Para el artículo de elPeriódico, titulado "El linchamiento del sastre" y escrito por Marta Sandoval, se utiliza como insumo una entrevista que ella me realizó vía correo electrónico. La pueden leer completa a continuación. CM.
Cuestionario sobre los linchamientos en Guatemala
Preguntas: Marta Sandoval, elPeriódico
Respuestas: Carlos A. Mendoza (04 marzo 2009)
1. Es interesante que al empezar la época de paz, es también cuando surgen con más fuerza los linchamientos ¿Es una herencia de la guerra?
Aquí hay una premisa que podría estar equivocada. ¿Cómo sabemos que es a partir de la firma de los Acuerdos de Paz que empiezan los linchamientos? Realmente no hay datos para verificarlo. Lo que sucede es que MINUGUA empieza a registrar los casos en esa fecha. Nadie lo hacía antes.
Es necesario que A ocurra antes que B si queremos afirmar que A causa B, pero no es suficiente. El que algo ocurra (linchamientos) después de otro evento (guerra) no indica causalidad, puede ser simple casualidad. Se necesita explicitar los mecanismos causales para demostrar cómo A produce u ocasiona B. Eso no se ha logrado en el caso de los linchamientos. Seguimos manejando simples hipótesis.
He afirmado en mis trabajos de investigación que la guerra no lo explica todo. Podría explicar parte del fenómeno, como el repertorio de castigos públicos adoptados por las comunidades que linchan. Pero no basta la guerra para explicar el surgimiento de los linchamientos. Hay países donde hay linchamientos y no hubo guerra, y a la inversa, hay lugares donde también hubo conflicto armado pero no se han dado linchamientos.
Incluso, se sabe que los linchamientos han existido en Guatemala desde antes del conflicto armado. En documentos de mediados del siglo XIX un juez da testimonio de la “vuelta al sistema de azotes” como práctica de castigo físico en los pueblos de indios. Ver trabajo del historiador Brian F. Connaughton (2001), titulado "Moral pública y contrarrevolución: Nueva normatividad socio-gubernativa en Guatemala, 1839–1854. Parte segunda", pp. 188-129.
Por otro lado, también se podría explorar la hipótesis de que los linchamientos son “herencia de la paz”, en el sentido que fue el repliegue militar el que dejó un vacío de poder en el interior de la República. Cuando el Ejército regresa a los cuarteles, desaparece del área rural la única entidad del Estado con capacidad real para ejercer el poder coercitivo.
2. ¿Cómo nos quitamos el estereotipo de que los linchamientos son exclusivos de los pueblos indígenas? ¿Qué necesitamos entender para romper estos prejuicios?
Es un error afirmar que son “exclusivos de los pueblos indígenas” porque también han ocurrido en regiones no-indígenas, pero la evidencia empírica (los datos) indican que hay más probabilidad de que ocurran en comunidades indígenas.
Los datos de MINUGUA muestran que en el 79% de los casos se trató de comunidades indígenas, en el 8% de los casos de comunidades mixtas (compuestas de indígenas y ladinos), y en el restante 13% de comunidades ladinas.
Lo importante es entender por qué ocurre con más frecuencia en comunidades indígenas. Yo he sugerido la hipótesis de que el componente colectivo de los linchamientos es facilitado por la enorme capacidad de organización, coordinación y contribución para proveer bienes públicos, que poseen las comunidades indígenas, en comparación con las comunidades no-indígenas.
Las fuertes identidades étnicas, o territoriales, y el agudo sentido de pertenencia a la comunidad hacen que una ofensa contra un miembro de la misma sea considerada como algo que afecta a todos los vecinos. Algo similar ocurre en los mercados, sean estos capitalinos o de cabeceras departamentales o municipales. Así es más fácil la movilización para resolver (o enfrentar) un problema concreto, en este caso la delincuencia. Ver cómo lo han planteado Adams y Bastos (2003) en “Las relaciones étnicas en Guatemala, 1944-2000” (CIRMA, pp. 173-179).
Los datos de violencia homicida en general van en contra del estereotipo de que los indígenas son más violentos (“salvajes”) que los ladinos. Pues, como se ha documentado en varias oportunidades, las tasas de homicidios son muy altas en los municipios no-indígenas del país, mientras que son bastante bajas en los municipios indígenas (comparables con las de los países nórdicos).
Sin embargo, en el caso específico de la violencia colectiva en forma de linchamientos, los datos internacionales también apuntan a la influencia del “factor étnico”. Basta con examinar los casos de linchamientos en México, Bolivia, Perú y Ecuador. Para una exploración más detallada de las distintas hipótesis y las comparaciones internacionales, leer mi artículo publicado en la Revista El Cotidiano No. 152, Noviembre-Diciembre 2008, titulado “Linchamientos en México y Guatemala: reflexiones para su análisis comparado” (pp. 43-51).
3. Si la guerra es una de las causantes de los linchamientos, ¿cómo se explica que no ocurra en El Salvador, con circunstancias muy similares a las nuestras?
Exactamente esa pregunta me llevó a explorar otras variables. Leer lo que escribí al respecto en el ensayo de El Cotidiano, p. 47.
4. Los linchamientos pueden ser, de cierta manera, una escuela del ejército. ¿Lo aprendimos de ellos?
La “escuela del terror” viene desde mucho más atrás en nuestra historia. Recordemos que Pedro de Alvarado decidió quemar a los Señores de Utatlán. Los azotes en la plaza pública era algo común en tiempos de la Colonia. Eso entró a formar parte del “repertorio de castigos públicos” de las comunidades. Lo mismo ocurrió con los castigos aplicados por ambos bandos durante el reciente conflicto armado. Se intentaba aterrorizar para dejar un precedente que tuviera poder disuasivo.
Leer mi POST en el BLOG sobre linchamientos, titulado “Repertorio de castigos públicos: aprendizaje por imitación”. En el mismo se ilustra cómo el castigo colonial es retomado por los indígenas en contra de los mismos colonizadores.
5. ¿Quién es el instigador? ¿Es un líder, la comunidad, alguien apreciado o puede ser cualquiera? ¿Por qué la gente le obedece?
MINUGUA estableció que en el 78% de los casos, la propia comunidad fue la “instigadora”. En un 12% de los casos fueron las autoridades locales las instigadoras de la turba. Ex agentes del Estado contrainsurgente, como antiguos comisionados militares o patrulleros civiles, constituyen el 4% de los casos donde se verificó al instigador. El restante 6% de los instigadores fueron individuos no identificados plenamente.
Considero que se necesita más trabajo de campo (de tipo etnográfico) para entender bien cómo funcionan estos mecanismos de movilización para la violencia colectiva de carácter punitivo.
6. ¿Los linchamientos pueden ser planeados? Tenía la idea de que eran un acto emocional, fruto de un momento de enardecimiento…
Lo que generalmente se contrapone a “emocional” es “racional”. Yo creo que sí hay una racionalidad en los linchamientos. No son fruto de lo que llaman “histeria colectiva”. Por eso apliqué la teoría de la acción colectiva para intentar explicarlos (Ver mi ensayo de 2003). Sin embargo, la racionalidad de este tipo de violencia no implica una “planificación” previa. Claro que se requiere coordinación, convocatoria, distribución de tareas… pero no por medio de instituciones formales (digamos organizaciones locales de defensa civil), sino generalmente por medio de instituciones informales (la campana, los rumores, etc.). Aquí también se requiere más trabajo de campo, por ejemplo: entrevistas a quienes han participado en las turbas.
7. En un linchamiento todos son cómplices. ¿Se ha castigado a alguien? ¿Se podría sancionar o juzgar a todo el pueblo?
De los datos proporcionados por MINUGUA se puede concluir que los principales actores de la violencia colectiva son un pequeño número de instigadores y perpetradores, generalmente hombres de unos 35 años de edad. La mayoría de las personas que conforman la turba son, de hecho, espectadores pasivos.
No tengo a la mano los datos del Organismo Judicial. Habría que hacer esta pregunta a ellos.
8. ¿Qué actitud tienen las autoridades ante los linchadores? ¿Ellos también quedan en la impunidad?
Precisamente, eso está en la raíz del problema. La impunidad es una de las principales explicaciones que dan los miembros de la turba para justificar su “impartición de justicia”.
Además de la impunidad, me preocupa que el Estado todavía no comprende el fenómeno. Por ello, sus políticas para controlarlo no han sido efectivas. Por ejemplo, la explicación que el Organismo Judicial ha dado es la ignorancia de la gente respecto al sistema legal del país.
9. Usted menciona que es un comportamiento epidémico... ¿Es decir si un pueblo descubre que funcionó en el otro lo aplica también?
Sí. Esto todavía no se ha demostrado con los datos, pero hay indicios de difusión por imitación. El “contagio” respecto a previos linchamientos parece ser mitigado por la distancia geográfica y depende también de la severidad del caso previo.
10. ¿Cuál es la diferencia entre la limpieza social y los linchamientos? ¿Sólo la cantidad de actores involucrados?
No. En la llamada “limpieza social” hay transacciones económicas de por medio. Se le paga a un grupo o persona encargada de eliminar a los supuestos delincuentes. Está más organizado el asunto. Además, se hace con mayor discreción, a escondidas. Los cuerpos de las víctimas se abandonan en lugares poco transitados. En este sentido, el mensaje que se envía a los potenciales delincuentes (o “indeseables”) es menos explícito. En realidad no se sabe por qué los eliminaron.
Se dice que la “limpieza social” se practica en el Oriente del país, generalmente por medio de armas de fuego. Pero no conozco datos que nos permitan saber qué porcentaje de los homicidios en el Oriente se deben a este fenómeno.
11. ¿Qué papel juegan la radio y los medios en la organización de linchamientos?
Se ha dicho que juegan un papel importante en la difusión del fenómeno, pues las personas sólo imitan modelos cuando están disponibles y se percibe que tienen algún valor práctico, es decir que se cree que funcionan para resolver un problema concreto. Las noticias sobre linchamientos, en teoría, facilitan esa disponibilidad de modelos. Pero no conozco ningún estudio que demuestre esto para el caso de los linchamientos.
Sin embargo, he notado cierta auto-censura de parte de los mismos medios. A veces se escucha la noticia en la radio, pero no siempre aparece en los medios escritos (al menos en los electrónicos que yo monitoreo).
12. Dice Edelberto Torres que está época más que posbélica se está convirtiendo en Prebélica. La violencia va en aumento. ¿Podría darse otro conflicto armado?
A lo mejor no es “post” ni “pre” sino simplemente bélica. Las tasas de homicidios van en aumento desde el año 2000 (ver mis POSTs en el BLOG de CABI llamado The Black Box http://www.nd.edu/~cmendoz1/homicidios.htm), y están ya por arriba de las tasas estimadas para dos de los años más cruentos del conflicto (1980-81), aunque posiblemente todavía lejos de la tasa estimada para 1982 (no hay datos oficiales de esa época).
Para ver cifras del conflicto armado:
Ball, P. (1999). AAAS/CIIDH database of human rights violations in Guatemala (ATV20.1). http://shr.aaas.org/guatemala/ciidh/data.html (7/24/2004).
Ball, P., P. Kobrak, et al. (1999). State Violence in Guatemala, 1960–1996: A Quantitative Reflection. Washington D.C., AAAS.
13. ¿Qué pasó con los soldados rasos después de la paz? ¿Habrán regresado a sus comunidades a transmitir la cultura de violencia que les enseñaron? ¿Cómo se reinserta en la sociedad un hombre que muchas veces tuvo que combatir contra su propia gente?
Realmente no sé. Se dice que muchos soldados están trabajando en las empresas privadas de seguridad. Habría que verificarlo. Se estima que hay más de 100 mil agentes privados en el país.
Recuerdo que en 1999, cuando coordinaba un estudio sobre la violencia en Guatemala (CIEN-BID), los de MINUGUA decían que la reinserción de los excombatientes había sido exitosa. Al menos en el sentido de que no se formaron bandas de delincuentes como ocurrió en Nicaragua. Desconozco si alguien ha dado seguimiento a esto.
CMA/4mar09.
No comments:
Post a Comment