20 May 2008

Vuelven los linchamientos: mi propia reflexión

Carlos A. Mendoza

Es lamentable que nuevamente ocurran casos de linchamiento en Guatemala. Esta vez fuimos testigos por medio de la radio de cada detalle de la violencia colectiva desatada en Sololá. Escuchamos los gritos de la turba, y los gritos de sus víctimas. Nos enteramos del fracaso de la Policía, de la Iglesia, y de las autoridades indígenas, para evitar un episodio más de “justicia popular”.

Otra vez aparecen columnas de opinión y se organizan mesas redondas para discutir el fenómeno. Pero me frustra que se hagan afirmaciones sin fundamento empírico, como que si nada se hubiese aprendido de los 577 casos documentados por la MINUGUA entre 1996 y 2003.

No se han repetido con tanta insistencia los estribillos de las explicaciones de la Misión de Naciones Unidas. Pero ha ocurrido algo peor: se ha retrocedido. Ahora se dice que los linchamientos pueden ocurrir en cualquier parte del país. Que es lo mismo en las zonas urbanas que en las rurales, y que da igual si las comunidades son indígenas o ladinas.

Eso es un error. Si en algo he podido contribuir con mi estudio independiente sobre los linchamientos, es en esclarecer un poco el papel de las variables asociadas con el fenómeno. Este es un problema muy serio como para dejarse sesgar por lo políticamente correcto. Es necesario un esfuerzo de objetividad en el análisis de la evidencia empírica.

Así que no debe ignorarse la importancia de la variable étnica. Sobre la cual llamaron la atención Adams y Bastos en el 2003, con su libro sobre "Las relaciones étnicas en Guatemala, 1944-2000" (CIRMA, pp. 173-179).

Diversos investigadores han concluido que la tasa anual promedio de muertes por linchamiento está correlacionada de forma proporcional, y fuertemente, con el porcentaje de población indígena en cada departamento del país (1). De igual forma es cierto, e interesante, que la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes está correlacionada de forma inversamente proporcional, y fuertemente, con el porcentaje de población indígena en cada departamento.

Si les interesa, he replicado el ejercicio de Adams y Bastos (tabla p. 179) con datos más recientes: TABLA AQUI

(1) CIEN (2001) Magnitud y Costos de la Violencia en Guatemala, Adams y Bastos (2003), Mendoza (2003) "Violencia colectiva en Guatemala: una aproximación teórica al problema de los linchamientos" y, recientemente, PNUD (2007) Informe estadístico de la violencia en Guatemala.

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