cuando denuncié a la Policía, me fueron a buscar y me amenazaron los del Comité”, se quejó la dueña de un pequeño negocio.

Sumpango: Alerta al repique de campanas

Si algo tienen los habitantes de Sumpango, Sacatepéquez, es coordinación. Allí, tal y como ocurrió el 19 de abril recién pasado, cuando fue linchada una pareja (supuestos robaniños), todos están alertas al repique de las campanas.

El sonido de éstas alerta a los habitantes de algún hecho delictivo y todos acuden al llamado.

Algunos habitantes consultados ayer dijeron sentirse desprotegidos por la falta de la subestación (los pobladores arremetieron contra la sede de la Policía Nacional Civil (PNC), que intentó evitar el linchamiento de la pareja, y luego tuvo que abandonar el pueblo).

Por las calles de Sumpango se observan operativos móviles de la PNC con el Ejército.

En el lugar donde fue quemada la pareja ya no quedan señales del linchamiento, sobre todo por tratarse de una calle donde pasan vehículos y peatones.

De momento, la investigación por el crimen no ha llevado a nadie a prisión. El Ministerio Público de Sacatepéquez evalúa el traslado del expediente a la capital, por seguridad de los trabajadores.

Coordinación

Organizados para contrarrestar la delincuencia.

Los líderes comunitarios se reúnen periódicamente para evaluar avances y coordinar nuevas acciones, que incluyen el linchamiento de supuestos delincuentes.

Utilizan estrategias como tocar gorgoritos o repicar las campanas de la iglesia, para alertar a los pobladores de que se está cometiendo un hecho ilícito.

05 May 2006

Estado, incapaz de evitar linchamientos en el país

Por A. Guoz, K. Reyes, y A. Sas
elPeriódico (5 may 06)

Mientras casi mil personas vapuleaban a tres supuestos delincuentes en el caserío La Vega, aldea Chiquej, Santa Apolonia, Chimaltenango, el jueves por la noche, apenas cuatro agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) intentaban, desde lejos, persuadir a los vecinos para no cometer el hecho.

Las víctimas fueron rociadas con combustible para luego ser quemadas. Mientras esto sucedía, el auxiliar departamental de la Oficina del Procurador de los Derechos Humanos, Alfredo Ramos, era notificado por la PNC sobre el hecho, y advertido de que no se presentara pues podría correr la misma suerte.

El fiscal del Ministerio Público, Albert Clinton, no asistió, según fuentes de esa institución, por temor a la turba.

El juez de Paz, Rocael Girón, tampoco llegó al lugar. Sostiene que los líderes comunales le indicaron que no le garantizaban su seguridad personal. Señala que por lo menos en ocho ocasiones anteriores se logró evitar por medio del diálogo que los pobladores lincharan a presuntos delincuentes.

Los cuerpos de socorro solo pudieron ingresar al lugar después de que se consumó el acto delincuencial.

“En cuestiones de fuerza nos han rebasado”, confiesa el director de la PNC, Erwin Sperisen, en alusión a los pobladores que toman la justicia por su propia mano.

Sostiene que el jueves, los vecinos estaban armados, incluso cree que portaban armas de fuego, lo cual hubiera generado un enfrentamiento.

¿Pretenden que empecemos a disparar para salvar a dos personas?, se pregunta y cree que ante la falta de personal, los agentes hicieron lo adecuado, es decir, buscar el diálogo y retirarse cuando ya no pudieron contener a la turba.

Reitera que no hay recursos disponibles para obtener el equipo suficiente. “No hay helicópteros a disposición de esa entidad, y el grupo que es enviado para disuadir a los protestantes se encontraba realizando un desalojo en San Marcos el jueves por la noche”.

De la investigación realizada por el Ministerio Público (MP) en los dos últimos casos de linchamiento registrados en Sumpango, Sacatepéquez, y Chimaltenango, nadie da respuesta alguna. En el primero de los casos, los fiscales no han podido ingresar al lugar después del 19 de abril, debido a que no se les garantizan las condiciones de seguridad para realizar su trabajo.

Ayer, la labor de los investigadores, que consiste en levantar los cadáveres, la debieron realizar los trabajadores del Juzgado de Paz de Santa Apolonia, Chimaltenango.

En el caso de la quema de viviendas en Palín, Escuintla, el juez de Paz del lugar, por temor a represalias, se abstuvo de escuchar las declaraciones de los acusados, por lo que el expediente fuera remitido a Escuintla.
La Corte Suprema de Justicia conoce 87 casos de linchamiento. Ninguno ha sido enviado a juicio oral. “Es una llamada de atención para los tres organismos, esto no puede continuar así y en la medida en que no existan resultados judiciales se abren las puertas para que continúen estos hechos. La gente ha perdido la fe debido a los trámites engorrosos y lentitud del sistema”, sostiene el presidente en funciones de la Corte Suprema de Justicia, José Fernández.

El fiscal general, Juan Luis Florido, no contestó a las llamadas efectuadas.
Frank La Rue, presidente de la Comisión Presidencial de Derechos Humanos, considera que el sistema judicial está tan debilitado como las mismas fuerzas policiales.

Vitalino Similox, coordinador general del Foro Ecuménico, dice que ahora la delincuencia tiene más capacidad de movilización que el mismo Estado.


Guatemala debe explicar

Una comisión integrada por la Corte Suprema de Justicia, Ministerio Público y el Ministerio de Gobernación, entre otros, deberá informar hoy al Comité Contra la Tortura de la ONU la razón por la que suceden los linchamientos y las medidas que se adoptan. El Gobierno tendrá como argumento que se busca tomar medidas preventivas a fin de terminar con el fenómeno.

Linchamientos: comunidades responden a la crisis en el contrato social

Por Louisa Reynolds
Inforpress
(5 may 06)

El 19 de Abril, dos presuntos «robaniños» fueron quemados vivos en Sumpango, Sacatepéquez. Seis días después, vecinos del municipio de Palín, Escuintla, intentaron linchar a un presunto pandillero, hecho que originó la instalación de 40 soldados en la población para controlar la situación. El 3 de Mayo tres presuntos asaltantes de buses fueron linchados y quemados en la aldea La Vega en Santa Apolonia, Chimaltenango. La práctica de la violencia comunitaria que ha surgido en los últimos 13 años en Guatemala, es uno de los indicios más claros del fracaso en la construcción de un contrato social* capaz de responder a las crecientes amenazas que enfrentan las comunidades. Entre estas amenazas es la mercantilización de la reproducción humana, la distorsión de la función estatal por medio de la corrupción generalizada, y la transmisión de valores y símbolos deshumanizantes en los medios de comunicación que contribuyen a la anomía social y los actos de violencia desesperada. Irónicamente, el mismo Estado disfuncional convierte la violencia comunitaria en una justificación para fortalecer su capacidad represiva, sin necesariamente enfrentar su propia disfunción.

Más en Inforpress Centroamericana

01 May 2006

La violencia como trampolín

Por Gustavo Berganza
elPeriódico (1 may 06)

Capote fue estrenada en Guatemala en momentos en que el país es sacudido por un nuevo linchamiento en Sumpango. La película se inicia mostrando la muerte de una familia a manos de dos ex convictos y sintetiza el largo proceso por el cual Truman Capote transformó en novela lo que de otra forma hubiese quedado como una masacre más en los anales policíacos estadounidenses: el asesinato de una familia de Kansas por parte de dos ex convictos. La cobertura del linchamiento reportó, con diversos niveles de crudeza visual y verbal, la muerte de un hombre y una mujer a manos de una multitud que los señalaba como ladrones de niños. En ambos casos, el tema lo da un hecho violento que luego sirve de base para una narrativa. La diferencia estriba en el nivel de implicación emocional de los narradores con el evento, la relación con los protagonistas y las repercusiones que esto tiene tanto para quienes contaron la historia como para la sociedad.

En el caso de Capote, la cinta se centra en mostrarnos las estrategias utilizadas por Capote para acercarse al hecho y a sus protagonistas, en particular la manera como el escritor se ganó la confianza de uno de los asesinos. El vínculo entre escritor y acusado evoluciona desde el mero interés por lograr una historia hacia una relación plena de ambigüedades, en donde se mezclan el impulso homoerótico, la identificación mutua, basada en eventos biográficos similares y la compasión con el crudo interés personal del escritor en culminar exitosamente su novela. Una nota explicativa al final de la película nos informa que los hechos narrados en A sangre fría afectaron tanto a Capote que este ya no volvió a ser el mismo.

Uno se pregunta si el linchamiento de Sumpango les causó a quienes lo cubrieron una crisis de la envergadura que afrontó el genial narrador estadounidense. Y por otra parte, no sé hasta qué punto, la presencia de los periodistas, con su usual despliegue de cámaras y grabadoras, no habrá contribuido a convertir esa manifestación de ira en una performance, especialmente escenificada para las cámaras…

La cobertura del linchamiento genera, además, otro tipo de preguntas, que cuestionan las prácticas profesionales del periodismo. Ante un hecho así, ¿qué resulta más importante: poner distancia del hecho y lograr una cobertura “objetiva”, a pesar de que esto requiere mantenerse incólume ante el asesinato de dos personas, o dejar de lado los afanes profesionales y lanzarse a impedir la perpetración de esa violación del derecho a la vida y a la justicia? Desde la perspectiva de la propia supervivencia y ante la ausencia de recursos para oponerse, de plano lo más prudente fue dejar fluir la ira colectiva. Pero, ante esa perspectiva, ¿no es una forma de complicidad haber presenciado el hecho y documentarlo tan de cerca? ¿No es una manera de legitimarlo? Estas son preguntas para la cuales carezco de respuestas. Capote manipuló a los reos para su propio beneficio. Quienes cubrieron el linchamiento probablemente solo tenían el afán elemental de lograr una exclusiva, y no se plantearon ninguna disyuntiva ética ni moral. Tendremos que esperar un tiempo para decidir si la cobertura del linchamiento de Sumpango marcó algún cambio en la trayectoria del periodismo o en la manera como la sociedad reaccionó ante ese hecho. De eso dependerá para decidir si, tal como sucedió con A sangre fría, valió la pena haber documentado semejante manifestación de barbarie.