por Marcelo Colussi
elPeriódico (22 ene 2010)
Linchamientos: un flagelo que persiste; así titulaba Minugua su segundo informe sobre el tema, aparecido en 2002. Hoy día, 7 años después, las cosas no cambiaron sustancialmente: los linchamientos siguen siendo una trágica expresión de la cultura de violencia y de la impunidad que se han entronizado en la sociedad guatemalteca. Pero más aún: son una expresión de poderes ocultos que han pasado a ser dominadores de una buena parte de la escena; siempre desde las sombras, pero dominadores al fin. Todo esto persiste, no ha cambiado en estos años; por el contrario, tiende a consolidarse más.
¿Por qué decimos esto? Pues bien: los linchamientos se deben a una sumatoria compleja de causas; se entrecruzan allí distintos ámbitos. Por lo pronto es imprescindible dejar claro que, si bien se dan en buena medida en el Altiplano Occidental, no son parte de la cultura maya, tal como interesadamente se los ha presentado. Son la punta del iceberg de un sinnúmero de factores donde interactúan: la lentitud e ineficacia del sistema de justicia, la impunidad reinante, la cultura de violencia y el desprecio por la vida que dejó la guerra, el descontento generalizado de la población y una sensación de frustración ante una delincuencia que no cesa. Sin dudas que hay numerosos casos donde las poblaciones espontáneamente reaccionan ante un hecho delictivo, y sin pensarlo mucho, “hacen justicia” por mano propia. Por razones diversas, los linchados son siempre ladrones de poca monta, marginales en muchos casos. Nunca es linchado un poderoso empresario, un político encumbrado, un delincuente de “cuello blanco”. Esto ya marca una dimensión del fenómeno: tiene que ver con la desesperación de las grandes mayorías que no encuentran respuestas a sus penurias.
Pero curiosamente este 2009, igual a lo que sucedía en el período 2000/2001 estudiado por Minugua, el número de linchamientos se dispara. No sólo la cantidad, sino los muertos que va dejando. Luego de varios años donde el fenómeno no registraba muertos (no pasaban de vapuleos a delincuentes menores), ahora asistimos a procesos que terminan en el deceso de los aprendidos. ¿Plan orquestado? El Gobierno lo acaba de denunciar. Y más allá de la denuncia (que deberá demostrar), todo indica que persiste lo investigado por esta misión internacional años atrás: perduran la violencia y la impunidad, que no favorecen a la gran mayoría precisamente. Linchar a un ratero o a un extorsionista no termina con el problema de la injusticia de base.
2 comments:
No es correcta la afirmacion de que en 2000-01 hubo un repunte en las muertes por linchamiento. Ver datos de la MINUGUA aqui:
http://linchamientos.blogspot.com/2009/12/cuales-son-las-cifras-de-linchamientos.html
Segun MINUGUA, en 2000-01 tampoco hubo repunte de "casos" (formacion de turba, independiente del resultado).
El maximo de casos fue en 1999, y el muertes fue en 1998. Ver aqui:
http://www.nd.edu/~cmendoz1/datos/correccion.pdf
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