31 December 2009

Entrevista que no ha sido publicada

El 8 de diciembre repondí a una segunda entrevista, por vía electrónica, a la periodista Louisa Reynolds, redactora de elPeriódico. La misma no ha sido publicada, así que me tomo la libertad de compartirla en este espacio para aquellos que puedan estar interesados. Es sobre el papel de los medios de comunicación social en la presentación de los episodios de linchamiento. Carlos A. Mendoza

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Encuesta sobre linchamientos

En TeleDiario de Guatemala han realizado esta encuesta, en su sitio de Internet:



Resultados al 31 dic 2009, 8:50 am

El 80 por ciento de las personas que se tomaron el tiempo de responder dicen que Sí, la falta de acceso a la justicia en Guatemala justifica los linchamientos.

30 December 2009

Nuevo artículo en elPeriódico: recuento de los hechos 2009

Q1.7 millones en pérdidas por la destrucción de patrullas y sedes [de la Policía Nacional Civil]
Por Marvin del Cid

En lo que va del año 8 patrullas han sido destruidas. Cada unidad tiene un costo para el Ministerio de Gobernación de unos Q200 mil con todo el equipo incluido. En total la cartera contabiliza Q1.6 millones en pérdidas. Leer más AQUÍ

28 December 2009

Linchamientos (en el Art Institute de Chicago)

Este fin de semana fuimos con mi familia a ver la nueva sala de arte moderno y contemporáneo del Art Institute, en la ciudad de Chicago. Me encontré con estas imágenes. CM.



La imagen es parte de un papel tapiz elaborado en 1989 por el artista Robert Gober, en el cual él trata de recordar un hecho: "la fea e inolvidable realidad de la historia de los Estados Unidos." Dice que esa dolorosa imagen repetida de forma interminable en el papel tapiz intenta decir, metafóricamente, que [los linchamientos] no fueron un evento aislado, sino que se han convertido en un trasfondo de la historia norteamericana.

26 December 2009

Anatomía de un linchamiento

Por Luis Lima Sanchinelli y Mynor Cortez
elPeriódico (26 dic 09)

La inconformidad de las personas en los órganos encargados de impartir justicia, ha provocado que pobladores en varios puntos del país hayan decidido tomar la justicia en sus manos y aplicarla, y ello ha llevado a que en lo que este año más de 40 personas han sido linchadas.

El Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) ha realizado un monitoreo sobre el tema y advierte con suma preocupación un incremento, y teme que el número suba en lo que resta del 2009, pues quedan 24 días para que finalice el mismo, y en apariencia existe poco interés del Gobierno en encontrar una solución a esta situación, manifestó el dirigente de esta agrupación, Mario Polanco.

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21 December 2009

Los linchamientos son injustificables

por Luis Linares
Siglo XXI (21 dic 09)

Estamos viviendo, igual que a finales de los años 90, una nueva y creciente ola de linchamientos que constituyen una evidencia contundente del desprecio  que un buen número de guatemaltecos tiene por la vida humana. Algunos tratan de explicar estas acciones sanguinarias, en donde con lujo de barbarie y con la mayor impunidad, se asesina a presuntos delincuentes, en la desesperación de la gente ante la creciente e igualmente impune acción de los delincuentes. 

Esa explicación, que a la larga se vuelve una justificación, me hacer recordar que ante los  asesinatos de  profesionales, políticos, religiosos, sindicalistas y dirigentes estudiantiles durante el conflicto armado, era frecuente que se dijera   “a saber en qué andaba metido”.

Resulta paradójico que, en un país donde  no menos del 90% pertenecemos a una confesión cristiana (católica o evangélica) y que  casi la mitad asistimos regularmente a servicios religiosos; y que para el cristianismo, la vida en cualquier de sus manifestaciones es un valor en sí mismo y, por lo tanto, debe ser respetada y protegida, sucedan estos hechos que nos pintan ante el mundo como un país de salvajes.

En más de una ocasión, al referirse a los linchamientos de la década pasada,  el Padre Thomas Fox, nuestro párroco de Santa María en Lomas del Norte, hizo referencia a la “Ley del Talión”, expresada en la frase “ojo por ojo, diente por diente”.   Pero decía que dicha máxima, lejos de ser una incitación a la venganza, lo  que pretendía era la  moderación en un contexto histórico, la era precristiana, en donde cualquier falta era castigada con la muerte. De manera que dicha ley buscaba la proporcionalidad, no se podía cobrar con un ojo la pérdida de un diente o de una uña. 

Sin embargo, los salvajes que ahora acuden a una práctica que de ninguna manera puede considerarse justicia popular, como irresponsablemente la llaman  algunos reporteros de medios de comunicación, pierden todo sentido de proporcionalidad. Es posible que algunos de los linchados sean ladrones o extorsionadores, pero esos delitos, por graves y reiterativos  que sean, no justificarían jamás que un tribunal los condenara a muerte. Y lo peor es que nadie puede decir que estaba seguro que el señalado era culpable.

Así como esperamos que a todo delincuente se le castigue con todo el peso de la ley, también condenamos a quienes cometen esos crueles y perversos  asesinatos colectivos. Y condenamos también la negligencia e incapacidad de las autoridades, las cuales conociendo cuál es la secuencia de hechos que conduce a los linchamientos, no hacen mayor cosa por evitarlos. 

Hemos visto, en muchas ocasiones, cómo las cámaras de los medios   de  comunicación, filman  en vivo y a todo color las escenas de los linchamientos, en donde aparecen los incitadores y hechores de una forma que pueden ser plenamente identificados. 

Sin embargo. ¿cuántos participantes activos en estos hechos, han sido llevados a los tribunales, juzgados y condenados  por asesinato? Me parece que  muy pocos o ninguno. Y es la virtual garantía de impunidad existente en Guatemala, la que alienta la acción de los delincuentes y de la criminalidad organizada, así como de los participantes en  los linchamientos. Que este tiempo de Adviento y Navidad lo aprovechemos todos, gobernantes y gobernados, para reflexionar sobre el deber primario de proteger la vida y la seguridad de todas las personas.

Linchamientos

Por Irmalicia Velásquez Nimatuj
elPeriódico (21 dic 09)

Las noticias de los últimos meses recogen un número significativo de linchamientos ocurridos a lo largo y ancho del país.

Cifras nacionales y de organismos internacionales señalan que el número oficial de muertes por linchamientos entre 1996 y 2001 fue entre 23 y 54 por año. Para 2008 se registraron 56 intentos de linchamiento que afectaron a 118 personas.

A pesar de la gravedad nacional, los linchamientos se han explotado con morbo, se abordan como un “problema persistente”, como una ola de violencia provocada por comunidades rurales o turbas de indígenas incivilizados que no respetan las leyes. Sin embargo, el tema de los linchamientos debe de ser abordado como un fenómeno que muestra la crisis en la cual se encuentra el Estado, especialmente el poder judicial.

Los linchamientos no deben de reducirse a problemas locales, comunitarios o robos domésticos que sirven para encubrir rencillas u odios entre familias. Los linchamientos con toda su crudeza están mostrando que áreas completas del país no creen en el sistema de justicia. Por eso, estos actos deben de provocar que los funcionarios que están al frente de la justicia, sin importar su jerarquía, trabajen y cumplan su mandato.

Los linchamientos tienen su base en la impunidad que es lo que el Estado ofrece y es en la que hemos aceptado vivir. En su primer informe, la CICIG señaló que el Organismo Judicial tiene un índice de impunidad del 93.1 por ciento. De las 10 mil 865 denuncias de crímenes recibidas en los últimos 3 años, sólo 1,167 llegaron a sentencia. Es decir, un 10.7 por ciento, mientras que el restante 89.3 por ciento de denuncias no logró una resolución. Además, de las pocas sentencias sólo el 6.9 por ciento fue condenatorio. Lo mismo ocurre en el Ministerio Público, donde el 98 por ciento de los delitos no es investigado.

Ningún programa ni campaña de formación o capacitación funcionará si instituciones como la Policía Nacional Civil no es redefinida y depurada. Hoy, en las comunidades, la PNC no infunde respeto, sino temor ante las constantes violaciones que comete en contra de hombres y mujeres. Un sistema de justicia probo no puede surgir, sino se restaura la autoridad moral de quienes lo dirigen, un nuevo sistema de justicia debe convertirse en un triunfo para el país, sólo así los individuos, las comunidades y los pueblos le encontrarán sentido a la palabra justicia.

19 December 2009

Muerte en la plaza

por Carolina Vásquez Araya
Prensa Libre (19 dic 09)

Los linchamientos en Guatemala han sido analizados con el mayor rigor científico por sociólogos, antropólogos y otros estudiosos del comportamiento social. Estos documentos han arrojado muchas luces sobre las causas y características de este fenómeno colectivo, pero como todo estudio académico, lamentablemente no han tenido incidencia alguna en la toma de decisiones ni en el cambio de rumbo de ciertas políticas con potencial efecto sobre la erradicación de esta macabra forma de asesinato.

En Guatemala, la muerte ronda por las esquinas y cualquier ciudadano es capaz de percibirla. Asaltos, violaciones, amenazas, secuestros, extorsiones y homicidios a plena luz del día acorralan a una sociedad cuyo temor crece cada día hasta alcanzar peligrosos niveles de paranoia. En este punto, los ciudadanos se premunen de armas de fuego con la ilusa esperanza de aumentar su capacidad de defensa personal pero, por el contrario, con esto sólo incrementan el riesgo y construyen un peldaño más en la escalada de la violencia.

Guatemala ha llegado a convertirse en el prototipo de país patológicamente débil, desde todo punto de vista. Su estructura social, plagada de desigualdades y carente de mecanismos de balance, representa en el siglo veintiuno todas las carencias de un estado primitivo. Con una legislación impotente para erradicar las injusticias sociales y económicas, Guatemala ha venido arrastrando siglos de frustraciones y abusos, los cuales necesitan sólo una chispa para convertirse en una fuerza devastadora.

Ciento cincuenta mil muertos durante el conflicto armado interno, más una constante represión política, constituyeron el ambiente de inseguridad y temor sobre el cual se fueron gestando sentimientos de odio racista y clasista, discriminación y, sobre todo, el debilitamiento del Estado y de sus instituciones, al punto de que ya no tienen siquiera la capacidad para gobernar y servir al país en toda su extensión.

Los linchamientos perpetrados en los últimos años coronan un cuadro ya de por sí peligroso. A ellos se suman —y no son fenómenos independientes— la debilidad de las instituciones, su ausencia en el interior del país, altos niveles de corrupción en las instancias políticas y económicas y el abandono casi total de programas de beneficio social, escenario extremadamente peligroso para la estabilidad democrática del país.

Los linchamientos son asesinatos. Simple y llanamente. No son actos de justicia ni formas de castigo. No importa el ángulo de observación, semejante acto de salvajismo sólo retrata a una sociedad disfuncional y profundamente enferma. Es hora de que reaccionen quienes tienen el poder de restaurar los valores esenciales de la sociedad.

17 December 2009

Seguimiento a caso de Panajachel

En el vespertino La Hora (17 dic 09) le han dado seguimiento al caso de linchamiento en Panajachel, Sololá:

Reordenamiento y narcomenudeo, las posibles causas de linchamiento
por Gabriel Herrera

Leer AQUÍ

También Prensa Libre (17 dic 09):

"Difieren en causas de linchamientos en Sololá"

"Desconfianza y venta de drogas causan violencia" (18 dic 09)

16 December 2009

Nota en The National Post de Canadá

Rash of public lynchings hit Guatemala

por Daniel Austin,
National Post (Wednesday, December 16, 2009)

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Linchamientos en Venezuela

Había anticipado en un comentario que mi amigo y colega, Prof. Angel Alvarez, me dijo que en Venezuela se han dado casos de linchamiento en el 2009. Esto sirve para comparar con Guatemala y los otros países de América Latina donde están ocurriendo estas manifestaciones de violencia colectiva.

Linchamiento en El Valle

El hecho ocurrió el miércoles 4 de febrero [2009] después de que presuntamente un violador de la zona intentó abusar de una menor de nueve años, de acuerdo con el relato de los vecinos.

Según testigos, el supuesto violador fue perseguido por una turba iracunda de vecinos que lo atrapó, golpeó con palos y piedras, tiroteó, quemó y luego amarró a una moto para arrastrarlo por una céntrica avenida donde el cadáver fue nuevamente prendido en fuego.

Fuente: Minuto59

Linchan con piedras y palos a presunto violador en Petare [27/Feb/2009]

Un hombre que se dedicaba a realizar mandados para sobrevivir en el barrio Agricultura de Petare fue asesinado por una turba que lo acusaba de abusar sexualmente de una menor de dos años de edad.

Manuel Vicente Baptista Bastidas, de 38 años de edad, pereció a consecuencia de politraumatismos la noche del pasado jueves. Los vecinos de la segunda calle lo atacaron con piedras, palos y objetos contundentes hasta dejarlo sin signos vitales.

Fuente: Noticias 24


Ensayo sobre linchamientos en Venezuela: AQUÍ

"Impunidad, anomia y cultura de la muerte. Los linchamientos en Venezuela," por Alexis Romero Salazar y Raima Rujano Roque en Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, Vol. XIII, No. 39 (Mayo / Agosto de 2007), pp. 139-161.

Últimos intentos de linchamiento

por Mercedes Unda Contreras
Siglo XXI (16 dic 09)

Intentan linchar a juez y secretario

Un centenar de pobladores de una aldea de San Rafael La Independencia, Huehuetenango, retuvieron a un juez de Paz, su secretario, un ingeniero y sus ayudantes, quienes se disponían a realizar una medición de terrenos como parte de un proceso civil. Los ánimos se caldearon al punto de que los funcionarios estuvieron a poco de ser linchados. La población desistió tras la intervención del alcalde y de líderes comunitarios que tras unas horas de tensión lograron convencer a los aldeanos de dejar en libertad a los aludidos.

Nota en Prensa Libre

Querían quemarla

Una mujer identificada como Alejandra Torres, de 27 años, se salvó de morir tras ser rescatada por la Policía que la protegió de los pasajeros de  un autobús de la ruta 63, quienes la acusaron de ser ladrona y aprovechar la aglomeración de usuarios para robar billeteras y bolsas. El hecho ocurrió en el bulevar Liberación y 10a. calle, zona 9, reportaron los bomberos Municipales, quienes auxiliaron a la aludida, quien fue golpeada e incluso su ropa mojada con gasolina. Dos supuestos cómplices lograron escapar. La mujer fue consignada.

14 December 2009

Métodos de linchamiento: repertorio del "terrorismo colectivo"

por Carlos A. Mendoza

Me preguntó una nueva amiga por qué en Guatemala los linchamientos son, generalmente, realizados quemando a la víctima. La gasolina es el combustible de preferencia para prender fuego al supuesto delincuente. ¿Será un método aprendido durante el conflicto armado interno? Muchos piensan que sí. Citan como ejemplo algunos casos documentados por la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH):

El terror (Conclusiones del Informe - énfasis agregado)
44. La CEH comprobó que a lo largo del enfrentamiento armado el Ejército diseñó e implementó una estrategia para provocar terror en la población. Esta estrategia se convirtió en el eje de sus operaciones, tanto en las de estricto carácter militar como en las de índole psicológica y las denominadas de desarrollo.
45. Las organizaciones guerrilleras cometieron hechos violentos de extrema crueldad que aterrorizaron a la población y dejaron secuelas importantes en la misma. Fueron las ejecuciones arbitrarias, sobre todo las cometidas frente a familiares y vecinos, las que agudizaron el clima de miedo, arbitrariedad e indefensión ya generalizado en la población. [Ver casos detallados sobre ajusticiamientos en los que se obligaba a participar a la población, en "Atentados al derecho a la vida: las ejecuciones arbitrarias"]
46. El terror de Estado se intensificó en Guatemala a partir de 1966, cuando inició un proceso cuyas etapas más agudas correspondieron a los periodos de máxima violencia y cuyos epicentros se ubicaron en los escenarios donde la represión fue más intensa. Una gran parte de las violaciones de los derechos humanos conocidas por la CEH, cometidas por el Ejército u otros cuerpos de seguridad, fueron perpetradas con ensañamiento y en forma pública, especialmente en las comunidades mayas del interior del país. Asimismo, al tomar en cuenta los métodos de entrenamiento de las fuerzas del Ejército —y en especial de los Kaibiles— la CEH ha determinado que la crueldad extrema fue un recurso utilizado con intención para generar y mantener un clima de terror en la población.

Sin embargo, los métodos de terror no han sido exclusivos de las fuerzas que combatieron en Guatemala en el siglo XX. Hay varios casos famosos de castigos públicos, generalmente arbitrarios, realizados por medio de la hoguera. Uno de los más famosos es el de Juana de Arco en 1431.

Juana de Arco fue quemada en una hoguera arreglada de tal manera que su muerte fuera más lenta y dolorosa. Fue acusada de herejía y de ser bruja adoradora del demonio.

En Guatemala, uno de los antecedentes históricos de la hoguera es la decisión del conquistador Pedro de Alvarado de quemar a los Señores K'iche's de Q'umarkaj en 1524. Luego, seguramente, llegó a formar parte del imaginario social el repertorio de castigos aplicados por la Inquisición.

Algo similar a la Inquisición Católica ocurrió en los Estados Unidos con los puritanos, a finales del siglo XVII, y los famosos juicios contra mujeres acusadas de brujería en Salem. Sin embargo, la mayoría de ellas fueron colgadas.

De hecho, el ahorcamiento era el método de predilección para los linchamientos en el Sur de los Estados Unidos, donde las turbas también acostumbraban tomarse fotografías con sus víctimas.


Otro método utilizado en Guatemala ha consistido en apedrear a las víctimas, como en el tristemente célebre caso del juez en Alta Verapaz. Sobre el apedreamiento, también hay numerosos ejemplos históricos, como los casos que aparecen en la Biblia:

“Si surge en medio de ustedes un profeta o un intérprete de sueños, […] deberá ser castigado con la muerte, por haber incitado a la rebelión contra el Señor, tu Dios […] Deberás apedrearlo hasta que muera, porque intentó apartarte del Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. Todo Israel, cuando se entere, sentirá temor, y no volverá a cometerse esta infamia entre ustedes.” Deuteronomio, Capítulo 13, 2-12.

Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» Juan, Capítulo 8, 3-7.

Como explican Walton et al. al comentar el libro de Josué Cap. 7, 25 [“Y dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbate Jehová en este día. Y todos los Israelitas los apedrearon, y los quemaron á fuego, después de apedrearlos con piedras;”]:

El apedreamiento como ejecución. Apedrear era una forma comunitaria de ejecución y la que más se menciona en la Biblia. Se usaba para castigar crímenes contra la comunidad que constituían violaciones al pacto (apostasía, Lev. 20:2; hechicería. Lev. 20:27) y requería de la participación de todas las personas ofendidas. Ya que no podía determinarse cuál de las piedras individuales causaba la muerte del condenado, nadie cargaba con la culpa de aquella muerte. Los textos mesopotámicos no mencionan el apedreamiento pero emplean el ahogamiento, el empalamiento, la decapitación y la hoguera como formas de ejecución.” (Walton, John H., Victor Harold Matthews y Mark W. Chavalas. 2004. Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. El Paso, Tex: Editorial Mundo Hispano.)

[Levíticos 20, 2: “Dirás asimismo á los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, ó de los extranjeros que peregrinan en Israel, que diere de su simiente á Moloch, de seguro morirá: el pueblo de la tierra lo apedreará con piedras.”

Levíticos 20, 27: “Y el hombre ó la mujer en quienes hubiere espíritu phitónico ó de adivinación, han de ser muertos: los apedrearán con piedras; su sangre sobre ellos.”]

Churrasco

por María Olga Paiz
elPeriódico (14 dic 09)

Cada cierto tiempo, nos da por quemar gente viva.

No es una perversión original ni mucho menos. La Iglesia medieval, el Ku Klux Klan en el sur de Estados Unidos y los nazis en Europa compartieron nuestra afición por esta particular forma de suplicio.

En la ciudad fingimos horror intelectual, seco y cumplido, cuando en realidad no nos eriza ni un pelo la descripción de turbas rociando gasolina y haciendo churrasco de carne humana. Más bien se apodera de nosotros una oscura excitación con las noticias de un nuevo linchamiento. Lo que se instala en el ambiente tras la agitación es el alivio del ritual cumplido, que actúa en las conciencias como si fuese un sedativo.

Al día siguiente, como quien despierta de una pesadilla recurrente, tenemos prisa por despejarnos la sensación viscosa de las lagañas y la zozobra.

Buscamos un par de explicaciones satisfactorias y atenuantes de esa resaca moral, que si el cansancio de una población impotente ante los criminales, que si la falta de presencia del Estado en la zona y a nuestros quehaceres.

Los agitadores, sin reconocerse responsables, harán lo mismo, volverán a sus rutinas vendiendo verduras o conduciendo un mototaxi. Las autoridades no harán jamás por aprender y procesar a quienes participan de estas orgías colectivas. Es como si, a escondidas de la conciencia, todos estuviéramos de acuerdo en dejar que la tensión insoportable (si tan solo supiéramos de qué) se disipara por medio de prender a un hombre como si a un fósforo. Mejor si este es delincuente. Y de comentarlo luego, como se comenta un partido de fútbol o el resultado de la elección a Miss Mundo.

La excitación no se ha ido de la sangre, tan sólo se ha adormecido, hasta una próxima.

¿Qué Dios sangriento vive dentro nuestro que exige fuego y sacrificio humano?

12 December 2009

En 15 días, nueve personas linchadas

Por Sylvia Gereda Valenzuela
elPeriódico (12 dic 09)

Guatemala, país de la agresión y la violencia. El paraíso sin ley donde sólo el 2 por ciento de los casos llega a sentencia. Donde cada quien hace lo que le viene en gana y aplica la justicia como mejor le parece. Esta es la historia de Guatemala que arrancó en la década de los años cincuenta, se arreció durante el conflicto armado de los años ochenta y en pleno siglo XXI sigue siendo un acostumbrado y un lamentable modo de vida.

Guatemala, el país donde los delincuentes, secuestradores y ladrones son linchados porque la justicia no se aplica, no existe. El país donde nos hemos acostumbrado a ver en los medios denigrantes escenas de cuerpos quemados y destrozados por turbas enfurecidas.

El país donde cualquiera puede salir vapuleado, quemado o muerto a pedrada limpia por el simple hecho de haber robado una gallina o de haber sido confundido con algún maleante.

Las poblaciones indígenas, particularmente las del occidente del país, se han exacerbado, una vez más, y están tomando la justicia por sus manos. Según la agencia de noticias EFE, en la Corte Suprema de Justicia, en lo que va de este año, se han registrado 110 casos de linchamientos, en los que han muerto 42 supuestos delincuentes y 211 han resultado con heridas de gravedad.

La mayoría de estos hechos ha ocurrido en poblaciones indígenas del oeste y noroeste del país, en donde la presencia de las fuerzas de seguridad y del sistema de justicia es débil.

Hace 2 días, un hombre de 35 años fue atacado por una turba de vecinos en Huehuetenango, acusado de haber secuestrado a un vecino quien logró escapar del lugar donde lo mantenían plagiado y pidió ayuda a los lugareños.

El pasado domingo, en Panajachel, a orillas del lago de Atitlán, una turba se conglomeró para linchar y quemar a un hombre acusado de robar a una vecina del lugar. La Policía consiguió rescatar allí a tres mujeres que los enardecidos vecinos pretendían linchar, acusadas de haber participado en el asalto.

Mientras tanto, las autoridades parecen dar palos de ciegos y huyen impotentes ante las poblaciones desenfrenadas en ira, frustración, agresión y pobreza que no temen en incendiar sus comisarías o prender fuego a sus patrullas.

Estas son las consecuencias de varios regímenes que han olvidado defender y hacer valer los derechos de los más pobres y donde, con mucho pesar, se ha optado porque cada ciudadano aplique la justicia con sus manos.

En estos momentos, urge rediseñar el país. Es imprescindible crear una política que camine hacia la paz y el entendimiento.

Cuando la Misión de Verificación de las Naciones Unidas para Guatemala (Minugua) trabajó en Guatemala, dejó un documento que varios lustros después no ha sido entendido ni asimilado, pero que contiene un extracto de las conclusiones que los expertos encontraron como las principales causas de los linchamientos en Guatemala. Entre ellas se encuentran: la falta de educación y el desconocimiento de las leyes, que dan lugar a que se produzcan fricciones entre las comunidades; falta de información sobre la existencia de juzgados y tribunales en la región; falta de conocimiento del sistema de justicia y desconocimiento de las leyes.

También que la influencia de diversas ideologías afecta la convivencia pacífica; la manipulación de los líderes locales impide que la población solucione sus problemas; el conflicto armado afectó a la población y dejó mucho rencor.

La incertidumbre y el malestar existentes en la población por la inseguridad, la desigualdad social, provoca linchamientos; las principales causas de linchamientos son el robo, los atracos, las violaciones y los asesinatos y la falta de credibilidad en las instituciones encargadas de la justicia. Estas conclusiones emanaron de ocho talleres realizados en diversas comunidades del interior del país como parte del programa, con participación de más de mil líderes comunales y alcaldes auxiliares entre 1999 y 2000.

11 December 2009

La eterna debilidad de la justicia y su implicación en los linchamientos

por Andrea Orozco
Reportaje de La Hora (11 dic 09)

A pesar de la poca confianza que se le tiene a la PNC, y siendo este un factor determinante para que una población decida vapulear a una persona, la institución policial trabaja en conjunto con otros organismos para la prevención de este delito.

El fenómeno de los linchamientos siempre ha provocado división en la sociedad guatemalteca; por un lado se discute la falta de justicia en nuestro país, por otra parte se viola el derecho universal a la vida.

En las últimas dos semanas se han registrado cinco linchamientos, con saldo de nueve víctimas. Estos casos suceden mayormente en las zonas rurales del país, especialmente en aquellas en donde no existe efectividad en las fuerzas policiales.

Según las estadísticas que maneja la Corte Suprema de Justicia, hasta la fecha se han reportado 110 casos de linchamiento que han dejado como saldo a 42 supuestos delincuentes muertos y a otras 211 personas con heridas de gravedad.

Para las personas que cometen estas acciones, el hecho es justificable debido a la poca efectividad de la Policía Nacional Civil (PNC), así como la falta de justicia en Guatemala. Sin embargo, según indica el agente Néstor Ismael Diéguez, de la División de Prevención del Delito de la PNC, los pobladores deben saber que ellos no pueden ni deben cometer este tipo de acciones, pues este hecho conlleva a un posible castigo al momento descubrirse quiénes son las personas que motivan al resto de la población a vapulear a un sospechoso.

"Privar de la vida a otra persona conlleva a una condena, donde el Estado y todo el sistema de justicia se activan en contra de quien asesinó", asegura el policía.

PROGRAMAS DE PREVENCIÓN

Los programas que se trabajan, y con los que se pretende hacer una reducción de este hecho, son un trabajo en conjunto de la PNC con el Organismo Judicial y el Ministerio Público.

Según indicó el agente, luego de que los elementos prestan el servicio policial en el lugar donde se comete este tipo de acciones, se empieza a trabajar con ellos para la prevención de un hecho similar. A decir de Diéguez, de esta manera es como se ha estado trabajando a partir de los años 96 y 97, desde la creación de la institución policial.

Lo que se busca con este tipo de programas, además de evitar que se cometa otro crimen, es que la población pueda explicar lo que realmente sucede en el lugar y que señalen quiénes son las personas que inciden en ello. Para lograr este objetivo se trabaja con una comunidad y los líderes de ella, esto también persigue crear redes que permitan a la Policía accionar de manera inmediata al momento de presentarse un posible linchamiento.

"A veces pueden haber otros factores para que se pueda dar un acto de estos, pues hay personas que también se infiltran para buscar un beneficio y son quienes incitan a la población a cometer una acción de esas", comenta el agente.

EDUCACIÓN

A través de los programas, los policías pretenden tener un acercamiento con la población para que ellos, a su vez, puedan renovar la confianza hacia la institución y dejar de tomar la justicia por sus propias manos.

Estos programas se han trabajado en Huehuetenango, Totonicapán, Quiché, San Marcos y Sololá, departamentos en los cuales se han realizado linchamientos últimamente. "A veces las cuestiones necesitan ir más allá, por eso, con lo que tenemos y con la gente con la que se está trabajando se va llegando a los lugares, de acuerdo a las necesidades o a la problemática que se pueda presentar", dijo el agente.

Para el próximo año se tiene previsto reactivar el trabajo comunitario en donde se les informa a los vecinos de una localidad sobre temas de prevención, seguridad ciudadana, la importancia de participar dentro de una comunidad y cómo se debe ejercer ese derecho. Esto será realizado en el occidente del país.

PREPARACIÓN DE LOS AGENTES

Sin duda, para presenciar este tipo de hechos se debe tener una preparación, no sólo física sino moral y psicológica.

Respecto a esto, Diéguez indica que el personal policial ha sido capacitado en diferentes áreas durante su estadía en la Academia. Esto, dice el agente, se hace evidente en el hecho de que "en ningún momento el personal ha entregado a una persona, sino que se ha resguardado en la medida de lo posible y hasta llegar a las últimas consecuencias, esto a pesar de enfrentarse a un gran número de personas contando con poco personal", asegura.

El llamado que Diéguez hace a la población es que antes de cometer un acto de estos piensen en sus familiares, pues "hoy pueden cometer un crimen que mañana puede perjudicar a un familiar", esto pensando en que antes de vapulear a una persona no se comprueba la participación de esta en el hecho. Además de que los linchamientos afectan el turismo nacional y extranjero.

El agente también solicita la confianza de la población hacia la institución y proporciona los números 1510 y 110 para cualquier denuncia.

"Privar de la vida a otra persona conlleva a una condena, donde el Estado y todo el sistema de justicia se activan en contra de quien asesinó." Oficial Néstor Ismael Diéguez, División de Prevención del Delito de la PNC

Los últimos dos casos de linchamiento fueron registrados de la siguiente manera:

En la aldea de Santiago Chimaltenango, del departamento de Huehuetenango, una turba de vecinos atacó a Francisco Díaz Jiménez, de 35 años de edad. Esta persona fue acusada, junto a dos hombres más, como el secuestrador de Justo Pablo Anselmo de 57 años.

Otro caso se registró el domingo recién pasado, cuando vecinos de Panajachel, Sololá, lincharon a un hombre al que se le acusaba de robar a una mujer de la localidad. La Policía Nacional Civil pudo rescatar a tres mujeres que también eran acusadas de este asalto.Según la definición, un linchamiento es una ejecución, sin proceso, por parte de una multitud sobre un reo o sospechoso de cometer un crimen.

El origen de este proviene del estadounidense Charles Lynch, juez del estado de Virginia, quien en 1780 ordenó la ejecución de una banda de conservadores sin dar lugar a juicio.

Más sobre las cifras: informe de la PDH

Por Carlos A. Mendoza

Ayer, en mi post sobre los problemas con las cifras, se me pasó por alto incluir el importante informe del Procurador de los Derechos Humanos (PDH) de Guatemala que, supongo, se publicó en 2009. Ver también post que escribí sobre sus mapas.

La PDH indica en su informe Agresiones a la vida 2003 - 2008 que "Los datos estadísticos que se presentan en este informe fueron procesados en la Dirección de Estudio, Análisis e Investigación de la Procuraduría de los Derechos Humanos, sobre la base de datos de 'Homicidios' y 'Lesiones' generada por la Policía Nacional Civil."

Así que la tabla sobre muertes por linchamientos se completaría de la siguiente forma:

Fuente (4): Dirección de Estudio, Análisis e Investigación, PDH, con datos de la PNC, p. 5

Uno pensaría que con más datos, mejor información... Pero en este caso surgen más dudas:

1. Ahora las cifras de 2004-05 aparecen más confusas. La del 2005 parece un promedio de las presentadas por GAM y OJ. Mientras que la del 2004 es aún más baja.

2. Ahora tenemos la del 2003, según PDH (con datos de PNC que no he podido verificar), pero no coincide con la reportada por MINUGUA, que era de 15 muertos ese año. Ya mencioné que la misma MINUGUA pone en duda sus datos 2002-03.

3. A pesar que la PDH cita como fuente a la PNC, la cifra del 2006 no coincide, por diferencia de uno. A lo mejor les dieron los datos incompletos, antes del cierre de año.

4. Lo que me genera duda sobre los datos de PDH es que en su informe con mapas (ubicación geográfica a nivel municipal), afirman que se hizo "sobre la base de datos interna del archivo hemerográfico" y no usando los de la PNC. Entonces, serían dos fuentes con metodologías (y sesgos) muy distintas.

Mi punto es que, con estas discrepancias sobre los muertos, es aún más difícil llegar a un consenso sobre las cifras de casos de "formación de turbas" o "intentos de linchamiento", y sobre el número de víctimas "no fatales", lesionados e ilesos. Ver diferenciación de MINUGUA hecha explícita en mis tablas 1996-2002.

La PDH sí presenta número de lesionados, para el período 2004-08 (la columna Total = víctimas "no fatales" + víctimas "fatales"):

Fuente: Dirección de Estudio, Análisis e Investigación, PDH, con datos de la PNC, pp. 3 y 5

Revisando Informe 2009 (Resumen Ejecutivo) del GAM encuentro datos correspondientes a 2008 (desde el 14 enero) y al 2009 (completo). Se distingue, también, entre heridos y muertos por las turbas.

2008 Muertos: 19, Heridos: 138. Total de víctimas: 157.

2009 Muertos: 49, Heridos: 120. Total de víctimas: 169.

CM (agregado 29ene2010)

Más de cien linchamientos

por Carol Zardetto
elPeriódico (11 dic 09)

Estamos casi al final del año y al hacer recuento de su legado, no debemos olvidar el terrible dato: más de cien linchamientos fueron orquestados en diversos lugares del país.

Las especulaciones sobre las razones de este fenómeno son abundantes: algunos lo atribuyen a la implementación de la justicia maya, otros a una oscura orquestación de los poderes paralelos interesados en desestabilizar el país. La mayoría parece estar de acuerdo en que refleja el hartazgo de la población ante la inseguridad.

La cuestión es confusa y quizá difícil de dilucidar del todo, pero hay ciertos temas estrechamente vinculados que debemos considerar, pues los linchamientos son solamente una de las formas que toma un fenómeno más grande. Cada vez con mayor frecuencia y con incidencias más graves, los ciudadanos ocupan el vacío que está dejando el Estado con su inercia e ineficacia. Con el objetivo de patrullar las calles y combatir la criminalidad, los pobladores de diversos lugares se organizan para formar grupos armados. Juntas Locales de Seguridad Ciudadana han dado en llamarse en algunos sitios. Estos grupos son conocidos por cometer una serie de abusos amparados en la labor que realizan. Muchos se dedican impunemente a la limpieza social o simplemente a ejecutar ‘vendettas’ personales. De hecho, hay sindicaciones de que son estas juntas las que en muchos casos organizan los linchamientos. En San Juan Cotzal, por ejemplo, los miembros de una de estas agrupaciones lincharon a dos miembros de la PNC.

A raíz de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, se redujo el Ejército en número de efectivos, pero también en términos de poder e influencia. Tenía sentido si la concentración de poder se hubiera trasladado a instituciones civiles, sin embargo no sucedió. Por el contrario, la PNC está cada vez más debilitada debido a la amplia corrupción que la embarga y el sistema de justicia no responde. Así, el Estado ha perdido el poder de coerción para mantener el país en orden y, para colmo de males, le ha trasladado a la población esa responsabilidad. Si la situación se sigue saliendo de control, estamos cerca de ver a ejércitos “informales” tomar el lugar que debería ocupar el Estado.

El vacío de poder es peligroso y debe atenderse sin demora. Es por ello que, desmantelar la organización criminal dentro de la PNC, resolver la corrupción en el sistema penitenciario y hacer del sistema de justicia un mecanismo eficaz son tareas que no admiten demora. Si el Gobierno continúa en estado de inercia e imperturbabilidad, nos corresponde a los ciudadanos empujarlo. No veamos el espectáculo macabro de las turbas linchando delincuentes con complacencia. El caos que anuncian estos acontecimientos pude arrastrarnos a todos.

10 December 2009

¿Cuáles son las cifras de linchamientos en Guatemala?

Por Carlos A. Mendoza

Para entender correctamente un fenómeno tan complejo como la violencia colectiva en forma de linchamientos es necesario contar con cifras confiables, aproximadas a la realidad. Pero en Guatemala ¿Quién lleva esas cifras? No tenemos consenso en ellas. En México, como mostré en el post anterior, también tienen un problema similar.

MINUGUA recopiló de manera sistemática los casos ocurridos de 1996-2001. Los que ellos mismos presentan para los años 2002-03 no son tan confiables (comparables) porque ya no tenían la misma presencia en el territorio nacional y, por lo tanto, no podían verificarlos como antes. Este extremo me lo explicó el funcionario de MINUGUA que me dio las bases de datos preliminares (en 2002). Es importante insistir en que los linchamientos se empezaron a registrar en esa fecha, pero no empezaron a ocurrir ese año. La coincidencia con la fecha en que se firmó la paz les hace pensar a algunos, erróneamente, que la guerra previa (o ¿la paz?) es "la causa" de los linchamientos. Esta discusión la he abordado en mi ensayo 2007.

Gráfica 1. Muertes por linchamiento (1996-2003)
Fuente: MINUGUA (2004). Registros de Casos de Linchamientos 1996-2002. CD-ROM.

Si desean descargar las bases de datos de MINUGUA, pueden ir AQUI (donde dice "Research in progress" y están disponibles en MS-Excel)

Con la partida de la Misión de Naciones Unidas, se organizó una instancia donde supuestamente participan varias entidades del Estado, llamada "Mesa para la Prevención de los Linchamientos," pero recuerdo que ellos no tenían un mecanismo bien definido para la recopilación de las cifras. Incluso, creo que en algún momento me dijeron que únicamente estaban registrando lo que salía en los periódicos.

Para mostrar el problema que tenemos en algo tan básico como las cifras, les comparto la siguiente tabla.

Tabla 1. Muertes por linchamiento (2004-2008)
Fuentes:
(1) Programa del Organismo Judicial para la Prevención de Linchamientos, Gabriela Barrios "La cultura de hacerse justicia por mano propia" en Prensa Libre 25 mayo 2008.
(2) Grupo de Apoyo Mutuo -GAM-. Informe de la situación de los Derechos Humanos 2004, p. 5
GAM. INFORME DE SITUACION DE DERECHOS HUMANOS Y HECHOS VIOLENTOS CONTRA LA POBLACION GUATEMALTECA 2005, p. 2
GAM. Informe sobre la situación de los derechos humanos y hechos de violencia ocurridos entre enero y diciembre de 2006, p. 3
GAM. Informe sobre la situación de los Derechos Humanos y hechos de violencia ocurridos en el año 2007 (N/A)
GAM. Informe sobre la situación de los Derechos Humanos y hechos de violencia al mes de diciembre 2008, p. 19
(3) Policía Nacional Civil -PNC-. INFORMES ESTADISTICOS DE HECHOS DELICTIVOS AÑOS 2006-08.


Como se puede observar en la tabla 1, sólo en el año 2006 parece existir consenso entre las tres fuentes, y posiblemente en el 2008 hay cierta coincidencia entre GAM y PNC. Pero en los años 2004-05 las diferencias entre GAM y OJ son importantes. Para el 2009, se han manejado varias cifras en los medios, casi todas por arriba de 40 muertes. ¿Cuál es la oficial?

Aportes del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM)

El GAM generalmente indica que sus informes los realiza "con información recibida directamente y por monitoreo a los medios de comunicación." Lamentablemente, en su informe anual 2007 no aparecen (o no encontré) datos sobre los linchamientos ocurridos. Además, el formato de sus informes ha variado en el tiempo. Sin embargo, nos presentan "intentos de linchamiento" para los años 2004-06 y otra categoría que denominan "vapuleados" en 2005-06.



En una nota reciente de elPeriódico se habla de más de 100 casos en el 2009 y se cita como fuente al Organismo Judicial (Corte Suprema).

Linchamientos

Por Claudia Navas Dangel
La Hora (10 dic 09)

Nadie está de acuerdo sobre cuántos se han dado. Unos dicen que son 46, otros 41 las víctimas de linchamiento. Unos los aplauden, otros los rechazan. Yo no sé qué pensar, lo único que es evidente es que este tipo de situaciones, llevadas al límite, son el resultado de la incapacidad del Estado para garantizar seguridad a las y los ciudadanos.

Y digo Estado sin puntualizar en Gobierno, porque no es nada nuevo, ni se lo puedo achacar directamente, aunque esto no le resta responsabilidad de lo que ocurre a la actual administración.

La gente está harta, cansada de ver cómo lo obtenido con esfuerzo y trabajo se evapora por el temor a perder la vida, a ser secuestrada; la gente está desesperada y la desesperación mueve; la gente está insatisfecha, insegura, y abandonada y de eso no hay duda.

Huehuetenango un día, Salamá otro, la zona 11 el fin de semana y Sololá muy frecuentemente, más en estos días, en donde toda la concentración debe estar en salvar al lago, y lo digo así porque como acá todo es posible y las cortinas de humo son familiares en nuestra cultura, pienso que de pronto puede haber gato encerrado en este tipo de situaciones en ese lugar.

Lo pienso y lo reafirmo, porque no comprendo cómo, luego de que ocurriera un linchamiento en Sololá, las autoridades se duermen en sus laureles sin tomar medidas para que esto no se replique en otros municipios. Y es que éste es un lugar propicio, por el turismo, el consumo, la circulación de capital, ya que es un lugar adecuado, dada la ineptitud de las autoridades locales.

Quien quita no, sin embargo, sigo pensando en esto, en esas imágenes grotescas de un cuerpo quemado, en esas noticias en donde víctimas inocentes, niños y niñas salieron lastimados, en ese lugar al que quiero tanto, y que para mí ha sido siempre sinónimo de tranquilidad, tan alterado, como perdido, abandonado.

No hay otro país en América Latina, quizá en el mundo, con indicadores de linchamientos como Guatemala, y es que quizá el irrespeto al goce de los Derechos Humanos, a la vida, es ya demasiado.

Justo hoy se conmemora el Día de los Derechos Humanos en un país en donde son casi inexistentes, hoy se anima a vivir en armonía, a parar la discriminación, a respetar la diversidad y a celebrar la vida, mientras lejos de la ciudad la gente toma la justicia por su cuenta, porque no hay quién pueda defenderlos, no hay quien pueda hacer valer la justicia, o porque quizá esa palabra está por acabarse de nuestro vocabulario.

¿Cuál es la diferencia entre Sololá y Panajachel?

por Eduardo Mayora Alvarado
Siglo XXI (10 dic 09)

Juzgando a partir de los reportajes de prensa, la diferencia fundamental radica en que los elementos de la Policía Nacional Civil de Panajachel actuaron con mayor firmeza y eficacia. Esto es difícil de establecer a ciencia cierta, pues es probable que las circunstancias de cada uno de los dos linchamientos, acaecidos apenas con una semana de diferencia, hayan sido suficientemente diversas.

Por lo tanto, no pretendo emitir un juicio de valor a favor o en contra de las autoridades de policía de cada una de esas localidades, ya que fácilmente podría cometer una injusticia.  Mi propósito es otro.

Supongamos que las circunstancias que se presentaron en ambos casos sean comparables. Que la desproporción entre la fuerza destructiva de la turba enardecida y la capacidad de enfrentarla, de los agentes del orden, haya sido prácticamente igual. Hagamos de caso, por lo tanto, que la naturaleza de los riesgos que corrieron las autoridades tanto en Sololá como en Panajachel, es muy parecida: en ambos casos ellos mismos podrían haber sido víctimas mortales de la turba o haber sufrido lesiones gravísimas.

En ese supuesto, la PNC de Panajachel habría logrado tres cosas muy importantes: primera, salvar la vida de tres mujeres, una de ellas embarazada de siete meses; segunda, mostrar con hechos que está dispuesta a asumir el riesgo de que sus agentes pierdan incluso su vida, para restablecer el orden; y tercera, reducir enormemente las probabilidades de que un linchamiento semejante vuelva a ocurrir en el futuro próximo.  No mientras quienes incitan a este tipo de barbaries y sus seguidores recuerden que no se enfrentarán a “patos en feria”.

Si, adicionalmente, se realizaran investigaciones conducentes a identificar a los agitadores –siempre hay un “yo lo vi”- y si los fiscales y jueces competentes actuaran con firmeza y eficacia sobre el asunto, ordenando su detención y procesándolos sin dilación, es muy probable que no volviera a presentarse otro linchamiento como este en Panajachel, en mucho tiempo. 

Si, por el contrario, en esa pequeña comunidad en donde casi todos se conocen y saben quién es quién, los incitadores a la violencia siguieran libres y sin mayor consecuencia, no solamente es de esperarse que puedan suscitarse similares situaciones en el futuro, sino que los elementos de la PNC de Panajachel no volverían, jamás –y con razón- a arriesgar su integridad y sus vidas por hacer valer la Ley y para imponer el orden.

En Sololá, en cambio, me temo que será cuestión de tiempo antes de que, por los motivos que fuere, se vuelva a presentar un cuadro como el del fin de semana antepasado.

Soy consciente de que la realidad de las fuerzas de policía en el país es, por decirlo eufemísticamente: muy compleja. Pero no me cabe duda de que, a menos que el Gobierno esté dispuesto a hacer acopio de la totalidad de los recursos a su alcance, incluyendo, por supuesto, el apoyo del Ejército de Guatemala, para cortar de tajo este tipo de actos de barbarie, pronto enfrentará pesadillas mucho peores.

Más grave que eso, nuestra sociedad no puede encontrar el camino de su desarrollo integral mientras tengamos que llevar en la consciencia cuarenta y seis linchamientos mortales, sólo durante este año.

Un sistema colapsado

por Helmer Velásquez
elPeriódico (10 dic 09)

La ira de las multitudes, concentrada y aplicada a personas consideradas por la turba como delincuentes, reales o potenciales, sintetiza nuestras enfermedades sociales e institucionales y da forma a perversas expresiones de nuestra sociedad. Se trata de resabios –fuertes y arraigados– de grupos violentos estimulados por el Estado durante el conflicto armado interno, azuzados en aquella ocasión para “aniquilar comunistas” a mansalva y sin el mínimo recato, más bien premiados con palmadas en la espalda y los “bienes” que hubieran habido a la víctima ya por el comandante del destacamento militar o de la zona. Actos de lesa humanidad por los cuales la justicia no ha llegado y son la costra de la impunidad.

El linchamiento expresa, también, la impotencia del ciudadano honrado, del trabajador, frente a las acciones vandálicas de la gavilla, que en connivencia o frente a la impasibilidad e inoperancia de las autoridades del –pomposamente llamado– “sistema de justicia”, se salen con la suya a costa de los bienes y/o la humanidad de una ciudadanía, cuyo aguante está tocando peligrosamente fondo. Y por último la vena institucional: un sistema de justicia calcado a los intereses de potentados económicos o políticos, del cual no existe, ahora, ningún indicio de reforma, pronta, real y eficaz que tenga visos de avanzar. Los postergados de siempre: los campesinos indígenas, los pobres en las ciudades, los ciudadanos medios, los intelectuales, en fin, los sectores ajenos al poder, los sin acceso a la justicia, empiezan a rebelarse por la vía de lo perverso. El crimen colectivo.

No hay que perderse, no se trata de lanzar campañas de “educación” del ciudadano iletrado para que “aprenda” a respetar la vida humana y conduzca sus actuaciones por la vía de la institucionalidad. No. No es por ahí el germen del problema. Esa misma institucionalidad excluyó a los pobres, no cuenta con ellos, los agrede, no les permite acceso ni a la tierra, ni al alimento, ni a la vivienda, ni siquiera al trabajo. Hay que volver la mirada al Estado, enfrentar la necesidad de su reforma. Hay que devolver el Estado al ciudadano, establecer reglas equitativas de convivencia; en contrario el deterioro continuará y –pero aún– se profundizará; no hay que achacarle la culpa de los linchamientos a los pobres. Sí a la pobreza y la exclusión. Es ahí donde hay que provocar los cambios, la construcción de la democracia social y económica, es un imperativo histórico. No más comisiones de análisis, urge un acuerdo nacional vinculante. Hay que refundar el sistema político, social y económico.

09 December 2009

Más linchamientos, pero en México

A propósito del debate en Guatemala, y mi insistencia en que los linchamientos NO son una "patología social" exclusiva de los chapines, hoy salió en diversos medios un intento en México:

Salvan a dos de linchamiento en Santiago Tolman -que está situado en el Municipio de Otumba, Estado de México (Reforma, 9 dic 2009 - Ver video).

Otumba: salvan de linchamiento a dos presuntos judiciales (La Jornada, 9 dic 2009)

UNIVISIÓN también reportó otro caso de violencia colectiva en Ecuador.

En la página 2 (44) del documento que me publicaron en México, hice una recopilación de las cifras mexicanas:

En México, Vilas reportó 103 casos entre 1987
y 1998, con un saldo fatal de 52 personas muertas. Dichos
casos fueron documentados en 2001 a partir de “expedientes
policiales y judiciales de los hechos, entrevistas
a testigos y a participantes en los hechos,” y de “periódicos
locales y nacionales; informes y estudios
sociodemográficos y económicos del INEGI (Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática) a nivel municipal.”

En 2005, Rodríguez y Mora reportaron 189 casos
y, al menos, 62 fatalidades, después de realizar una “revisión
hemerográfica” correspondiente a un período de
quince años (1986-2000), la cual excluyó una “revisión en
los diferentes medios gráficos y electrónicos de carácter
local.”

Ese mismo año, Vilas reportó 222 casos entre 1991
y 2003.

Explicando algunos puntos

Por Carlos A. Mendoza

Hoy participé en un panel organizado por Emisoras Unidas (89.7 FM), programa "A Primera Hora," sobre las causas de los linchamientos en Guatemala. Es difícil explicar con detalle ideas complejas en los pocos minutos que dura una entrevista radial.

Participaron en el debate: Mario Polanco (GAM), Raúl Salvadó (FLACSO) y Francisco Cuevas (Vice Ministro de Gobernación). Moderaron Beatriz Colmenares y Felipe Valenzuela.

Me permito ampliar algunos puntos y comentar respuestas que dieron los otros panelistas a mis aportes.

1. Se introdujo el tema con la preocupación por un repunte de los linchamientos durante el 2009. Es cierto, han aumentado en números absolutos las muertes por violencia colectiva (turba). La PNC reportó 17 muertes en 2008, y si ahora tenemos 45, eso representa una variación del 165 por ciento.

Sin embargo, mi aporte consiste en decir que las muertes por linchamiento son cuantitativamente insignificantes: el año pasado, de cada mil homicidios tres fueron como consecuencia de las turbas asesinas. Si se espera que los homicidios en 2009 superen la cifra de 7 mil, entonces tendríamos que por cada mil, seis serían por linchamiento. Ajustando por población anual, pasaríamos de una tasa de homicidios por 100 mil habitantes de 46 a 50. Y la de linchamientos pasaría de 1.2 a 3.2 por cada millón de habitantes.

En porcentajes, estas son las cifras 2006-08 con datos de PNC:

Tabla 1. Los linchamientos como porcentaje del total de homicidios anuales

2. Dije también que debemos ver y analizar las generalidades, más que las particularidades de cada caso, porque ello será más útil para entender el fenómeno. Esto seguramente es un sesgo profesional que tengo, pues a los investigadores sociales se nos enseña a generalizar. De lo contrario cada episodio de violencia colectiva tendría sus causas específicas, y aparecería aislado de los otros episodios. Veo esta última tendencia en los funcionarios públicos, y ello no ayuda a la hora del diseño de políticas preventivas.

3. Sobre esto de las políticas preventivas y su aparente efectividad en los cuatro años anteriores, según Mario Polanco, me atreví a lanzar la hipótesis que he mencionado en mi ensayo del 2007: los linchamientos disminuyeron por su posible efectividad en disuadir a los criminales. Al cumplir su objetivo dejan de realizarse. También he sugerido que esa efectividad podría explicar la difusión de los mismos.

El Vice Ministro dijo que tiene datos que indican que los linchamientos no disminuyen la criminalidad. Habría que evaluarlo estadísticamente, pues lo mío es una hipótesis que aun no se ha sometido a prueba. Y me imagino que la de él tampoco. Previamente él dijo que en el caso de Sololá habían disminuido los hechos criminales y que, por lo tanto, no veía razón para la formación de turbas.

El aumento o disminución de los hechos delictivos depende de los registros de la PNC. Confiamos que nos dan información veraz. Sin embargo, he sostenido en otras oportunidades que el problema es de percepción. Basta con que la percepción de inseguridad sea alta (aunque en realidad no lo sea) para movilizar a las personas. Incluso, que se perciba que los linchamientos son "efectivos" (aunque no lo sean) para replicarlos.

4. Finalmente insistí en la necesidad de un enfoque comparativo al fenómeno de los linchamientos, no sólo a nivel intra-nacional, sino también internacional, pues la violencia colectiva no es exclusiva de Guatemala. Sobre esto, sugiero leer mi ensayo publicado en México: “Linchamientos en México y Guatemala: reflexiones para su análisis comparado.”

Barbarie

por Haroldo Shetemul
Prensa Libre (09 dic 09)

EL CADÁVER DE WÁLTER Armando González estuvo tirado en la calle más de 18 horas. Quien pasara frente a la municipalidad y la subestación de la PNC de Panajachel, Sololá, el lunes recién pasado, podía satisfacer su morbo contemplando el cuerpo lacerado de una de las tantas víctimas de linchamiento. Más adelante, los restos quemados de cuatro autopatrullas y los destrozos ocasionados en la sede policial mostraban cómo en cuestión de minutos una tranquila población puede convertirse en un verdadero infierno. Este escenario se asemejaba más a un campo de batalla que a una calle por la que pululan miles de turistas que dudo que quieran regresar. Para nadie es agradable pasear por donde se regó sangre de alguien que fue ultimado sin que el supuesto delito lo ameritara y cuyo martirio fue brutal.

NO HAY VUELTA DE HOJA, el linchamiento es una aberración que vuelve a quienes lo cometen a un nivel de salvajismo y crueldad sin precedentes. Tan ilegal pudo haber sido el supuesto delito cometido por la víctima, quien no fue escuchada ni vencida en juicio, como el hecho de que miles de personas caigan sobre ella. ¿Qué sucedería si a cada supuesto delincuente tuviéramos que aplicarle el mismo castigo, aun aquel que solo haya robado una gallina? No. Sencillamente estos hechos nos llevan al nivel donde se disuelve el Estado y caemos al plano del dominio de las turbas animadas por la sed de venganza. Por eso es inconcebible que a estas alturas, cuando se multiplican los casos de linchamiento, aún no se haya tipificado esta acción como delito.

CUANDO OCURREN estos hechos siento una terrible tristeza, porque nuestro país se desmorona como sociedad civilizada y cae en un profundo precipicio. Son condenables el linchamiento como el hecho de que las autoridades dejaran el cadáver del linchado tirado en la vía pública por tanto tiempo. Se ha perdido el respeto a la vida y la dignidad humanas. Es el reflejo más descarnado de la descomposición social y la ausencia del Estado que carece de mecanismos legales para enfrentar la delincuencia y combatir los linchamientos. Es una verdad repetida mil veces que por la falta de castigo contra los criminales la población toma la justicia por mano propia. Pero esa ausencia de justicia no legitimará jamás la barbarie. El problema es que ya son decenas de comunidades de San Marcos, Suchitepéquez, Totonicapán, Escuintla, Guatemala, Sacatepéquez, Alta Verapaz, Quiché y Santa Rosa, entre otras, las que han experimentado esa atrocidad del crimen colectivo, sin que los responsables reciban un justo castigo.

¿SERÁ QUE UN TURISTA querrá volver a Panajachel luego de lo ocurrido? Creo que los habitantes de ese lugar deberían entender que no es de esta forma como se van a promocionar, y que ellos mismos están matando a la gallina de los huevos de oro. Los dirigentes de las comunidades del país deberían ser los primeros en reflexionar sobre los costos que los linchamientos pueden acarrearle a sus poblaciones, porque las convierten en lugares de riesgo. En ellos descansa la tarea de concienciar a los vecinos de que no es quitando la vida en forma salvaje como puede impartirse justicia. Si le pedimos esto a las autoridades de gobierno o a la Corte Suprema de Justicia, quizá perdemos el tiempo, ya que ellos tienen otras prioridades, entre las que no están la seguridad y la administración de justicia.

Sin estado

por Lucía Escobar
elPeriódico (09 dic 09)

¿Cómo se va gestando un linchamiento? Si busco antecedentes puedo remontarme a los años de la guerra, al desempleo y a la creciente impunidad. También a la semana pasada en Sololá y a la falsa idea de justicia popular que se divulgó alrededor del linchamiento de unos extorsionistas.

El sábado ya había un ambiente tenso: hubo una huelga, quemaron llantas, taparon las entradas a Pana. Se escuchaban comentarios turbios. Había una predisposición alimentada de frustración, manchas apocalípticas en el lago, mitos y citas bíblicas. Ojo por ojo, diente por diente. Lapidación, crucifixión, latigazos. Quema del diablo.
Los linchamientos no son ni por asomo justicia maya o popular. No siguen un procedimiento, no resuelven un conflicto, no intervienen autoridades de ningún tipo, no se escucha a los testigos y acusados, no se analiza el problema y no se dicta una sentencia.

En Panajachel fueron casi 12 horas de caos desde que atraparon a los supuestos ladrones hasta que sobrevoló el helicóptero. El cadáver de Walter González quedó 24 horas en el asfalto. La anarquía reinó. Y los únicos que parecían defender la razón fueron los periodistas deportivos de Radio Sonora que arriesgaron su vida con valentía y lucidez tratando de calmar los ánimos de la gente. Hay que reconocer también el trabajo del puñado de policías antimotines que sin educación, refuerzos, ni entrenamiento, salvaron la vida de las mujeres.

Brillaron por su ausencia los negociadores, pastores, líderes religiosos o espirituales. Eso sí, había muchos espectadores, negando con la cabeza y haciendo cara de desaprobación. También se peca de indiferencia, de no querer meterse y lavarse las manos. Se debe iniciar una investigación y deducir responsabilidades. Pero empecemos por los que tenían la obligación de estar ahí defendiendo el mentado estado de derecho. ¿Dónde estuvieron todo ese tiempo el alcalde de Panajachel, Gerardo Higueros, y la gobernadora de Sololá, Elena Ujpan Yojcom?

Culpan al Gobierno por recientes linchamientos

por Myke Castillo
Prensa Libre (09 dic 09)

Directivos de organizaciones sociales y representantes de la Auxiliatura de la Procuraduría de los Derechos Humanos, en Huehuetenango, responsabilizan a las autoridades por los linchamientos que se han registrado en los últimos días en ese departamento.

Urgen al Gobierno que tome acciones inmediatas para evitar que este tipo de prácticas fuera de la ley continúen, pues en lo que va del 2009 se han registrado 19 linchamientos en esa localidad, cuatro de ellos en los últimos siete días. Unas 36 personas más han sido vapuleadas.

Aparato estatal débil

René Mérida, de la Red Departamental de Atención a Conflictos, resaltó que el Estado debe ejecutar acciones para contrarrestar este problema, el cual genera ingobernabilidad. “Los linchamientos son producto de la desconfianza que existe en el aparato estatal, que está a cargo de la seguridad, investigación y justicia”, añadió.

Opinó que la causa de esta conducta colectiva no es la maldad de los comunitarios: “Es una mecanismo de defensa social en contra de las debilidades y vulnerabilidades del Estado en la aplicación de la ley, de manera justa y pronta”.

Recomendó eficienciar el trabajo del Ministerio Público, la Policía Nacional Civil y el Organismo Judicial.

Falta prevención

Byron Herrera, de la Comisión Presidencial de los Derechos Humanos, coincidió en que existe ingobernabilidad e inseguridad en el país, “las cuales están afectando al grupo más vulnerable de la población, que son los niños”.

Destacó la necesidad de que el Gobierno tome medidas preventivas para evitar los linchamientos, ya que lamentablemente no se cuenta con un programa precautorio.

“Este tipo de conducta social ha permeado ya en la cultura huehueteca, y se debe trabajar para que no se convierta en un rasgo permanente”, aconsejó.

Mario Carrillo, líder comunitario de Santa Bárbara, donde se registraron tres de aquellos hechos la semana recién pasada, aseguró que están tranquilos, que no sienten arrepentimiento y que es la multitud la que decide si se entrega al acusado a las autoridades o se le aplica la justicia por mano propia. “La justicia está en la decisión popular”, aseguró.

Niños son los más afectados

Imelda Palacios, psicóloga del Área de Salud local, también responsabilizó al Gobierno por el clima de inseguridad que se vive, y mostró preocupación por los menores de las comunidades donde se registran los linchamientos, pues son los más perjudicados. “Les impacta en su proceso de aprendizaje y conducta”, aseveró.

Continúan los linchamientos en el occidente del país

por Rosmery González y J. M. Castillo
elPeriódico (09 dic 09)

Un linchamiento más se suma al listado que en las últimas 3 semanas se ha incrementado sobre todo en el occidente del país. Esta vez se trata de Francisco Jiménez, de 30 años, a quien se le implicó en el secuestro de un poblador de la aldea Santiago Chimaltenango, ubicada en Huehuetenango.

Según un informe policial, Jiménez en complicidad con otras 2 personas, plagiaron a Justo Paulo Anselmo, de 57 años, hace 3 días. Sin embargo, la víctima logró escapar del lugar donde permanecía plagiado.

De inmediato se dirigió a presentar la denuncia ante las autoridades, no obstante una turba de por lo menos 40 personas persiguió a los presuntos plagiarios, dándose a la fuga 2 de ellos, mientras que Jiménez no contó con la misma suerte. La noche del lunes fue vapuleado, linchado y posteriormente quemado en dicha comunidad. Las autoridades policiales y los mismos pobladores continúan con la búsqueda de las otras 2 personas.

Raúl Velásquez, ministro de Gobernación, señala que este tipo de hechos podrían ser incitados por grupos de narcotraficantes, incluso por líderes comunitarios. “Estas pueden ser reacciones por parte de estos grupos, tenemos mucha preocupación sobre todo por la recuperación y liberación de parte del territorio ubicado en el occidente del país, estamos tras eso, así como realizar fuertes investigaciones debido a la similitud de los casos, sobre todo por la quema de las comisarías policiales”, indicó Velásquez.

Dijo que existen líderes comunitarios que no han actuado de la forma adecuada. “Algunos comités levantan a la población y resultan este tipo de hechos”.

Le apostarán a la prevención

Miembros de la Instancia Coordinadora de Modernización del Sector Justicia, integrada por el Ministerio Público (MP), el Instituto de la Defensa Pública Pena (IDPP), Ministerio de Gobernación y la Corte Suprema de Justicia (CSJ), se reunieron ayer para discutir en relación a las medidas que se deben tomar para prevenir los linchamientos. César Barrientos, presidente de la Cámara Penal de la CSJ indicó que se busca expandir el trabajo de prevención. El funcionario indicó que se deben agilizar las sentencias condenatorias para cambiar la imagen de impunidad existente.

El fiscal general Amílcar Velásquez Zárate, aseguró que trabajarán en investigar y deducir responsabilidades penales a los autores de estos actos al margen de la ley.

Reforzarán comisarías

Pese a que, según el fiscal Amílcar Velásquez, Sololá es uno de los departamentos donde ha bajado a gran escala la incidencia criminal, aseveró que en esta área, así como en Panajachel, fortalecerán las comisarías y que aparte de estas comunidades están enfocadas con este tema en otras áreas del occidente como Quiché, San Martín Jilotepeque y Santiago Chimaltenango, de Huehuetenango. “Se fortalecerá con más personal, asimismo se abrirá una Oficina de Atención a la Víctima que será atendida por agentes y oficiales de la Policía Nacional Civil (PNC), que tienen capacidad de diálogo.

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También apareció nota en Siglo XXI:
Turba lincha a otro presunto secuestrador,
por Wendy Moctezuma.
En Santiago Chimaltenango, Huehuetenango, fue retenido, vapuleado y calcinado un hombre de 35 años.

Hipótesis del Gobierno guatemalteco

Gobierno guatemalteco atribuye ola de linchamientos a crimen organizado
Emisoras Unidas (9 dic 09)

El Gobierno de Guatemala atribuyó hoy a las bandas del crimen organizado la planificación de algunos de los casos de linchamiento que se han registrado en este país en las últimas dos semanas y que han cobrado la vida de nueve supuestos delincuentes.

"En algunos de estos hechos hemos encontrado la participación de gente con antecedentes penales, entre ellos el jefe de una 'mara' (pandilla juvenil), en la planificación y ejecución" de los linchamientos, dijo a EFE el viceministro guatemalteco del Interior, Francisco Cuevas.

Según el funcionario, los grupos criminales están interesados en promover los linchamientos de supuestos delincuentes para confrontar a la población con las fuerzas de seguridad y forzar su retiro "para dejar limpios los lugares" y poder delinquir con impunidad.

"Cuando ocurre un hecho de este tipo tenemos que movilizar mucha de nuestra fuerza, lo cual nos obliga a descuidar otras áreas que, creemos, son utilizadas por el narcotráfico para trasegar drogas o cometer otro tipo de ilícitos", señaló Cuevas.

Las enardecidas turbas que protagonizan estos hechos, además de cobrarse la justicia por su mano al lapidar y quemar vivos a supuestos delincuentes, también la emprenden en contra de las fuerzas de seguridad que intentan evitar los hechos.

Al menos cinco estaciones de la Policía Nacional Civil (PNC) y unas diez auto patrullas han sido incendiadas en los últimos días por los furiosos vecinos durante los disturbios que rodean a los linchamientos.

Según estadísticas de la Corte Suprema de Justicia, en lo que va de este año se han registrado 110 casos de linchamientos, en los que han muerto 42 supuestos delincuentes y 211 han sido heridos de gravedad. EFE

Orgullosamente de Lincholandia

por Virgilio Alvarez
Siglo XXI (09 dic 09)

Adoramos la tierra que nos vio nacer; disfrutamos sus paisajes urbanos y rurales; nos deleitan las comidas y las tradiciones, aunque, sin apenas pensarlo, con el paso del tiempo hemos ido transformando nuestros valores y prácticas sociales. De los patronos y capataces aprendimos a vapulear, por lo que cristianamente hemos ido incluyendo dentro de nuestra cultura y nuestra escala de valores el total irrespeto por la vida de los otros.

Cristianamente nos hemos ido haciendo egoístas de tal manera que en otras culturas puede resultar aberrante. Nos importa un comino si el otro come o no come, nos vale un rábano, o menos que eso, si a la vecindad nuestra se viola a una niña o se agrede a una mujer.

Educados en mirar sólo nuestra nariz, defendemos, eso sí, hasta con las uñas lo que consideramos nuestro, sea o no producto efectivo de nuestro trabajo, pues lo bien o mal habido es sólo, decimos, cuestión de interpretación. Lo que tenemos o llegamos a tener, por poco que sea, es intocable y no estamos dispuestos a compartirlo con nadie. Mucho más si lo obtenido es producto del trabajo de otros que, ¡desdichados hambrientos! Nos venden por nada su fuerza de trabajo.

No queremos tarifas en el salario, aunque éste sea más que mínimo; mucho menos queremos pagar, aunque sean unos centavos más, en contribuciones públicas para el mantenimiento de lo que todos usamos. Educados en aprovecharnos del otro, tenemos al Estado como la fuente permanente de nuestro enriquecimiento, sea mediante negocios turbios, sea demandándole servicios por los cuales no contribuimos suficiente.

Sexualmente castrados somos defensores de la vida sin placer y, sobre todo, somos no sólo defensores de la pena de muerte sino placerosos ejecutores de ella. En menos de una semana hemos quemado ¡literalmente! ocho personas, y tres mujeres más estuvieron a punto de serlo. La Policía, decimos, sólo sirve para defender a los delincuentes, por lo que para que no se nos escapen los atamos, vapuleamos y les pegamos fuego. Si algunos pagan a sicarios para que le quiten la vida a sus adversarios, ¿por qué no vamos a quemar nosotros a los que suponemos ladronzuelos? En este país que aún en el extranjero se llama Guatemala, nosotros ya hemos convertido en lincholandia.

La honra y el honor se mide por el dinero que se tiene, y la justicia se hace por propia mano porque, nos han enseñado, eso de recabar pruebas y considerar al acusado inocente mientras se le pruebe lo contrario bien puede ser útil para nosotros, pero en ningún momento para los otros. Construida la sospecha, el implicado desde ya es culpable, y lo será mucho más si nos escondemos en el anonimato o en el argumento falso pero bien difundido. Todos consideramos al funcionario público ladrón, pero cuando ejercemos cualquier función no sólo intentamos llevarnos todo lo que se pueda sino consideramos al usuario objeto o traste sin derechos.

Cristianos linchadores esperamos la Navidad para dar regalos a los cercanos, pero si por ahí nos roban un pollo, ¡seguro y saboreamos el delicioso olor de la carne humana incinerada! Hipócritas ya por naturaleza, pediremos perdón por falsas culpas sin siquiera pensar en las reales y evidentes. Eso de fortalecer con nuestro esfuerzo la justicia es cosa de extranjeros, pues aquí en lincholandia hacemos la justicia con las propias manos.

08 December 2009

La falta de justicia

Editorial de La Hora (08 dic 09)

Es imposible suponer que eternamente el pueblo de Guatemala permanecerá impávido ante la impunidad y la falta de justicia que se convierten en generadores de más violencia y criminalidad. Indudablemente hemos sido un pueblo en extremo aguantador y tolerante antes las fallas sistemáticas de todo lo relacionado con la administración de justicia y prevención del delito, pero tanto va el cántaro al agua que por fin se rompe.

Y eso es lo que estamos viendo actualmente con la nueva proliferación de linchamientos, porque la gente está harta de ver que los delincuentes se ríen en la cara de los ciudadanos y siguen cometiendo toda clase de tropelías sin la menor reacción institucional. Desafortunadamente para el país, para su gobernabilidad y para el imperio de la ley, la situación ha llegado a extremos tan críticos que el agobio popular se traduce en ira, en explosiones de turbas que aplican castigos que no guardan proporción con el tipo de delitos cometidos, pero que al final de cuentas son no sólo una forma de venganza, sino también una forma de expresar el cansancio de la gente.

El gobierno tiene que replantear seriamente sus prioridades, puesto que si bien el tema de la cohesión social es fundamental y de enorme importancia en un país donde hay tanta pobreza, nada justifica la indiferencia e indolencia que muestran frente a la criminalidad y la violencia. Es más, el presupuesto de seguridad este año se vio mermado para privilegiar la cohesión social y muchos suponemos que en eso tiene más peso el juego político y clientelar que una verdadera solidaridad.

Porque no puede entenderse el concepto de un gobierno solidario si vemos que nadie se inmuta ni conmueve con la sucesión de asesinatos y de atracos a mano armada. Miles de guatemaltecos han sido víctimas de extorsiones de todo tipo y no hay poder capaz de poner orden, de aplicar la ley y proteger al ciudadano honrado.

Crece, en ese sentido, el clamor por la limpieza social y por la aplicación de ese concepto de justicia por propia mano que está manifiesto en todos los linchamientos que se producen en el país. Un gobierno realmente solidario tendría que entender el sufrimiento diario de un pueblo sin seguridad y sin justicia y trabajar seriamente para corregir el mayor problema que tiene el ciudadano, que es el de sobrevivir en esta jungla dominada por el crimen organizado y por los grupos que operan en un marco de absoluta impunidad. La indiferencia del régimen ante el problema de la seguridad nos demuestra que lo de solidario es apenas un slogan con fines electoreros.

Modelos mentales ¿compartidos? sobre las causas de los linchamientos en Guatemala

por Carlos A. Mendoza, CABI

Estos días ha resurgido el interés en los medios de comunicación social sobre el problema de los linchamientos en Guatemala. Tanto Prensa Libre como elPeriódico dedicaron su editorial de hoy al tema. Varias columnas de opinión también lo abordaron y los redactores de los diarios preguntaron a diversos analistas sobre sus causas. He reunido casi todo ese material en este BLOG.

A partir de las declaraciones de los analistas y funcionarios entrevistados podemos hacer un inventario de los diversos modelos mentales (explicaciones que hace nuestra mente para que tenga sentido la realidad que percibimos y, de esa manera, se nos facilite navegar en ella disminuyendo su complejidad y la incertidumbre asociada), compartidos o en competencia, sobre las causas de este grave fenómeno de violencia colectiva. Veamos algunos ejemplos de lo publicado:

A) Modelos mentales de organizaciones de la sociedad civil

“Cuando sucede un linchamiento hay una ola de gente que hace lo mismo, como por imitación. Esto se da porque no ha habido una respuesta frontal del Estado para combatir estos hechos.” […] Es difícil establecer una correlación entre altos índices de criminalidad y el linchamiento como respuesta ya que Sololá es uno de los departamentos del país donde menos homicidios se registran en el país. “El Estado y los medios de comunicación siempre dicen que la gente cansada de esperar justicia recurre a eso, lo cual crea una exculpación de este tipo de acciones. En vez de rechazar este tipo de acciones parece que se les tolera y se les impulsa.” Atribuye el efecto de “ola” o imitación que caracteriza el fenómeno del linchamiento a la falta de acciones punitivas contra los autores intelectuales y materiales de estos crímenes. […] Afirma que es necesario preguntarse quién se beneficia de la destrucción de la infraestructura estatal –subestación de la PNC, gobernación departamental– en los municipios como Sololá y afirma que grupos vinculados al crimen organizado podrían estar detrás de la última ola de ejecuciones. (Carmen Rosa de León Escribano, IEPADES, elPeriódico, 8 dic 09).

“Movilizaciones comunitarias al margen de los límites que establece la Constitución que pueden responder a la desesperación de la población y una pérdida de gobernabilidad.” […]“Hay lugares donde el crimen organizado usa los linchamientos para limpiar el área donde operan, pero por lo general suelen hacerlo mediante el sicariato.” (Carmen Aída Ibarra, Movimiento Pro Justicia, elPeriódico, 8 dic 09).

Podría haber actores políticos interesados en crear una situación de ingobernabilidad en el lugar. “Hay algunos que se benefician de atacar procesos de acción social participativa en esas comunidades.” (Iduvina Hernández, Seguridad en Democracia, elPeriódico, 8 dic 09).

“El racismo ha hecho que las comunidades en las que la ausencia del Estado es notoria se debiliten.” […] “Un factor influyente es que la Policía deja libres a los delincuentes. Se ha demostrado que muchas veces la autoridad está involucrada con ellos, y mientras los sistemas de justicia estén de espaldas, nos espera un estado de ingobernabilidad.” (Ricardo Cajas, Colectivo de Organizaciones Indígenas, Prensa Libre, 8 dic 09).

“La administración del presidente Colom es la que menos atención le presta a este problema.” […] “Hay frustración por parte de la población, ya que se captura a un delincuente y al otro día sale —libre—, y toma venganza de quien lo denunció.” (Mario Polanco, Grupo de Apoyo Mutuo, Prensa Libre, 8 dic 09).

Figura 1


B) Modelos mentales de funcionarios públicos

Parte del problema es el hecho de que “actuar en un grupo no está tipificado en el Código Penal, es decir, nuestra legislación no puede seguir a toda la muchedumbre.” […] En el episodio de Sololá la población hizo caso omiso de los líderes comunitarios que integran la comisión [Comisión Nacional de Prevención de Linchamientos] y que muchos de estos “preferían no participar porque corría peligro su vida.” […] [El Organismo Judicial] no tiene la obligación de prevenir esos hechos. “Se convoca al Ministerio de Gobernación, quien por obligación constitucional está en el ámbito de la prevención del delito; a los líderes, a la Conred, para generar una estrategia que evite que se concreten.” (Guillermo Melgar, Organismo Judicial, elPeriódico y Prensa Libre, 8 dic 09).

“Un linchamiento es la negación de la justicia. No se da audiencia, oportunidad de defensa ni derecho a un juicio justo. Esas son algunas de las violaciones más importantes. Además de la proporcionalidad de la pena, no se puede matar a cualquiera por un robo; es un abuso.” […] Estas actitudes van en aumento, debido a la ausencia del Estado para brindar seguridad y justicia. “Hay razones por las que uno puede entender por qué se cometen. En Guatemala se producen 250 mil delitos anuales, de los que el 97.5 por ciento queda impune, lo cual explica por qué no confían en el sistema.” (Sergio Morales, Procurador de los Derechos Humanos, Prensa Libre, 8 dic 09).

Las carencias en las instituciones de justicia generan que la población la aplique por su mano. […] Si hubiera condenas, no habría linchamientos. “La gente ya está cansada por la falta de justicia, y por eso actúa de esa manera.” (Marlene Blanco, Viceministra de Gobernación, Prensa Libre, 8 dic 09).

Los recientes linchamientos, además de ser un delito, pueden llegar a tener “tinte político”. “No puedo señalar a ningún partido político, pero sí puedo decir que líderes locales que han participado en política han estado involucrados.” […] “El problema es que las poblaciones reclaman que la PNC hace capturas y a los pocos días los sindicados están en la calle, pero no comprenden que esa no es responsabilidad de Gobernación, sino de los tribunales.” (Raúl Velásquez, Ministro de Gobernación, Prensa Libre, 6 dic 09).

Figura 2


Comentarios

Como se observa en las figuras 1 y 2, hay diversas hipótesis sobre las causas de los linchamientos. En el caso de las ONGs unos piensan que los altos índices de criminalidad son importantes, mientras que otros piensan que no. Al respecto, me parece un error reducir la criminalidad al indicador de homicidios. Hay otros indicadores de criminalidad registrados por la Policía Nacional Civil (PNC) como “Hechos Delictivos”: lesionados por diversas armas, delitos contra el patrimonio (hurto y robos), delitos sexuales (violaciones), y delitos contra la libertad (secuestros). Dichos datos deberían convertirse en indicadores, ajustados por el tamaño de la población en cada municipio, para luego evaluar si hay alguna relación estadística significativa entre los mismos y la probabilidad de que ocurra un linchamiento.

Las mutuas acusaciones entre el Ministerio de Gobernación y el Organismo Judicial dan pena y tristeza. Está más atinado el Procurador de los DD.HH. al combinar ambas explicaciones: Por un lado, la incapacidad de la PNC para prevenir los delitos y los mismos linchamientos y, por otro lado, la incapacidad de los tribunales para impartir justicia y terminar de una vez por todas con la impunidad.

Respecto a las otras hipótesis, algunas de ellas las he evaluado empíricamente con los datos recopilados por la MINUGUA entre 1996-2002. Este era el esquema relaciones causales que sometí al análisis econométrico:

Figura 3


(Mendoza, Carlos. 2007. Ausencia del Estado y Violencia Colectiva en Tierras Mayas. Una aproximación cuantitativa al fenómeno de los linchamientos en Guatemala (1996-2002). Guatemala: FLACSO, p. 28).

Pueden leer el documento AQUÍ o comprarlo en la librería de FLACSO o cualquier otra. Allí también explico la relación inversa que se observa en los mapas, entre el Occidente y el Oriente del país, entre linchamientos y homicidios, respectivamente. Y además resalto que las muertes por linchamiento son cuantitativamente insignificantes con relación a los homicidios.

Ver datos reportados por la PNC AQUÍ.

Los datos de MINUGUA los he puesto a disposición de los interesados AQUÍ.

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Si les interesa profundizar en el tema, y tienen tiempo para hacerlo, hay un video donde explico varios de estos puntos. Verlo AQUÍ. Si tiene poco tiempo vaya al minuto 31 del video, titulado "La Violencia en Guatemala". La primera parte es teórica.