24 November 2007

Vecinos vapulean a asaltante

Por Martin Tax y Eduardo Sam Chun
Prensa Libre (24 nov 07)

Tactic, Alta Verapaz.- Miguel Chakib Misti, de 27 años, ingresó la noche de jueves a la vivienda de Hugo Rolando Caal Co, recientemente electo alcalde de esta localidad, por el Partido de Avanzada Nacional, y le exigió Q100 mil a cambio de no matarlo.

Caal Co logró disuadirlo y se comunicó con la Policía. El presunto delincuente escapó del lugar y se refugió en la casa de Francisco Xoy, en donde hirió, con arma blanca, a Milton Saúl Xoy Pa, 18, y Yesenia Xoy Pa, 16, quienes fueron trasladados de emergencia al Hospital Hellen Lossi de Laugerud, de Cobán.

Posteriormente, un grupo de vecinos se organizó y logró capturarlo, y lo vapuleó.

Gabriel Xol Ta, de los Bomberos Voluntarios, dijo que la Policía Nacional logró rescatar a Chakib Misti, quien también fue trasladado al centro asistencial cobanero.

Los vecinos señalaron que ya están cansados de tantos asaltos y que castigarán a los delincuentes que sean descubiertos cometiendo sus fechorías.

Pidieron a las autoridades que los ayuden a capturar a los malhechores para aplicarles “su justicia”, porque si los trasladan a los tribunales, en Cobán, los jueces los liberan.

“Ya tenemos controlado a un grupo, de unos 20 hombres, que comete asaltos. Vamos a capturar a sus integrantes y no los vamos a liberar hasta que nos devuelvan lo que se han llevado”, manifestó otro vecino, indignado por tanta violencia que afecta Tactic.

21 November 2007

Datos recientes sobre linchamientos

Por Carlos A. Mendoza

La Policía Nacional Civil [1] ha contabilizado los casos de linchamiento ocurridos en Guatemala durante el año 2006. Se distribuyen de la siguiente forma a lo largo del mismo año:

Ene 1
Feb 2
Mar 0
Abr 4

May 4
Jun 0
Jul 0
Ago 0

Sep 1
Oct 0
Nov 1
Dic 0

Es decir que fueron 13 casos registrados en todo el año. Ese número representa menos del 1 por ciento de los casos de homicidios reportados dicho año (total de 5,885). De las 13 víctimas, 1 fue mujer y 12 hombres.


[1] El reporte de la PNC se titula "HECHOS DELICTIVOS COMETIDOS EN LA REPÚBLICA DE GUATEMALA POR MES Y SEXO, SEGÚN TIPO DE DELITO. AÑO 2006."

Agradezco a Cristian Cabrera, Coordinador de Estadísticas Vitales del INE, por haberme facilitado esta información.

Libro en Inglés sobre Linchamientos en Guatemala

Angelina Snodgrass Godoy. Popular Injustice: Violence, Community, and Law in Latin America. Stanford: Stanford University Press, 2006. xvii + 233 pp. Notes, bibliographical references, index. $50.00 (cloth), ISBN 978-0-8047-5348-7; $19.95 (paper), ISBN 978-0-8047-5383-8

Leer (también en Inglés) la reseña del libro realizada por Daniel Brinks, Department of Government, University of Texas at Austin. Publicada por H-Law (July, 2007) y disponible en:

http://www.h-net.org/reviews/showpdf.cgi?path=73661191089022

16 November 2007

Post 100 sobre linchamientos

Por Carlos A. Mendoza
Chicago, USA (16 nov 07)

Con este se alcanzan 100 entradas en el BLOG sobre linchamientos en Guatemala.

A pesar de que no es un sitio muy visitado, sí ha tenido cierta resonancia entre aquellos que se interesan en el tema. Colegas de Ecuador, México y otros países latinoamericanos me han contactado gracias a este espacio.

Debo lamentar dos situaciones. Primero, que los linchamientos siguen siendo parte de la cotidianidad guatemalteca. Segundo, que nadie ha dado un seguimiento sistemático a dichos episodios de violencia colectiva.

Mi deseo es seguir contribuyendo desde este y otros espacios a un mejor entendimiento de las causas de la violencia homicida y colectiva y, gracias a ello, a su reducción.

Invito a los lectores a dejar sus comentarios y enviar información que consideren debe ser incluida en el BLOG. Gracias.

11 November 2007

La vida después del 11 de septiembre en Cerro Alto

Por Lucía Escobar
elPeriódico (11 nov 07)

Cansados de los robos a plena luz del día y las extorsiones, ese domingo 9 de septiembre, día de las elecciones, unos 60 ciudadanos, padres de familia, evangélicos y representantes del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocodes) de la aldea Cerro Alto, San Juan Sacatepéquez, decidieron ponerle un alto a los pandilleros. “Platicamos, llegamos a un consenso y nos comprometimos con Dios a que rescataríamos a esos muchachos, no importaba si perdíamos la vida por el bien de la aldea. Pero nunca pensamos que la gente llegaría a la situación drástica de quemarlos”, recuerda Luis Ramón Paredes, secretario general del ministerio Cristo Viene.

Antes de morir, los pandilleros Mynor Cotzojay y otro identificado únicamente como el Lechero dictaron los nombres de cada uno de los jefes de sectores y de cada integrante de su pandilla. Así, lograron capturar a los cabecillas en un trabajo de allanamiento, casa por casa, que comenzó a las 6:00 de la mañana y finalizó a las 9:00 de la noche, cuando pandilleros y padres de familia estaban convencidos de la importancia de firmar un acta de rendición. Cotzojay y el Lechero se negaron a aceptar la amnistía, y por eso fueron ajusticiados. Ese día, en la aldea se sintió el olor a quemado del infierno.

Eso fue hace dos meses y los habitantes de la aldea Cerro Alto, en San Juan Sacatepéquez, tratan de no pensar mucho en el pasado; suficientes problemas tienen que resolver ahora. En sus manos está la responsabilidad de no decepcionar a los 173 pandilleros, algunos con educación primaria, otros sin ningún tipo de instrucción, que se rindieron y entregaron simbólicamente sus armas. “Al final dieron las que ya no servían, unas cuatro o cinco armas fuertes, una escopeta hechiza y algunas municiones de calibre 45 expansivo”, recuerda un vecino.

A cambio, los pandilleros recibieron un carné que aún los acredita como jóvenes en proceso de reinserción social, comprometidos a no consumir drogas, a llevar el pelo recortado y vestirse correctamente (no gorras de lado, no pantalones flojos), a no cargar celulares y a no andar dos de ellos o más juntos. Tampoco pueden ir a la cantina como remedio alcohólico contra la abstinencia del crack.

A pesar de esta tregua, la tranquilidad no llega por arte de magia a los 17 mil habitantes repartidos en los caseríos Realguit, Los Chajones, Ajvix, Pasajoc, Cerro Alto, Patzanes I, Patzanes II y los Cux, jurisdicción de San Juan Sacatepéquez, a 37 kilómetros de la ciudad capital. Viven en tal pobreza y abandono, propia más bien de Los Cuchumatanes, que no cuentan con una escuela secundaria ni vías de acceso pavimentadas ni tampoco espacios para el deporte o la distracción, mucho menos capacitaciones o fuentes de trabajo o estudio para los casi 10 mil jóvenes y niños que solo cuentan con 17 iglesias evangélicas y 8 católicas como opción recreativa.

Paredes, del ministerio Cristo Viene, no quiere que los ex pandilleros piensen que ahora que dejaron de hacer daño a la sociedad nadie se ocupa de ellos. Le inquieta que, aunque muchos tienen la esperanza y la disposición para dejar de consumir el crack, no cuentan con ningún programa de higiene mental para desintoxicarse. Además, la tentación está a la vuelta, con sus vecinos de San Raymundo, Ciudad Quetzal o Villa Nueva, de donde llegan los distribuidores de drogas y armas.

Por eso mismo, los vecinos de Cerro Alto no descartan la posibilidad de una contraofensiva de pandilleros de otros barrios, que no se resignan a perder la clientela, así de fácil.

No es paranoia, ya que uno de los vecinos más activos en la reinserción de los jóvenes va y viene de la capital buscando programas de ayuda, y debió cambiar su número de celular por las amenazas recibidas. Su esposa le ruega que ya no siga, le dice que suficiente ha hecho por Cerro Alto, que es hora de que otros vecinos prosigan su trabajo. Él sólo responde: “Si nos unimos para algo tan malo, ahora debemos seguir unidos para rescatarlos y darles una oportunidad”.

Más de tres puntos para el futuro

Un vecino de Cerro Alto asegura que los problemas empezaron luego de la firma de la paz en Guatemala, cuando el Ejército dejó de reclutar jóvenes. “Estos ya no se escondían, y empezaron a sentir la libertad de poder hacer lo que quisieran”. Pero más que exceso de libertad, lo que parecen pedir muchos de estos jóvenes es un trabajo. Ni siquiera uno que compita con los Q200 diarios que ganaban en extorsiones, sino tan sólo uno seguro y estable, uno de los 120 mil nuevos empleos que este país necesita cada año para absorber a los jóvenes al sector productivo. Una forma de acabar con el fenómenos de las pandillas.

Para empezar el cambio, los padres de familia consideran que el Gobierno debe poner el material y la maquinaria para pavimentar las calles, y la comunidad pondría la mano de obra. También proponen que el financiamiento internacional que se consiga vaya directamente a la Asociación de Desarrollo de Cerro Alto; ya no quieren que la ayuda se diluya en diagnósticos o informes de terceros. “Los Cocodes estamos legalizados, y contamos con un terreno listo para construir un campo de fútbol, y un centro de enseñanza de oficios para capacitar en mecánica, computación, carpintería, panadería y colchonería”.

Sueños o promesas

Hasta el momento, no hay señas del serenazgo solicitado a Gobernación ni se han vuelto a ver las patrullas que reforzarían la seguridad y que solo aparecieron los primeros días.

No se supo nada de los cinco trabajos en carpintería que María Adela de Torrebiarte prometió a los ex pandilleros; tampoco se han visto los hornos y computadoras que Emilio Goubod, de Asociación Prevención del Delito (Aprede), aseguró proveer. Y los jóvenes aún esperan al psicólogo que Banrural prometió mandar para curar las adicciones.

Nadie ha escrito el proyecto de la escuela de bomberos y paramédicos con la que sueñan algunos de los jóvenes de allí, y que aseguran hace falta en la zona. Nada hay de la idea de cambiar armas por computadoras o cámaras de fotos. Todos son proyectos que deben gestionarse y para los que se necesita algo de recursos económicos, empezando con el uso de Internet, que la Asociación de Cerro Alto no puede financiar.

Hasta el momento sólo la ONG Gente Ayudando Gente, sin recursos pero con muchas ganas, se reúne todos los domingos con casi 40 jóvenes ex rivales en las pandillas para apoyarlos en pláticas no religiosas, algunos juegos y deportes, “para que no pierdan la continuidad ni el proceso”.

Habrá que ver si eso es suficiente para desafiar a la ley de la mara, ese destino de tres aristas donde solo caben el hospital, la cárcel o el cementerio, y que casi todos los pandilleros llevan no solo asumido, sino tatuado en la piel.

Dos fichados y un sueño

Otto* tiene 19 años y desde hace tres era miembro de la mara Salvatrucha. Lee y escribe sólo un poco. Hoy lo acompaña su padre, un señor poco expresivo que se lamenta porque no tuvo los recursos económicos para mandar a estudiar a sus nueve hijos. Otto es uno de los cinco que no pudieron asistir a la escuela. “¡Imagínese, Q40 por alumno! A la iglesia sí lo llevé desde chiquito, está bautizado, y cuando me daba cuenta de sus malos pasos lo corregía. Estuve contra ellos. Le decía: ahí sólo se matan, salí de ahí, mirá a tus hermanos que trabajan en casa”. Por eso, cuando Otto intentaba dejar la pandilla recurría a la iglesia. Pero luego encontraba a los amigos y, cuando sentía, ya se estaban echando el primo (mariguana y piedra). No sé qué pasaba por mi mente, que no podía dejarlo. Salíamos a todos los lugares juntos, nos ayudábamos, teníamos una comunión. Mi chava desde hace tiempo quería que la dejara. Lo que más me cuesta es no consumir mariguana y crack”.

Finalmente, ahora está trabajando con sus hermanos en una fábrica casera de cohetes o cuetes artesanales. Aún confía en que se le cumpla su mayor anhelo: tener un trabajo estable, ser un operario de maquila.

Junto a Otto se encuentra el Enano*. Tiene 16 años y una cojera que lo acompaña desde la niñez.

En parte de su brazo y cuello sobresale una enorme cicatriz, producto de una quemadura. Es un “niño de la pólvora”, uno más de esos 84 millones de infantes que trabajan en labores peligrosas en el mundo y, según estadísticas de la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo uno de los 3 mil 709 menores de edad que fabrican cohetes, morteros, y los –¿extintos?– cachinflines en San Juan Sacatepéquez. Apenas hizo la escuela primaria, y a los 12 años ya era orgullosamente parte de los salvatruchas. “Allí todos éramos iguales, no habían jefes, teníamos que morir por la mara, nadie se hacía para atrás, teníamos conciencia de qué es una guerra. Yo conocí a los dos linchados, crecimos juntos desde los cuatro años; a uno lo agarraron delante de mí. Desde hace tiempo sabía que me estaba haciendo daño y me quería salir.

Mi única solución fue entregarme, no puedo huir toda la vida, ahora me gustaría estudiar o trabajar de mecánico”.

*nombre ficticio, persona real.

Cuando esté listo el churrasco

Hace dos semanas fue linchado otro supuesto pandillero a pocas cuadras del parque de San Juan. A decir de los lugareños, “estaba asaltando una casa junto a otros dos”, pero solo uno cayó en manos del grupo que ha decidido ajusticiar a quien resulte sospechoso de pertenecer a una pandilla. “Esta acción es mejor que se mantenga calladita, para que no se hagan mayores averiguaciones. Lamentablemente, es la única solución”, comenta una persona que supuestamente participó en el linchamiento.

En San Raymundo, el municipio que colinda con la aldea Cerro Alto, lincharon a otro presunto pandillero que momentos antes había robado un celular a una mujer. “Le prendieron fuego tres veces, y por último le pegaron un tiro en la cabeza”, dice una testigo. La Policía pasa a ser un observador más de la justicia popular, e incluso hay versiones de algunos dirigentes de estos grupos que dan cuenta de que, vía telefónica, los jefes de las sub-estaciones de la PNC han dicho: “Den parte hasta que ya lo hayan chamuscado, y nosotros nos encargamos del resto”.

PAC, versión 2007

Las noches de todo el municipio de San Juan Sacatepéquez no son las mismas desde que los pobladores de Cerro Alto hicieron frente a las pandillas. Los patrullajes nocturnos se han vuelto parte de la rutina de los varones del vecindario. “Cuando los vi por primera vez creí que eran pandilleros que iban a agredirme”, dice un vecino, que se enteró hasta que se topó con el grupo de encapuchados. “No nos consultaron, solo nos dijeron qué día nos tocaba velar hasta las 2:00 de la madrugada”, dice el sexagenario, quien los compara con las extintas Patrullas de Autodefensa Civil.

Los grupos se han definido por cuadras o sectores. “Rondamos cada noche”, dice un sanjuanero con el rostro cubierto con un gorro pasamontañas. “Es incierto lo que haremos si capturamos a un pandillero: si lo entregamos a la Policía, lo soltarán a pocas cuadras y corremos el riesgo de que se vengue. No hay otra solución que gasolina y fósforos”, confiesa sereno el encapuchado.

Para ayudar

Para conseguir programas de desintoxicación o capacitaciones, pueden comunicarse a la Asociación de Desarrollo de Cerro Alto, al teléfono: (502) 5513-9847.

07 November 2007

Linchan a cinco en dos meses

Por Gema Palencia
Prensa Libre (07 nov 07)

Los vecinos de San Juan Sacatepéquez se han hecho con el control de la seguridad en ese municipio, pero sus acciones han sobrepasado los límites, porque en solo dos meses, cinco personas han muerto linchadas por la población.

Los últimos en morir quemados fueron tres adolescentes que supuestamente se proponían cobrar una extorsión, el recién pasado 1 de noviembre, y a principios de septiembre murieron dos jóvenes en la aldea Cerro Alto, San Juan Sacatepéquez.

Ante el aumento de asaltos y extorsiones, los vecinos están bien organizados y patrullan cada noche, tanto en la cabecera municipal como en varias aldeas.

El problema es que estas patrullas han decidido imponer toque de queda y prohibir la salida a los jóvenes después de 19 horas, además de la circulación de mototaxis en la noche.

Suena la alarma

Durante el día los comerciantes hacen sonar los gorgoritos cuando pandilleros llegan a extorsionarlos, y se juntan para defenderse. “A la gente no le importa que hayan linchado a los tres jóvenes. Al contrario, se han unido más a las patrullas”, relató uno de los vecinos, que no quiso revelar su identidad.

Carlos Arenas, viceministro de Apoyo Comunitario, del Ministerio de Gobernación, explicó que están en conversaciones con ellos, para que poco a poco dejen de patrullar y la Policía se haga cargo de la vigilancia.

Pero los pobladores no parecen estar dispuestos a dejar estas acciones, y piensan coordinarse mejor. Ya tienen aparatos de radiocomunicación, y van a identificar a los patrulleros y a ponerles uniforme “para que no haya abusos”, aseguran.

El comisario policial Samuel Florián aseguró que solo hay 20 agentes para ese lugar y no pueden atender a todas las aldeas.

Dijo que en el caso de Cerro Alto ya han negociado con los líderes, para que les entreguen a las personas que capturan, y en el último linchamiento no pudieron intervenir porque la población lo impidió.

Ministerio: Trabajamos con vecinos

Carlos Arenas, viceministro de Apoyo Comunitario, del Ministerio de Gobernación, explicó que trabajan con líderes comunitarios de San Juan Sacatepéquez, en acciones de prevención del delito y para evitar que la población tome acciones reactivas.

Afirmó que también la Policía Nacional Civil está en contacto con los vecinos de este municipio, a fin de que sean los agentes quienes se hagan cargo de los patrullajes, para lo que asignarán más medios a esta localidad.

Poblador: Tenemos que protegernos

“Patrullamos porque hay demasiados mareros. Al principio había poca gente, pero se están uniendo, porque al que no patrulla, no lo ayudamos cuando necesita algo”, relató uno de los vecinos de San Juan Sacatepéquez. Salen de las 21 horas a la 1 de la mañana, y no dejan que circulen los mototaxis. “Sólo si es por emergencia, porque asaltan con ellos”, afirmó.

Ahora que controlan por la noche, aumentaron las extorsiones a comercios en la mañana. “Por eso lincharon a los tres, y la gente ayudó”, refirió.

Más que vigilancia

Excesos en patrullajes:

En la aldea Cerro Alto hay toque de queda, y los jóvenes no pueden estar en la calle después de las 19 horas. A los que encuentran, los registran y los encierran en un calabozo.

En San Juan Sacatepéquez no permiten que circulen mototaxis a partir de las 21 horas, porque los han usado para delinquir.

Si algún delincuente actúa, llaman a vecinos con gorgoritos y lo reprimen.

02 November 2007

Linchan a tres supuestos mareros

Por Kenia Reyes
elPeriódico (02 nov 07)

Eran las 11:30 de ayer, cuando en los alrededores del parque de San Juan Sacatepéquez se escuchó el sonido de un silbato, que puso en alerta a los vecinos. Este provenía del segundo nivel de la vivienda de una comerciante, donde tres supuestos pandilleros llegaron a cobrar la extorsión.

“Aquí todos tienen su gorgorito para pedir auxilio. Los vecinos detuvieron a los tres muchachos, que según sabemos, eran mandados por alguien más”, dijo un vecino.

Los primos José Efraín Pirir Chitay, José Daniel Pirir Suruy, de 17 años; y Julián Pirir Baten, de 18, fueron amarrados y golpeados. Eran originarios del caserío Las Palmas, aldea Suacité, San Juan Sacatepéquez.

Según la Policía Nacional Civil (PNC), los supuestos pandilleros fueron llevados a la carretera que conduce a San Raymundo, por el kilómetro 31.8, donde les rociaron gasolina y los quemaron.

El vocero de la PNC, Carlos Caljú, dijo que los policías no lograron llegar al lugar para tratar de calmar los ánimos, pues los pobladores advirtieron que, si intervenían, les pasaría lo mismo.

Los Bomberos Voluntarios se limitaron a sofocar el fuego de algunas llantas que se colocaron cerca del área donde se encontraban los cuerpos calcinados de las víctimas.

En 2006 se conocieron 33 intentos de linchamientos, donde murieron 13 personas. Durante 2007, se han registrado 29 casos, de los cuales se estima que murieron 10 personas.

“Esto es un llamado de atención serio a las autoridades encargadas de la justicia, pues no es con campañas que se evitarán estos hechos. Se debe poner a funcionar otro tipo de medidas. Estamos ante un Estado decepcionante, pues la Ley no funciona, detienen a extorsionistas y por la falta de pruebas salen de la cárcel. Creo que la población ya se cansó de eso. Esto es una situación que deberá analizar el nuevo Gobierno, pues en los últimos tres meses han resurgido estas prácticas”, dijo Sergio Morales, procurador de los Derechos Humanos.

María Suruy, madre de José Daniel y tía de las otras víctimas, señaló en la Policía a los líderes comunitarios del municipio como los responsables de las muertes.

Turba lincha a tres primos

Por Julio F. Lara
Prensa Libre (02 nov 07)

Una turba de alrededor de 400 personas linchó a tres primos que supuestamente extorsionaban a dueños de tiendas.

A las 12 horas, el grupo los detuvo y los llevó hasta la finca La Viña, San Juan Sacatepéquez, donde les rociaron gasolina y los quemaron.

Los muertos fueron identificados como José Daniel Pirir Suruy, de 17 años; José Efraín Chitay, de 17, y Julio Pirir Baten, de 18.

Samuel Florián, jefe de la Comisaría 16, informó que los tres eran investigados por extorsiones a comerciantes y pilotos de autobuses en ese pueblo.

Testigos refirieron que el miércoles recién pasado, los ahora occisos llegaron a una abarrotería a extorsionar a la encargada, y le advirtieron que pasarían ayer a recoger el dinero.

Al llegar los tres, los vecinos se aglomeraron de inmediato y los detuvieron. Los llevaron hasta el parque de San Juan, donde varias personas los golpearon.

Luego los amarraron y los llevaron arrastrados hasta un área de la finca, donde siguieron golpeándolos, les rociaron gasolina y les prendieron fuego.

El comisario señaló que agentes de un autopatrulla intentaron intervenir, pero la turba les advirtió que si no se alejaban correrían la misma suerte. Inclusive, el vehículo de la Policía fue dañado por los enardecidos.

Los Bomberos Voluntarios comentaron que también intentaron mediar para evitar el crimen, pero también los amenazaron.

La Policía y los socorristas pudieron ingresar en la escena del crimen una hora después, cuando el fuego se había extinguido.

María Guillermina Suruy, madre de José Daniel, quien lloraba de forma inconsolable, se contradijo en sus declaraciones a la prensa, pues dijo que su hijo había salido del caserío Las Palmas, donde viven, y llegó al pueblo a comprarle un delantal.

Después refirió que llegaron al centro de la población a comprarle una medicina, cuando lo confundieron y lo mataron.

Añadió que su primo (no precisó quién de los dos) sí tenía peinado de pandillero y posiblemente por eso los confundieron. “Él (José Daniel) se dedicaba a trabajar de agricultura con su papá”, dijo Suruy.

Cuando llegaron los fiscales del Ministerio Público, los cuerpos aún expelían humo.

Agentes de la División de Investigaciones Criminológicas informaron que fue difícil establecer quiénes fueron los incitadores del linchamiento, pues los pobladores guardaron hermético silencio.

Otros casos

Turbas han actuado contra presuntos delincuentes.

El 10 de septiembre último, un pandillero fue linchado en la aldea Cerro Alto, de San Juan Sacatepéquez.

Seis días después, los pobladores de Cerro Alto obligaron a un grupo de pandilleros a entregar las armas que portaban y reinsertarse a la sociedad, bajo la amenaza de que los lincharían. En acto especial, los jóvenes prometieron que no cometerían fechorías.

El 6 de octubre murió Moisés Tepeu a manos de una turba, que lo señaló de robar un teléfono celular, en avenida El Carrizal, aldea Pamuac, San Raymundo.