20 October 2010

Guatemala Extreme Makeover, PNC Edition

Por Carlos A. Mendoza, CABI

Teóricamente, he planteado que muchos de nuestros rezagos sociales e institucionales se deben a que no hemos logrado superar el famoso problema de la acción colectiva. Si lo resolviésemos, todos alcanzaríamos un mayor nivel de bienestar. El problema consiste en que la participación de todos es necesaria –o al menos, el de una masa crítica; pero eso implica incurrir en costos individuales. Así que todos esperamos que alguien más los asuma y nos hacemos los locos para no tomar nuestra parte de responsabilidad como ciudadanos, es decir, como miembros de una comunidad ante la cual tenemos obligaciones y no sólo derechos. Al final, nadie hace algo para que el bien público sea provisto.

Dado que tenemos un Estado muy débil, que no está funcionando como punto de referencia para facilitar esa acción colectiva. Debemos buscar otros puntos focales que generen una identidad común y nos motiven a participar, organizarnos y contribuir. Una idea que se me ocurre es “tomar por asalto” las estaciones de la Policía Nacional Civil –PNC. ¡Pero no se asusten! No me refiero a una toma como la de la Bastilla, para luego derrocar al viejo régimen. Tampoco estoy pensando en destruirlas, como ha ocurrido en varios municipios del país, para castigar a quienes no cumplen con su deber de perseguir a los delincuentes y criminales. Por el contrario. Estoy pensando en un programa de la cadena de televisión ABC de los Estados Unidos: Extreme Makeover Home Edition.

ABC transmite todos los domingos un programa en el cual se destruye una casa vieja y averiada, y se construye una nueva con todas las comodidades deseadas. Los beneficiarios son siempre personas seleccionadas por la calidad del servicio que prestan a su comunidad. Son héroes y heroínas que día a día entregan lo mejor de sí mismos, pero que no tienen las condiciones básicas para vivir con su familia, ni los medios adecuados para servir a los otros de mejor manera. Es un reality show muy emotivo, en el cual se involucran grandes empresas nacionales, constructores locales, la comunidad entera y a algún famoso que acude como voluntario.

Este programa ha venido a mi mente porque en Guatemala necesitamos rescatar lo mejor de nuestras instituciones y de nosotros mismos. Urge identificar a los héroes y heroínas de lo cotidiano, premiarlos y presentarlos como modelos a seguir. Nosotros lo podríamos denominar: “Guatemala Extreme Makeover, PNC Edition.”

PNC ExtremeMakeover

Sería un programa de televisión que, idealmente, debería ser (re)transmitido semanalmente por las estaciones de televisión abierta y demás canales nacionales de cable TV. Su dirección y producción se le podría encargar a los nuevos talentos que han surgido en la industria cinematográfica, o bien a personas con mayor experiencia en el medio, como Ana Carlos. El financiamiento debería provenir del sector privado, local, nacional e internacional, y también debería contar con la decidida participación de los ciudadanos, especialmente los vecinos y las empresas que requieren de los servicios de la PNC en determinada zona o municipio. Por supuesto, debe contar con el visto bueno del Ministerio de Gobernación y la cooperación de la Dirección General de la Policía Nacional Civil.

Siguiendo la rutina del programa, primero hay que identificar a los beneficiarios. Bien podríamos empezar por los municipios más afectados por la violencia: Guatemala, Mixco y Villa Nueva. Hay que elegir unas seis comisarías que se constituirían en el plan piloto para la primera temporada del programa en el aire. Después hay que hacer el diagnóstico de las necesidades materiales de cada sede policial: infraestructura básica, telecomunicaciones, tecnología de vigilancia y respuesta inmediata, y también detalles de comodidad que devuelvan a los policías el estatus y dignidad que les corresponde dentro de la sociedad, como agentes representantes del Estado que deben velar por el orden y la seguridad de sus conciudadanos. Por supuesto, hay que conseguir los recursos para hacerlo realidad: algunas empresas darán dinero en efectivo para cubrir el costo de la producción, mientras que otras contribuirán en especie para equipar a la Policía.

Sin embargo, el aspecto más importante de todo este esfuerzo es el involucramiento de la comunidad. Los vecinos deben participar directamente en las etapas anteriores. Especialmente, deben acercarse y conocer a los agentes de la Policía para premiar a los que han mostrado un alto nivel de compromiso y desempeño en el cumplimiento del deber. Y, por otro lado, depurar a quienes sean identificados como un problema para la comunidad y para la institución misma. Habría que resaltar las historias de heroísmo, de aquellos que han perdido su vida por proteger al ciudadano y de quienes la han arriesgado con mejor suerte. De esta forma, también se establecería un vínculo directo entre la comunidad y sus servidores públicos. Lo cual facilitaría, entre otras cosas, el flujo de información necesaria para la inteligencia de combate al crimen organizado. Además, los policías tendrían un mayor compromiso con su vecindario o municipio. Se sentirían parte de la comunidad y sabrían que le deben rendir cuentas.

Un programa televisivo de esta naturaleza no sólo tendría un gran impacto educativo en la población, sino que también generaría una dinámica de participación a nivel local. El poder de la imagen y la palabra transforma mentalidades y genera fuertes identidades colectivas, cuya energía se puede canalizar positivamente. El objetivo sería generar un sentimiento de cohesión nacional similar a cuando gana la Selección de fútbol, o cuando un joven artista sobresale en un concurso internacional. Incluso, generar un sentimiento de responsabilidad para con el otro, al que consideramos hermano aunque no lo conocemos, como cuando somos golpeados por un desastre natural. De hecho, el programa serviría para hacernos comprender que nos enfrentamos a un desastre institucional, y tomar conciencia de su gravedad, pues aunque todos los días oímos, vemos y leemos sobre la violencia, no la reconocemos como problema hasta que toca las puertas de nuestra casa.

La metáfora de “cambio extremo” que utiliza el programa estadounidense es por la necesidad de destruir para construir algo nuevo y mejor. La misma me resulta un tanto radical, porque a nivel institucional lo que necesitamos es reconstruir y fortalecer. No podemos darnos el lujo de empezar de cero. Pero, ciertamente, nuestra situación requiere de medidas extraordinarias. Y ese radicalismo podríamos encontrarlo, no en más violencia y destrucción, sino en más creatividad, porque debemos ver los problemas desde otra perspectiva para encontrarles solución.

Desconozco si algo así se ha intentado en otros países o ciudades del mundo. Por ello, es indispensable evaluar con cuidado la experiencia con indicadores cuantitativos y cualitativos, antes y después de la intervención. Finalmente, habría que reflexionar sobre los efectos no deseados que tengan alguna probabilidad de surgir como consecuencia de la intervención.

Si ha leído hasta aquí es porque la idea le parece interesante. Si, además, le ve potencial a la misma, por favor compártala con otros y discútala –critíquela y mejórela, pues primero tenemos que generar la masa crítica suficiente para que alguien la haga suya y la implemente. En Guatemala tenemos mucha gente creativa, trabajadora y con sentido de responsabilidad cívica. Sólo necesitamos un empujón para lanzarnos a participar. ¡Usted tiene la palabra!

1 comment:

Carlos Mendoza said...

Adicionalmente, considero que debe examinarse un aspecto institucional que poco se ha discutido hasta ahora: el papel de las municipalidades en la seguridad ciudadana. Recordemos que el artículo 6 del Código Municipal contempla las competencias atribuidas por delegación por parte del Gobierno Central mediante convenio. Esto se explica mejor en los artículos 70 y 71 de la misma ley, donde se dice que “la delegación habrá de ir acompañada necesariamente, de la dotación o el incremento de los recursos necesarios para desempeñarla, sin menoscabo de la autonomía municipal.”